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LLAMA APAGADA

Ella no volvió a ver aquel hombre. También dejó de contemplar las luces encendidas que traslucían por las cortinas de su ventana, hasta el hilo de humo gris que caracoleaba, tras apagar de un soplo una vela, o al soltar la última calada de un cigarrillo. Algo flotó en el aire por unos instantes, se desvaneció. y se instaló en su corazón. Vaya a saber hasta cuando el oscuro silencio albergará esa blanca llama apagada que alguna vez brilló.
Muchas veces tuvo que frenar el impulso de marcar su número y llamarlo. Escribía mensajes y los eliminaba antes de ser enviados. Las agujas de aquel reloj recorrían una y otra vez como en un círculo vicioso. El día y la noche se turnaban en la vigilia, sucediéndose. Pero la figura masculina no asomó más ni para dar los “Buenos días” o “Hasta mañana”.
Ella trató de olvidarlo.

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