Relatos

UN SAPO DIFERENTE

Llovía.
El ambiente se presentaba denso y pegajoso.
Tuve que abrir la puerta  y la ventana que están bajo el alero.
El aire pesado por la humedad y el calor apenas dejaba correr una suave brisa traída por un tímido viento.
Un sapo del tamaño de mi puño me sorprendió.
No pidió permiso para entrar.
Quizás vino detrás de algún mosquito.
Debajo de la mesa, con los ojos bien abiertos, me miraba.
Por supuesto di un salto olvidándome de mi hernia en la ingle.
Sentí miedo de él y él sintió miedo de mí.
En un giro de ángulo llano, quiso disparar.
Pero mi secretaria logró alcanzarlo con una palita.
Se resistía el sapo, no quería salir, quería vivir dentro de la casa.
Me dio lástima, pero ya era tarde para volver atrás.
El sapo fue llevado a la vereda para que continúe su vida en otra parte.
Pero hoy, recibí otra sorpresa.
Ya no llueve y el sapo volvió a entrar al comedor de casa.
¿Será que alguien del otro mundo se ha convertido
y viene para protegerme y hacerme compañía?
Si pudiera lo dejaría vivir como quiere, en casa, en el patio, o donde prefiera.
Pero mis mascotas perrunas no lo dejarán.
Son cazadoras, buenas guardianas y muy celosas.
Le hablé al sapo explicándole la situación: si no te vas, terminarás muerto patas arriba.
¿Me habrá entendido? ¿Me hará caso?

Malania

Imagen de la red.

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