• General

    CON MÚSICA TODO ES MEJOR

     
     

    El mundo no es una descabellada fantasía
    cabalga formando una aleccionadora historia
    de zonas y vínculos heterogéneos.
    En oriente
    copos de nieve vagabundos devanean
    con centelleantes estrellas
    al compás de la brisa nocturna.
    En occidente
    las flores dan rienda suelta
    a los colores de primavera.
    Mientras en otros lugares
    aludes apocalípticos
    montaña abajo ruedan;
    verdes y grises con diferentes tonalidades
    se confunden en cadenas
    de montañas montadas unas sobre otras;
    la orografía heterogénea
    se modifica ondulada, fracturada.
    En la travesía el agua rasga
    cicatrices profundas de playas y riberas
    mientras los  artistas imitan
    rasgando las cuerdas
    alegrando al mundo
    con sus guitarras de madera.

    Malania

    Imagen propia.

     


                                                                                                                  
  • General

    FLOR OLVIDADA

    Ilustración de la red: obra artística de Mari Luz Vindel Benito 

    Entre la llanura nevada
    y la luna menguante
    flotaba el silencio y acechaba.  
    En efecto crispante  
    una alianza se enzarzaba
    esperando que el sol
    desparrame su calidez brillante
    sobre la cima de las montañas heladas.
    Pero ya nada era igual
    y aunque ella no era Némesis
    quizás él eligió ser Epicúreo.
    La simbiosis se había acabado
    desde la supernova de una noche ajena
    la estrella dejó de brillar
    ante el déspota que la cobijaba.
     
    Malania
     
    Imagen propia:

     

  • Prosa Poética

    LETRAS QUE DICEN MUCHO

    EN UN MAR DE VERSOS

    De Patricio Massa

    Las letras y yo.
    Nos conocemos hace mucho.
    Jugamos desde siempre.
    Compinches de mil travesuras.
    Cabalgamos los renglones sin mayúsculas ni minúsculas saltando puntos y comas, sembrando en palabras mi sentir.
    Navegando en un mar de versos bajo un manto estrellado de sueños, a su trazo dejan estelas de mi pulso…y en lo más profundo de mi silencio, se sumergen a buscar la paz del corazón del niño que allí habita.

    Por Malania Nashki

    ¡Cuántas cosas se pueden hacer con las letras!, minúsculas o mayúsculas, en diferentes tipos caligráficos.
    Cuando empezamos a aprenderlas, solo nos enseñan a copiar y a identificar el nombre y el sonido de cada una.
    Pero una vez que las identificamos las usamos a nuestro antojo.
    Así surgen desde diminutas esquelas hasta voluminosos textos.
    Desde cartas de amor hasta mandamientos judiciales que pueden alegrarnos o entristecernos e incluso, matarnos de un infarto.
    La palabra escrita (o pronunciada) tiene mucho poder, y debería usarse con responsabilidad y respeto.
    Recuerdo aquella esquela, tipo cartita de amor, arrojada desde la calle envuelta en una piedra pequeña, atada con un hilo. Llegó hasta el patio del colegio de monjas donde las pupilas estudiábamos, sentadas sobre troncos de árboles que luego de estar secos se convertirían en astillas para mantener el agua caliente del gran calefón. Esa piedra traía una declaración de amor.
    Algo más que se quedó para siempre en mi mente: Las cartas de adolescente escritas desde el corazón. Las respuestas recibidas con esas letras perfectas, como dibujadas, por un aspirante de ingreso a las fuerzas de seguridad. O esa breve nota que decía: “Escríbeme, he borrado todos los contactos del teléfono y las direcciones de correo, y no tengo cómo comunicarme” procedente de un letrado muy querido.
    Y así podría continuar citando letras entrelazadas, párrafos, y textos enteros.
    Quizás dentro de esas elevaciones, montañas, cerros nevados, se amontonan las palabras, o quizás se deslizan con el agua cuando el sol calienta y se produce el deshielo.

    Malania

  • Prosa Poética

    NATURALEZA VIVA

    Quiero caminar entre las flores de un bello jardín, entre bosques de aromas que atrapen.

    Quiero sentir el viento en mi cara, descubrir los misterios del río, beber el agua fresca del manantial.

    Quiero andar por la naturaleza viva, la del árbol que anida a muchas aves, de llanos y montañas.

    Naturaleza viva por ahí e de viajar sin querer alejarme, comer de tus frutos, echando a dormir en tu verde prado sin querer despertar.

    Autor: Poeta uruguayo Miguel Márquez

    Imagen C. O. V.

  • Poemas

    AGUJEROS

    Las mañanas sin tu saludo
    se vuelven sordas
    no  transmiten nada
    ni el eco de mis aventuradas palabras.
    Es como  pasar de la luz del sol
    a la sombra fría de la luna
    es como ir y venir entre negras rocas
    con hierba crecida y agujereada
    por los escarabajos que pululan
    o las orugas que se esconden
    entre las hojas marchitas y oscuras.
    Así vive  mi  alma en un túnel de dolor
    sin tus respuestas que alienten alguna razón 
    para dar sentido a volver algún día
    y poder ver el generoso sol
    desparramando su dorada calidez
    sobre las montañas de tu vida y la mía.

    Malania
    Imagen propia

                                                          
  • General

    EL COYUYO Y LA CIGARRA

    Otra historia sobre el coyuyo y la cigarra:

    En el inicio de la vida en el universo, la primera creación femenina: Mammitu/Nammu, nuestra madre universal (conocida como ISIS en Egipto, o NINKHARSHAG en Sumeria, o simplemente como “Meri” por otros pueblos), había obtenido el permiso de la Fuente de Vida Universal, para crear el Jardín de sus sueños. Le entregaron un lejano planeta vacío en la periferia de la galaxia, casi nuevo, desconocido aún. Le fue entregado el planeta Tierra.
    Allí ella creó las montañas, los ríos, los mares, la nieve y las nubes. Al verlo vacío y de colores tan simples, desarrolló la flora, llenando la superficie del mundo de infinitos colores. Quería más, y creó los peces y animales acuáticos en mares y ríos, insectos y todo tipo de animales sobre la tierra, esperando coronar la creación con algo especial, que había aparecido en sus sueños: Un animal que sería su legado, y llevaría un regalo de los dioses: un ALMA propia.
    Al crear aquel ser elegido, y en su felicidad de lo hecho, le dio atributos especiales, como reinar y alimentarse de lo que desease de toda su creación anterior, descubriendo, y aprovechando todo aquel mundo. Era el ser humano recién creado, era su legado al universo.
    Al darse cuenta de que esa creación de sus sueños no sabía alimentarse, pensó en ayudarle a elegir, y a encontrar los tiempos y los momentos en que los frutos estuviesen maduros y fuesen comestibles.
    Para ordenar su Jardín, desarrolló nueva vida. Abejas que provean la dulce miel, frutas perfumadas que atraigan por sus deliciosos olores, granos que lo alimenten, y cascadas en los ríos para atrapar peces con facilidad. Todo para comer. Pero sentía que algo faltaba. Algo que diese la alerta de la inminente madurez de los frutos.
    Dándose cuenta, creó un ser que indicase a los hombres los tiempos de cosecha, para alimentarse de las bondades de la naturaleza, y vivir mejor. Y así, creó a los COYUYOS y CIGARRAS. Los creó con un cantar único, que todos entenderían, y en todos los colores, para demostrar la diversidad de la creación. Por eso encontrarán coyuyos verdes, grises, marrones, amarillos, hasta rojos. Pero todos cantarán la misma melodía.
    Desde ese momento, cada vez que un coyuyo canta, el hombre cree que el canto del coyuyo hará madurar las vainas del algarrobo, las sandías del campo, los mistoles y chañares del monte, las tunas de entre las pencas, y todo lo que lo rodea para alimentarse. Reconoce la señal de la madre universal, que le permite sobrevivir y reproducirse.
    También reconoce que aquel animal sagrado que fue generado para ayudarle, canta por amor a la vida. Con el tiempo, el hombre aprendió cómo funciona la vida y el universo y -en su alegría- le dedicó al silbador de la vida y madurador de los campos, su amor y devoción en sus propias canciones.
    Por eso también el hombre le canta al coyuyo, y está bien que así sea.

    Texto de R. E. Ch.
    Imagen de la red.

  • Relatos

    EN LA CASA DE LA MONTAÑA

    Hay cosas molestas en momentos de la vida, que importan mucho o poco pero sí, son molestas, porque hacen ruido.
    Seguramente hay un porque. Es que cada cosa, cada situación tiene una razón, una causa, un porque.
    Por ejemplo qué simboliza el ruido de una cuchara contra una taza al revolver el café.
    O la rigidez de una servilleta almidonada sobre un plato vacío.
    O un árbol que creció inclinado y no en forma vertical como la mayoría.
    O un camino sinuoso en vez de ser recto.
    O una casa pequeña construida en medio del bosque o en la olla entre montañas. ¿Por qué allí y no en otro lugar poblado?
    Pero me voy a detener en el ruido de la cuchara. El jovencito se levantaba antes del amanecer, se preparaba el desayuno en la cocina y despertaba a la señora, dueña de casa, con el ruido de la cuchara al revolver el azúcar en la taza de café. Era tanto el ruido que parecía una campanilla de esas que se usan para llamar a la servidumbre o en las iglesias para anunciar la Consagración. ¿Lo habrá hecho a propósito o sin darse cuenta de lo que ocasionaba? La señora no quería reprender esa actitud, y siguió aguantando el mal momento. El joven salía a esperar el ómnibus rumbo a la Universidad y ella volvía a retomar el sueño, aunque a veces, prefería levantarse y comenzar con sus actividades domésticas diarias.
    El suplicio terminó, cuando después de muchos golpazos de puertas al cerrar, ella no aguantó más y se lo dijo. El joven enojado decidió mudarse.
    Nunca más se supo de él.

    Imagen: C. J. V.

  • Relatos

    POR UN CAMINO NEVADO

    Con cierta expresión confusa pero tierna, ella, con la mirada y el corazón, seguía buscando por el camino de la vida un nombre que no encontraba.
    Cerraba los ojos y lo veía con todos los rasgos característicos que no se le borraban. Sentía un mundo demasiado distante, demasiado elevado. Él era doctor en leyes muy destacado.
    Aunque pensaba, que “el resto” también puede estar presente aquí o allá, al final del recorrido.
    El camino y los campos estaban cubiertos de nieve. Las montañas parecían vestidas con bonetes blancos. Si hacía frío ella no lo sentía en la piel, pero sí en el corazón.
    A veces duele más el alma que el cuerpo, -pensaba- y no hay remedio para curar eso. O sí, pero de esos que dopan y emborrachan. No sirve, porque cuando pasa su efecto el dolor se vuelve más grande aun.
    Quizás el pasado no muy lejano,  que recordaba casi a diario y en cualquier momento, marcó aquellas horas solemnes que pasaron juntos.
    Al final del camino nevado reflexionó y pronunció como en susurro:
    Cada cual puede rehacer la obra de su vida a su manera, con topetazos desordenados o en armonía. Depende de cada uno.

    Imagen: C. J. V.

  • Poemas

    NUBES EN MAHÓN

    Sube el aire,
    formando el rocío,
    sosteniendo las gotas
    suspendidas en el vacío.
    Las montañas ansiosas
    esperan la lluvia
    mientras tanto contemplan
    cúmulos y cirros,
    estratos y nimbos,
    en blancos, azules
    grises y amarillos,
    suplicando que surja
    el aumento de espesor
    para que al fin se produzca
    una precipitación.

                                                                                           Malania 
  • General

    ILUSIÓN ÓPTICA

    Escudriñaba cada matiz,
    anonadada
    ante el espectáculo inigualable.
    Entre las nubes una cara
    y un sol que opaco estaba.
    Entre las montañas una casa
    y los picos con nieve en avalancha.
    Un camino con barro, piedras,
    nieve y charcos, en señal
    de la lluvia de noches pasadas.
    En el arroyo un criadero
    de carpas doradas.
    Y a ambos lados el trigal
    que no se intimida
    ante el frío de las heladas,
    ofreciendo un espectáculo
    de colores incomparables. 

    Imagen: C. J. V.