Poesía

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    CAMPANAS

    Suenan las campanas de la iglesia
    en la torre de ladrillos a la vista
    espantando a las palomas dormidas
    barriendo plumas y hojas caídas.

    Del interior se expande aroma a fresias
    fueron recogidas en primavera.
    Es un milagro, no se marchitan
    hasta sonríen cuando se las acarician.

    Malania

    Imagen: propia

  • Poesía

    PICAFLOR

    Revoloteaba un colibrí en el cielo de antaño,
    como un suspiro leve sin hallar descanso.
    Entre flores marchitas y brisas sin fin,
    envolviendo su sombra en vuelo sutil.

    Multicolor fue su estampa fugaz,
    destello que el tiempo no quiso guardar.
    Picaflor errante, eco del ayer,
    que en cada pétalo quiso renacer.

    Lo vi tantas veces al caer la tarde,
    al ponerse el sol tras viejos alambres.
    Era un poema sin verso ni voz,
    una despedida con forma de flor.

    El jardín ya no guardaba su olor,
    pero el viento murmuraba su antigua canción,
    lo busqué en el cielo, lo nombré sin fin:
    tan solo recuerdos al dulce colibrí.

    Pero un domingo, después de mucho tiempo
    volvieron en danza pequeños picaflores
    con su madre a la par, aleteando canciones
    entre plantas y flores con pétalos al viento.

    Una mañana tibia y clara del cielo sin fin,
    revolotearon como almas de ágil colibrí.
    Con alas de brisa, su vuelo es color,
    pintando en el aire un sueño multicolor.

    Hoy va de flor en flor, pequeño cantor,
    susurra secretos con dulce fervor.
    El picaflor danza, no busca razón,
    solo sigue el ritmo de su corazón.

    Malania

    Imágenes de la red.

  • Poesía

    COMODORO

    Muchos edificios grises
    bajo un cielo lleno de matices.
    Los grises bajan hasta el suelo,
    los naranjas y amarillos
    iluminan el cielo.
    Comodoro Rivadavia
    ciudad por muchos amada,
    la recuerdan desde su infancia
    con días ruidosos y noches calladas.
    Tal vez por algunos odiada
    por no haberles dado todo,
    con infancias poco felices
    en inviernos fríos y voz quebrada.
    Mi visita a Comodoro,
    una agradable experiencia,
    un objetivo sin mucha ciencia,
    viaje en grupo que hoy añoro.

    Malania

    Imagen: Gentileza de Gaby  

  • Poesía

    LAZOS DE NUBES

    ATARDECER DE OTOÑO

    En el borde del día, en suave atardecer,
    el cielo se tiñe con calma de papel.
    Colores rosa, violeta y marrón
    se funden despacio en la misma canción.

    Lazos de nubes cruzan el firmamento,
    dibujando silencios, trazando el momento.
    Una ventana iluminada, sobre la avenida,
    me observa en mi paso, como una despedida.

    Desde la chimenea, humo blanco se alza,
    como un suspiro que al cielo abraza.
    La oscuridad cercana ya empieza a tejer
    sus sombras suaves, su lento caer.

    El sol se va escondiendo sin decir adiós,
    detrás de los montes, detrás de la voz.
    Y el mundo, en silencio, comienza a soñar,
    mientras la noche lo viene a abrazar.

    Malania

    Imagen: Rosana G. B.

  • Poesía

    MASCOTA ESPÍA

    En un sector del jardín florecido,
    donde el sol se posa en paz al mediodía,
    camina sigilosa y sin ruido
    la elegante gata Sía.

    No es gata común, es espía
    de pajaritos que cantan sin temor,
    pero más que cazadora fría,
    es soñadora de amor.

    Entre flores se esconde ligera,
    ojos dorados, bigotes en tensión,
    más cuando el viento la espera,
    sólo juega sin intención.

    Los pajaritos vuelan desprevenidos,
    mientras Sía se estira al sol,
    la panza al cielo, los sueños dormidos,
    con el jardín como su control.

    Porque aunque parezca acechadora,
    Sía es reina, y no enemiga,
    bajo el sol, entre aromas de aurora,
    vive su vida tranquila… y amiga.

    Malania

    Imágenes: M. Julián T.

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    EN SUS QUINCE AÑOS

    PARA MIA

    De parte de su abuela, con todo mi amor

    Han pasado muchas lunas, muchos soles,
    el tiempo no se ha notado entre canciones y colores.
    De repente, quince años —¡qué misterio tan callado!—
    y mi niña se ha hecho grande, sin que el tiempo haya avisado.

    Eres risa en la mañana, luz serena en el andar,
    una mezcla de ternura con el fuego de soñar.
    A veces callas bajito, con mirada de universo,
    otras, el mundo se alegra cuando ríes sin esfuerzo.

    Entre libros y voleibol, vas dejando tu señal,
    con coraje y con dulzura, con cariño sin igual.
    Buena hija, buena amiga, con tu corazón abierto,
    el amor que tú regalas siempre vuelve, siempre es cierto.

    Hoy tus quince son un canto, una flor que va a brotar,
    un camino que comienza con promesas de brillar.
    Y aunque crezcas y te alejes, lleva siempre en la memoria
    que este amor que yo te tengo… es eterno, es tuyo, es gloria.

    Estoy segura que desde el cielo
    tu abuela y tus abuelos sonríen al verte brillar,
    orgullosos de tu esencia, de tu forma de amar.
    Y yo, desde aquí cerquita, te abrazo con emoción,
    porque verte crecer, Mía, es mi mayor bendición.

    Sigue siendo buena hija, buena hermana, buena amiga,
    no dejes que el mundo apague esa luz que hay en tu vida.
    Sé valiente, sé tú misma, con tu alma generosa,
    que quien ama siempre encuentra la vida hermosa.

    Malania

    Imagen: Propia

  • Poesía

    HORMIGA FLORIDA

    Una hormiga negra, brilla como el sol,
    lleva flores frescas sobre su cráneo inquieto,
    corona de pétalos, corona de misión,
    en su andar diminuto, perfecto y secreto.

    Camina sobre el mar, sin miedo, sin pesar,
    las olas no la tocan, el viento no la ve,
    como si el universo la dejara pasar,
    como si el agua supiera quién es.

    Cada paso un suspiro, cada flor una promesa,
    que entrega al horizonte con felicidad,
    su carga no pesa: es pura belleza,
    y su rumbo es sueño, fe y voluntad.

    Quién sabe adónde va, o si alguna vez llegó,
    pero el mar, en silencio, su viaje guardó.

    Malania

    Imagen de la red.

  • Poesía

    TODO AMARILLO

    Un camino muy largo,
    parecía ser un túnel,
    algo así como el túnel del tiempo.

    A lo lejos, ya casi al final
    se divisaba un inmenso faro.
    La luz era tan intensa
    que hasta en sus ojos se reflejaba.

    Se encendía fuertemente,
    y de a ratos, entre nubes titilaba.

    Muy despacito se consumía
    hasta que en lucecita
    muy pequeña, se convertía.

    Pero nunca se apagaba.
    Su corazón fuertemente latía,
    a que la siguiera, la empujaba.

    Entonces,
    corrió la niña, ligera, en la brisa
    por el camino hacia la playa,
    los pies descalzos, el alma tranquila,
    el sol la abraza, el mundo calla.

    A los lados, aromitos –espinillos-,
    como guardianes dorados del día,
    todo reluce, todo amarillo,
    también su vestido, también su alegría.

    A lo lejos, se encuentra el destino:
    entre espuma salada y reflejos fríos,
    el corazón duda entre dos caminos:
    se une en un beso el mar y el río.

    Y ella corre, danza, no se detiene,
    como si un sueño es lo que persigue,
    como si supiera que el tiempo viene
    a llevarse eso que el alma abriga.

    Malania

    Imágenes: Gentileza de Antonio M. N. y propia

  • Poesía

    TU MAR MI RÍO

    Tus ojos muy asombrados
    han fijado su mirada
    en el agua de la oleada
    de un mar embravecido.

    Que en día refulgente
    y actitud inexplicable
    borraba huellas adorables
    de pisadas en la arena.

    Tu cuerpo tendido a pleno
    sin contar labor alguna
    se tiñó dorado y bello
    borrando rastros del tiempo.

    En el otro extremo del Globo
    mis ojos muy absortos
    penetraron su mirada
    en muy apacible río.

    La brisa lo acariciaba
    meciéndolo en tierno lecho
    como mezquinando al tiempo
    para olvidar al frío invierno.

    Manaban miles burbujas
    de su cálido interior
    lo besaban y acariciaban
    con timidez y fulgor.

    Soñoliento y agobiado
    se extendía al fin el día
    tú, en la lejana España
    yo, en esta tierra querida.

    Si se unieran algún día
    mar y río, río y mar
    la bravura dormiría
    en brazos del río en paz.

    Malania

    Imágenes: propias

  • Poesía

    PUESTA DE SOL

    Sentada junto a un banco solitario,
    contemplaba la puesta de sol.
    Quizás un alma perdida,
    en una embarcación sin guía,
    acunada por el río,
    miraba pasar la vida.
    Detrás de mí las casas,
    en un tranquilo barrio, esparcidas,
    sin ruido alguno, parecían dormidas.
    Las aguas muy despacio corrían,
    como cauce estancado parecía.
    A lo lejos el ladrido de perros
    el silencio rompía.
    Comenzó a mover las hojas
    una suave brisa.
    El aroma a bizcocho recién horneado
    me abría el apetito sin prisa.
    Los cristales de mis anteojos
    ya no me ayudaban,
    no tenía un panorama nítido.
    Era hora de dejar el lugar,
    mi piel sentía frío.
    El sol se había escondido, tras el mismo río.
    Sentí que ese instante me envolvía
    en un otoñal y agradable rocío.
    En casa me esperaban para la cena,
    creían que me había perdido.

    Malania

    Imagen: Noe G.