EL VIAJE DE LA CEBOLLA
Miguel es un productor y vendedor de frutas y verduras. Vive desde que nació en la localidad de Olegario Víctor Andrade, de la provincia de Misiones en el Litoral de la República Argentina. Estudió y obtuvo el título terciario en una Escuela Agrónoma cercana a su lugar de origen, pero no quiso continuar estudios universitarios. Prefirió quedarse para ayudar a sus padres en tareas de la chacra y así aprendió a cuidar y a querer cada una de las plantas y los productos que cosecha. Pero la superficie del terreno que trabajan no es de gran extensión, por lo que a veces es necesario reponer algunos comprando del Mercado Central. Su padre ya no vive y su madre es de edad avanzada por lo que el trabajo lo realizan Miguel, su esposa y un ayudante.
Cada semana llevan sus productos en camioneta, a la Feria de un lugar llamado Santa Helena.
Todo fue aumentando su costo, pero algunos productos subieron hasta el doble, como las cebollas.
Me acerqué al cajón de las blancas y de las coloradas. Casi todas diminutas y algunas con pequeños brotes verdes en señal de que deberían ser usadas para una nueva planta.
Le pregunté por qué traía esas para vender.
– Son más económicas –me respondió.
Y la esposa agregó: – Hay una en particular que la traigo y la llevo en un rincón del cajón y así por varios fines de semana, viaja de ida y de vuelta porque nadie la quiere. Parece estar podrida pero no lo está.
Entonces le pedí que me la vendiera. Me la dio y no me quiso cobrar por ella.
Llegué a casa y no me animé a utilizarla en la comida ya que no sabía si estaba buena o no. En cambio María, la chica que me ayuda con la limpieza en casa, a la que le relaté lo sucedido, me pidió para llevarla.
Viajó la cebolla, esta vez en colectivo, envuelta tímidamente en un papel de diario y una bolsita de polietileno para evitar que soltara olor en el bolso de María. Llegó a su casa para la hora de cocinar y no dudó en cortar la cebolla por la mitad. No estaba podrida, tenía brotes muy verdes, por lo que María utilizó el pedazo superior para preparar el almuerzo y la otra parte dejó en agua por dos días.
Como ese día no trabajaba fuera de la casa, procedió a preparar la tierra y colocar el pedazo de cebolla en tierra fértil junto a otras plantas de verdes hortalizas. Seguramente en breve, dará una nueva planta y nuevos bulbos comestibles.
Ahora, la cebolla viajera, está plantada en la localidad de Candelaria, de la misma provincia y país, lugar donde vive María.
Malania
Imagen: R. M. T.