ENTRE TIPAS FLORECIDAS
Y él se fue,
entre árboles de flores perfumadas,
donde el viento tejía memorias
con hilos de luz en cascada.No miró atrás.
Sus pasos callaban promesas
que aún en mi pecho temblaban,
como hojas que no quieren caer.El suelo, una alfombra amarilla,
dibujaba el camino de su despedida,
y cada hoja era un adiós
que el otoño guardaba en su partida.Subió al tren sin palabras,
como quien ya ha llorado en silencio,
como quien se lleva la mitad del cielo
y deja la otra mitad ni en ruinas ni suspenso.Yo me quedé allí,
bajo los árboles que aún olían a nosotros,
esperando que el perfume bastara
para no olvidarlo del todo.Y él se fue,
quizás definitivamente,
pero su ausencia sigue llegando
con la floración de tipas y naranjos.Malania
Imágenes: gentileza de mi amiga Mariana. Bs As.
DÍA DE AYUNO Y ABSTINENCIA
Durante mi infancia, en casa de mis padres, la Semana Santa tenía un silencio especial, como si el tiempo caminara más despacio, sin apuro.
El día Viernes Santo nos despertábamos temprano, como casi todos los días, ya que dormir hasta tarde era de haraganes.
Nos levantábamos y casi sin hablar, nos higienizábamos y uno a uno nos íbamos peinando sin mirarnos al espejo. El espejo, de hecho, estaba dado vuelta contra la pared desde la noche anterior. No era una prohibición explícita, pero sabíamos, mis dos hermanos y yo, que así tenía que ser. Mirarse era una forma de distraerse, de entrar en la vanidad, y ese día no era para eso.
El desayuno era sencillo y calmo: té negro, fuerte y con muy poco azúcar, acompañado de galletas sin grasa y tostadas. Nos sentábamos juntos, pero no hablábamos. Cada uno tomaba el calor de la taza como si fuera algo sagrado.
Durante el día comíamos solo si teníamos hambre, y lo hacíamos con un respeto casi ritual. Nada de carne, y ningún alimento de origen animal, ni siquiera caldo, porque ese día se encendía el fuego en la cocina a leña solamente para el té y el mate de la mañana. Las batatas al horno hechas la noche del Jueves Santo, llenaban la casa de un olor dulce y terroso, y la mandioca hervida también el día anterior—con apenas un poquito de sal— nos recordaba que la sencillez también puede ser abundancia. A veces, le poníamos un hilo de miel de caña, como un gesto pequeño de dulzura.
Por la tarde, el maní tostado rompía un poco la quietud, con ese crujido que parecía más fuerte de lo que era. Y la palta, con azúcar por encima, tenía algo de postre secreto, aunque sabíamos que no era para celebrar, sino para acompañar el recogimiento.
No se escuchaba música. Estaba prohibido, aunque nadie lo decía en voz alta. Y tampoco hablábamos fuerte. Las palabras eran pocas y suaves, como si alzarlas demasiado pudiera romper algo que no veíamos, pero sentíamos.
Así pasaba el día. Con un ritmo distinto, casi suspendido. No era tristeza, tampoco alegría. Era otra cosa, un día de duelo. Una forma de respeto. Una manera de habitar el tiempo con cuidado.Malania
Imagen: de la red
ANDALUZA
Soy miembro del Grupo “El vuelo del Fénix la esencia del arte”
Su administradora, Milagros Ríos, ha publicado el siguiente texto y esta hermosa poesía. Me identifico con sus palabras por eso comparto en este sitio.
“Entre las letras de mi sentir, se despliegan emociones como aves en vuelo, danzando en el sutil cielo de la vida. Cada palabra es un susurro del alma, un destello de alegría o una sombra de tristeza que dibuja un retrato profundo de lo humano. Escribiendo momentos, encuentro la esencia de nuestra existencia, donde cada rayo de sol y cada lágrima se entrelazan en una danza sublime, convirtiéndose en los versos de una poesía interminable.La alegría, esa chispa que ilumina nuestros días, se manifiesta en las risas compartidas, en los abrazos que calman las tempestades internas. Es en esos instantes fugaces, donde el tiempo se detiene, que capturo la magia de lo cotidiano. Con cada letra que plasmo en el papel, celebro la euforia de estar viva, de sentir que cada latido es un recordatorio de que hay belleza incluso en los momentos más simples.
Por otro lado, la tristeza se desliza como un río silencioso, recordándonos que también forma parte de nuestro viaje. También escribo sobre ella; la tristeza tiene su propia voz, su propia historia que relatar. En mis palabras, la melancolía se convierte en un refugio, un lugar seguro donde podemos explorar nuestras vulnerabilidades sin miedo a ser juzgados. Al expresar el dolor, encontramos consuelo en la conexión con otros, porque todos compartimos el peso de la vida.
El camino de la vida es un laberinto de experiencias, un sendero lleno de curvas, subidas y bajadas. En cada paso, las letras fluyen como hojas arrastradas por el viento, llevándome hacia nuevos horizontes. La escritura se convierte en una brújula que guía mi andar, permitiéndome reflexionar sobre lo vivido y lo que está por venir. A través de la pluma, encuentro sentido y propósito, revelando la belleza de cada etapa en este viaje inigualable.
Así, entre letras y sentimientos, construyo un puente hacia el corazón de quienes leen estas palabras. Mi propósito es tocar esas fibras sensibles que nos unen como seres humanos, recordando que estamos todos interconectados en esta travesía llamada vida. Cada párrafo es un eco de emociones, un canto de experiencias compartidas que invitan a la reflexión y al abrazo de la empatía. La escritura se convierte así en un abrazo cálido, una invitación a sumergirse en el universo de lo que significamos, tanto en nuestra luz como en nuestra sombra”.
Autora: Escritora española Milagros Ríos
Imagen: Milagros Ríos.
SENTADA SOLA
Te vi sola y lejana, sentada, guardabas silencio,
tu voz callada mientras el tiempo se iba.Te vi en tu tristeza, quise acercarme pero no pude,
dejé seguir el momento, no logré entender tu pena.No me animé a preguntar, tuve miedo a molestar,
el viento mecía suave tu cabello, parecía acariciarte.Sentada sola estabas, en mí las preguntas,
¿Por qué? sin respuestas, cómo saber qué te hiere.Te vi y nada pude hacer, cómo calmar tu dolor,
no puedo olvidar, tú llorabas, tan solo miré sin hacer nada.Sentada sola ahí en ese viejo banco de una plaza casi vacía,
me faltaron palabras para llevarte consuelo,
me fui también, llorando y no comprendí.Autor: Miguel Márquez
Imagen: Rubén E. Ch.
EMOCIONES HOY
Reflexión dirigida a emociones:
Tristeza, te permito estar cuando lo necesites, porque sé que sentirte no es debilidad, sino un acto de amor hacia mí mismo.
Miedo, te escucho con atención, porque aunque a veces me paralizás, también me recordás lo valiente que puedo ser.
Dolor, te agradezco, porque aunque dolés mucho, traés contigo la promesa de sanación y fortaleza.
Alegría, gratitud y abundancia les doy la bienvenida y les agradezco porque a través de ustedes me permito disfrutar de las pequeñas cosas como un abrazo cálido, el aroma del café, la sonrisa de un ser querido o el simple hecho de respirar.
Me permito vivir plenamente el aquí y ahora, sabiendo que la vida se construye en esos momentos simples y mágicos.Hoy reconozco que los desafíos forman parte de este viaje. Acepto que no siempre estaré bien, pero también sé que cada obstáculo trae consigo una oportunidad para aprender y crecer. Decido transformar cada tropiezo en un peldaño hacia mi mejor versión.
Mientras camino este sendero, elijo cuidar de mi cuerpo, mi mente y mi espíritu. Hago espacio para lo que me nutre, lo que me equilibra y lo que me conecta conmigo mismo y con los demás. Agradezco por todo lo que tengo y por todo lo que está por venir, confiando en que cada paso que doy tiene un propósito.Autora: Escritora Sonia Coutto
Imagen: Gentileza Ricardo Gamero.
ALEGRÍA Y TRISTEZA
DESCRIPCIÓN NO PERSONAL
UN DÍA DOMINGO
No todos son iguales, por supuesto, dijo Ricardo.
Pero lo he pensado así, y lo describiré de esta manera:
El día, comienza con alegría -es el día del Señor- y del necesario y ansiado descanso para muchos y, además para algunos el de reunión de la familia.
Hay alegrías, charlas, almuerzos, brindis, en fin: día de compañía y de compartir cosas… Y luego la tarde, el mate, el sosiego que … marca el comienzo de lo que será algo así como una sensación de tipo agridulce, compuesta por un lado de plenitud por lo que se han vivido horas felices y por otro el nacimiento de algo así como una cierta nostalgia y casi tristeza, porque eso se acaba y es la separación de cada uno tomar su rumbo y comenzar a pensar en el día de mañana (lunes), inicio de la semana laboral con su rutina de trabajo -bendición para el que lo tiene y sufrimiento para el que no-, el de volver a las obligaciones, con sus cargas y cansancios, agotamientos -en algunos físicos en otros mentales-, sus responsabilidades y, a veces preocupaciones.
Y por último Ricardo agregó:
-Creo, en esta descripción, se me quedaron cosas en el tintero. Hay mucho para reflexionar, y es, debe ser, distinto según sea para una u otras personas, según su situación o momento de vida por el que esté atravesando.Malania
Imagen: Javier A. T.
NACE EL NIÑO DIOS
Bajo el cielo estrellado, en la fría noche,
nace el Niño Dios, con su amor inmenso,
en un humilde pesebre, entre los susurros,
un canto de esperanza, sin ruido, sin murmullo.La alegría se extiende, como un manto de luz,
en cada rincón, se encienden las sonrisas,
el frío se olvida, la paz se hace canción,
y en el aire flota la promesa de Redención.Pero entre las luces y el dulce cantar,
hay sombras que susurran, recuerdos al mar.
La soledad se cruza con la nostalgia de antaño,
y la tristeza susurra su eco lejano.En el corazón del pueblo, en cada alma herida,
resuena la esperanza de una nueva vida.
Porque al nacer el Niño, no hay dolor que resista,
y la Navidad es la respuesta a la herida.Es la luz que transforma, que cura y que salva,
un refugio para el alma, cuando la vida no habla.
Y en este diciembre, entre risas y llanto,
recordamos que el amor es siempre el encanto.Que la Navidad nos abrace en su más puro cantar,
y aunque el camino sea largo, siempre habrá un hogar.
Porque al Niño Dios, entre susurros de fe,
le damos el alma, la esperanza, y la piel.Malania
Imagen propia
HAZ TU MAÑANA ESPECIAL
Deja cantar ese pájaro tempranero en tu ventana.
Déjalo que venga a despertarte aunque el sol no quiera mostrarse.
Deja hablar a la soledad y baila con el sonido que regala el silencio.
Recuerda tras las nubes, el sol. Siempre está,
puede suceder que se tome un descanso sin privarnos su luz.Si tu día es con lluvia y la tristeza quiere ganarte, haz tu mañana especial.
Todo depende de ti, de tus ganas, tus fuerzas, tu voluntad.
Canta y ríe y lo malo se alejará lentamente regalando sonrisas.
Autor: Miguel Márquez
Imagen:JACARANDÁS
En la arboleda donde el viento canta,
el sol se filtra, tímido y dorado,
y entre los árboles, su sombra encanta,
un mundo verde, en paz, abrazado.Los jacarandás de flores violetas,
pintan de sueños el cielo lejano,
y sus pétalos, cual seda ligera,
alfombran senderos desde muy temprano.En sus ramas, los pájaros se esconden,
para romper la tristeza de hombres callados,
con sus trinos del alma, al paisaje responden,
al respirar de un jardín un poco olvidado.Así, entre árboles y flores en calma,
la arboleda cubre de quietud los seres,
y los jacarandás sus flores derraman,
aliviando corazones con males de ayeres.Malania
Imagen: de la red.
Avenida de Buenos Aires
MORETONES
25 de noviembre: Día Internacional de la lucha contra la violencia de género.
A Celia Raquel la llamaban Cera. Ella atribuía ese apodo a las dos primeras sílabas de sus nombres, pero los compañeros de la escuela lo asociaban con el color de la piel pálida y mustia y se lo decían sin piedad. Siempre fue de perfil bajo y muy buena en los estudios. Pero a los padres no les importaba eso, eran humildes al extremo y necesitaban que su hija trabaje a la par de ellos. Asistió a la escuela solamente hasta segundo grado, pero a pesar de eso nadie la podía engañar en cuentas de matemáticas ni en ortografía. O quizás la enseñanza de antes ¿era mejor que la de hoy día? Es algo que siempre me pregunto.
Cera tenía 15 años y cuidaba de sus hermanos menores cuando sus padres se ausentaban para vender sus productos de la chacra.
Un día sábado llegaron a su casa los padres de la novia de su hermano Mikel. Venían en son de hacer un trato entre las dos familias. Mikel quería casarse con Irena, pero los padres de la chica aceptarían esa unión únicamente a cambio de Cera, la que debía casarse con el hijo de ellos y hermano de Irena, llamado Mejailo. Como los jóvenes “no tenían ni voz ni voto”, al poco tiempo se llevaron a cabo las bodas, el mismo día para ambos. La fiesta de Irena y Mikel duró una semana completa en la casa de Mikel, mientras que la de Cera y Mejailo se realizó en la casa de este último. Como no quedaba lejos una de otra participaban en cada una en diferentes horarios. Las fiestas se caracterizaban por la música, el baile y la comida típica y casera.
Irena tuvo tres hijas mujeres mientras Cera, quien tuvo a su primer hijo al año de casada, después tuvo cuatro hijos más. Nunca contó si se casó por amor o por obligación. Nunca se vio que la pareja se diera un beso o un abrazo, ni siquiera se tomaban de la mano.
La hija menor de Cera, María Eulalia, vivía aterrorizada por el comportamiento de su padre. Cuando llegaba a su casa alcoholizado, golpeaba a su madre dejándole moretones en sus piernas, rompía lo que encontraba a su paso y la destrataba con palabras obscenas. Nunca supo por qué su padre se comportaba de esa manera con su madre, porque a sus hijos no los tocaba, nunca les hizo daño. Ella consideraba a su madre una santa, porque trabajaba todo el día en su casa para que no le faltara el pan en la mesa diaria.
Nunca contó nada a sus hijos, del tema no se hablaba en la casa. Pero sí los uniformados venían y se lo llevaban. Muchas veces fue preso por darle golpes a su madre, los vecinos se encargaban de denunciarlo ante las autoridades policiales. Pasado el día, la mujer le llevaba ropa limpia y comida, y luego lo dejaban en libertad. Quizás ella misma por lástima, pedía que lo liberaran.
María Eulalia nunca le tuvo rencor, respetaba a sus padres, aunque él haya sido un golpeador. Cuando enfermó, la madre lo cuidaba día y noche, hasta el momento de su muerte. La mujer, a pesar de haber podido reconstruir su vida con otro hombre, prefirió vivir sola el resto de su vida, por más de diez años.
María Eulalia recuerda con mucha tristeza los moretones en las piernas de su madre y el jarrito de aluminio todo magullado, sobre el brocal del pozo, colgado de un grueso clavo, con el que tomaban el agua pura del pozo de vertiente.Malania
Imagen de la red