La noche se mutila por truenos estridentes y aullidos de perros con estrellas caprichosas que titilan apuradas robando la luz de la luna como queriendo alumbrar desoyendo la tormenta a la par de los relámpagos.
Las primeras gotas esgrimiendo una sonrisa se escabullen entre las hojas de romero, salvia y flores de saúco.
El aroma de la absenta baña pétalos de hisopo y el verdor del erguido laurel.
Mientras los frutos de rosa mosqueta y arbustos de retama escoltan al viento que lleva hacia el mar la transparencia del agua.