Poesía

ELÍPTICO ECLIPSE

 
 
Un eclipse arrepentido se levantó contra el cielo 
cuando la granizada golpeó los vidrios del portezuelo, 
con ventanas entreabiertas a la hora de la siesta 
desnivelando los quicios, sembrando el pánico, 
haciéndolos sentir que estaban vivos, 
rompiendo el silencio con estrépito trueno 
y con  el impulso de su obtuso aliento.
 
Ni un designio de su voluntad que apareciera impreso 
se veía en letras grandes con la gloria de otros tiempos 
y sin encontrar sosiego 
hasta los pájaros en las jaulas, estaban muertos de miedo. 
 
Todo era complejo, aunque estaba completo 
en los espejuelos de la mesa donde el hombre estaba tenso, 
entre las flores de su propio huerto 
que en jarrones perfumaban la casa y todo su cuerpo, 
allí permaneció perplejo. 
 
Arengas  repetidas tan presentes en su vida 
a merced de sus sueños ahogados 
en un amanecer  solitario  y lento,
mientras su insomnio pastoreaba madrugadas 
y en vientos de luna llena sentía el paso del tiempo, 
dejando huellas descalzas con las palmas de sus manos 
estampadas en paredes enmohecidas en noches sonámbulas. 
 
Preso del tumulto exterior lleno de espanto, 
por todas partes los vestigios olvidados que el viento se iba llevando, 
con  lluvias de hojas secas que acababan en el último peldaño 
de una escalera de fieltro bajo la cual se guardaban 
los únicos platos de antaño.
 
Todo era culpa de aquel eclipse, decía ella para consolarlo, 
y él tirado como un mújol azul plateado 
en una casa de náufragos con puro olor a quemado, 
se abatía en el remanso de la decrepitud 
con alpargatas de desahuciado. 
 
Malania
 
Imagenes de la red.
 
                                                                           

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