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A ALZAR LAS VOCES

Lloran las nubes
en un otoño frío
y el sol oculto.

Descansa el día.
En la noche y el ocaso
la luna brilla.

Pero ella no se anima.
Tirada en su cama
la encontré llorando.
Afuera,
cesó la lluvia;
adentro,
la inundan sus lágrimas
mojando su almohada.
No es rosa, pero es gris.
No es blanco, pero es negro.
Así es el temperamento
del hombre que la acompaña.
Pero ¿realmente la acompaña?
La zarandea, la lastima.
Propina insultos,
golpea puertas,
y también a ella.
Eso no es vida
eso es violencia.
¿Por qué no lo deja?
Porque ella lo ama.
Porque hay factores
que a él la atan.
Nunca trabajó fuera de la casa
siempre la tuvo como esclava.
No tiene familia directa.
No se anima a dejarlo
porque la amenaza.
Necesitan ayuda, ella y él,
pero nadie se anima
a intervenir en esta historia cruel.

¿Qué hacer en estos casos?
Apelar a la conciencia,
para que se guarden
las manos en los bolsillos
de los pantalones y los sacos,
que se muerdan la lengua
antes de emitir palabras
que insultan y destratan,
y podría seguir enumerando
muchas acciones más.

Pero, ¿Esto sirve para frenar la violencia de género?
Recordemos: no solo la sufren las mujeres,
no hay diferencia de sexo ni de edad.
La violencia se instaló en la sociedad
y si no ponemos de nuestra parte
aunque sea algo de nosotros,
nunca se la podrá erradicar.
Hay que alzar voces aquí y allá.

Malania

25 de Noviembre: Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra las Mujeres.


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