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LA CONFIANZA Y EL AMOR

Abrió el ventanal y el sol de la mañana entró en la sala y dibujó una figura geométrica sobre el piso de las baldosas frías.
Salió.  El calor del verano la envolvió dejándola casi sin aliento. Vio las huellas de sus zapatillas en la arena.
Las gaviotas sobrevolaban un barco pesquero. Las olas se desplazaban por la playa llevando y trayendo burbujas y restos de diminutas rocas de colores.
El sol caía a pleno sobre ella. Ni los pájaros cantaban solo algunas hormigas trasladaban comida de hojas verdes a la cueva que no estaba lejos de allí, entre plantas que bordean el muro de la vereda.
Los rayos del sol atravesaban como flechas de luz los gajos de un único y  frondoso árbol.
Si hay amor, hay confianza, pensó. Pero si no hay confianza, el amor no existe.
Y prefirió caminar por la playa.
Luego regresó, preparó mate, su bebida preferida de la mañana, y se sentó bajo el árbol para esperar a sus hijos que armaran el gazebo junto al mar.

Malania

Imagen: Propia

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