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LOS DÍAS DE SERAPIO

Lejos de ser campo desolado sin cultivos,
Serapio se encargó de plantar
a su antojo y libre albedrío.
Con su azada y su pala abrió surcos
y sembró semillas, plantó esquejes y bulbos,
nada para vender, todo para su consumo
y el de sus mascotas.
Para él su familia son los animales,
un gallo cantor, un gato maullón, varios perros,
y unas cuantas gallinas que ponen huevos,
los suficientes para su consumo.
Las encierra por las noches
por las comadrejas intrusas
y así evitar escaramuzas
con sus amigos los perros.
El gallo es su despertador
con su canto mañanero,
y el ladrido de los perros
ahuyenta a los malevos.
El gato con su destreza
limpia la casa con fortaleza,  
de insectos y roedores
para evitar que se contaminen
los escasos alimentos
manteniendo limpio el ambiente.
Los perros acompañan a Serapio
a buscar agua de la vertiente
y la leña seca que busca del campo.
El gallo queda de jefe
con su ayudante el gato.
Las gallinas cacarean
orgullosas por el buen trato.
Serapio plantó batatas,
mandioca y mucho zapallo,
es lo que más le gusta
porque cosecha todo el año.
Sembró maíz,  verduras y otras legumbres,
por necesidad y por costumbre,
y a veces la incertidumbre
lo pone de mal humor
cuando hay heladas sin lluvias
o está muy caliente el sol.
Y así transcurren los días
de Serapio y sus mascotas
en total monotonía,
pero aún así es feliz en su choza.
Paredes de madera y bosque
chapas de cartón y estrellas
de cubierta para el sol de día
y la misteriosa noche.

Imagen: M.J.T.

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