CON PÉTALOS DE ROSAS
Vagabundo enamorado
Un marginado vagabundo, entibia su cuerpo con el resto de un abandonado café, en una mesa solitaria con huellas de lágrimas de ausencia. El único local rodeado por árboles frutales, no hay otro que abra sus puertas antes de que salga el sol y cierra pasada la media noche. Errante camina por calles de tierra juntando pétalos de rosas deshojadas por el viento y escorias de un fingido jardín sin dueño. Prepara su cama con cartones y restos de algún lienzo deshilachado. Apoya su cabeza sobre una bolsa de un raso viejo, atada en un extremo con una suerte de bretel, que bien pudo haber sido un camisolín de una dama olvidada (o no). Desde adentro crujen hojas secas y más pétalos de rosas rojas que hacen las veces de una improvisada e incómoda almohada, donde el rojo se volvió amarronado por las huellas del sucio terreno donde es apoyada. Flemático al despertar acomoda su cabeza y besa su “almohada” como si a alguien recordara. Recoge los cartones acomodando uno a uno bajo una cimbra enmohecida, a la que el pasar del tiempo borró todo rastro de pintura. Arranca unas hojas de hierba que para él son depurativas y vuelve a las calles terradas y otras empedradas, con la compañía de algún perro abandonado y bajo el brazo, su almohada. La claridad del día le indica el camino hacia el único café que abre sus puertas antes de salir el sol.
Malania Nashki
¡QUÉ DESTINO!
La luz del sol se va apagando las palabras ya no riman, las flores se decoloran, y las hojas se marchitan. Las estrellas muy tímidas, titilan en la oscuridad. Se duermen las mariposas están tristes pero en paz. Los pájaros en sus nidos, se resisten a volar no emiten sus gorjeos tampoco el dulce cantar. Duerme la luna en la noche triste en su soledad, no se encienden las luciérnagas, en nubes se posarán. La lluvia moja las penas de los árboles desteñidos, por el fuego de un amor que se acabó por el destino.
MAÑANA GRIS
Es viernes
Una espina plateada
Cubierta de grises la mañana.
El desencuentro se hizo presente
En búsqueda de tus huellas
llegué hasta ti.
El aire de amor destruyó el tedio.