Poesía

MELLA

Aguardaba que saliera la luna,
pero el viento la había tapado con las nubes.

El objeto de su vida se marchitaba en una tuna,
y no adornaba el aire el sonido de su bucle.

El fuego de su cuerpo ya no adornaba piel alguna,
pero su pasión florecía detrás de una cortina de tules.

La oscuridad relucía por una ventana de vidrios fume,
rasgada por puñales de oro viejo sin fortuna.

El escaso resplandor de estrellas lúgubres,
ahondaban la mella de su ánimo en pugna.

La monserga había llegado a la cumbre.

Malania

Imagen: G. F. T.

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