Minicuentos

EL VIEJO CUADERNO DE POEMAS

Un árbol de lapacho, una flor, un ave o cualquier otro animal, el ocaso o la aurora boreal, el río revoltoso o el gigantesco mar. Y la lista puede continuar, con aquello que hace bastante tiempo me inspiraron a escribir versos y poesías de las de antes, (y por qué no de ahora también) con versos de métrica perfecta y rima asonante o consonante, porque así eran las poesías formales y clásicas. Fueron mis primeras poesías escritas en un cuaderno, para ocupar el tiempo los días de lluvia en una escuela de campo.
Sin que me diera cuenta, el cuaderno venía siendo espiado por alguien que no le gustaba escribir, leer poesías ni poemas, porque tampoco le gustaba la asignatura de las letras.
Convivíamos y nos llevábamos muy bien. Cuando me di cuenta que lo que yo escribía provocaba dudas y celos, no hubo más inspiración ni tampoco, quizás por egoísmo natura o por amor propio, no quise explicar cuál era el motivo de mis escritos. Ni sabía si había un motivo, solo escribía. Era feliz haciéndolo, me sentía plena.
Un día me enojé conmigo misma, arrojé el cuaderno al termo tanque y lo quemé. Algunas letras evocando el amor latente o ausente, también  se murieron incineradas.
Por supuesto que hasta el día de hoy me arrepiento de aquel arrebato a mi inspiración, ya que nunca más recuperé lo que había escrito. El fuego todo lo destruyó y mis deseos de seguir escribiendo se volvieron cenizas por mucho tiempo. Me arrepiento de no haber sabido enfrentar la situación.
Pero siempre hay un después, capaz de hacer surgir una llama que, por más pequeña que sea, vuelve a dar luz a un corazón solitario y enamorado de la vida para poder volver a escribir.
Hoy dos búhos ilustran mi escrito porque me dan mucha ternura viéndolos juntos y armónicos. Me transmiten amor y paz.

Malania

Imagen: R. E. Ch.

Compartir:

2 Comentarios

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *