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EN VUELO

Ella le enviaba cartas de amor.
Él, indiferente,
frecuentaba el harén,
su escudo fue el silencio
su cobija, un mar de dudas
navegante en ausencia de palabras
no  daba margen al amor.
Ella se volvió misterio
y asociada al desencanto
se convirtió en orfebre
de lagunas estériles
lo vio volar a través del horizonte
una y otra vez.
Pero un día  cansado y agitado
se posó sobre su árbol
ese que había tallado
con ahínco y con fervor.
Se encontraron sus miradas
se estrecharon en abrazos
titilaron sus dedos entrelazados,
sus labios, sus entrañas
se enardecieron, y sin vacilar
se olvidaron del mundo entero.
Cuando él reaccionó
ella ya no estaba.
Fija su mirada
en la lejanía
la vio revolotear
como en cimbra parpadeante.
¡Ven! resonó en el aire
y de un salto se elevó
allá fue
juntos, siempre juntos
felices para siempre. 
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