PETRONA
Ha nacido junto a varios más, no sé bien cuántos. Fueron creciendo con la ventaja del calor de los días y el alimento que mamá gata conseguía en el vecindario, más la leche materna. Pero llegó el momento que cada uno debía conseguir un hogar para vivir y sobrevivir.
Un día de lluvia apareció ante la puerta de Vero un pompón que maullaba. Sin pensar lo hizo pasar para darle de comer. Le preparó una cama con una caja y una pequeña alfombra que ella misma había fabricado. A Vero le gustaban las artesanías y tenía especial habilidad para esas cosas.
Debía encontrar un nombre pero la duda se presentó cuando su hija le preguntó: ¿Es él o es ella? No se sabía porque no querían tocar al pompón para no ahuyentarlo; y lo llamaron Petrona.
Cuando se domesticó después de varias semanas, Petrona se tiró patas arriba para dormir más cómoda en su caja, mientras Vero preparaba el almuerzo. Para sorpresa de los moradores, vieron ahí que era gato y no gata. Rieron hasta que lo despertaron. Petrona los miró y como no entendía nada, siguió durmiendo plácidamente.
Ahora es tan mimoso y confianzudo que duerme a los pies de Vero y cuando ella estudia el curioso Petrona se acuesta sobre las hojas para llamar la atención. Busca mimos o avisa a su dueña adoptiva que es hora de descansar. Es una mascota adorable.
Malania
Imagen: V. D. S.