• Relatos

    ENTRE AMIGAS

    El pasto verde del parque se extendía como un tapiz bajo el brillante cielo azul de un día soleado. Tres perras corrían felices, cada una con su propia personalidad, pero todas compartiendo un mismo objetivo: la pelota.
    Una labradora marrón, juguetona, llamada Siberia, era la más grande del trío. Con su energía desbordante, saltaba y ladraba, intentando llegar primero a la pelota. Su pelaje relucía al sol mientras corría con determinación.
    A su lado, la perra blanca dorada, llamada Himalaya, rápida y astuta. Con su cola ondeando, se escabullía entre las patas de las otras dos, buscando la oportunidad perfecta para hacerse con la pelota. Su ladrido agudo resonaba en el aire mientras jugaba con la agilidad de una gacela.
    Por último, estaba la más pequeña, una bulldog francés llamada Mumbai. Aunque no era la más rápida, su estrategia era brillante. Se sentaba con calma, observando a sus amigas mientras corrían, esperando el momento ideal para actuar. Con un resoplido característico, se lanzaba de repente hacia la pelota cuando veía que las otras estaban distraídas.
    Las tres perras jugueteaban, persiguiendo la pelota que rodaba de un lado a otro, llenando el aire con ladridos de emoción. Cada una creía que podía ser la primera en atraparla, pero la pelota parecía tener vida propia, escapándose de sus patas en el último momento.
    Finalmente, en un movimiento inesperado, Himalaya se lanzó en picada, logrando llegar a la pelota antes que las otras dos. Con un salto triunfal, la tomó entre sus dientes y comenzó a correr, riendo en su propio idioma de ladridos.
    Pero Siberia y la pequeña, aunque sorprendidas, no se detuvieron y velozmente se le acercaron para disputar el balón.
    La astucia de las tres hizo reír a los que las observaban. Y entre risas y ladridos todo fue diversión compartida entre amigas.
    Cuando se cansaron, corrieron en busca de agua para beber, oportunidad que tuvieron sus dueños para esconder la pelota. 
    Felices, terminaron tiradas en el pasto dominados por el sueño.

    Malania

    Imagen: N. G.

  • Cuentos,  Relatos

    EL DINERO NO ES TODO

    Continuación de la Segunda Parte publicada el 06-10-2024

    Ya no me volveré a dormir por hoy, creo…

    Tercera Parte

    Debo también dejar escrito, continuó Rubén, cuál es mi situación actual, en este momento. Luego de haber llegado desde el país del Norte, en Enero del 2020, “escoltado” por dos agentes federales hasta Ezeiza, después de deportarme por una falsa acusación de haber dejado una carta con amenazas que nadie vio, sino por una denuncia de una persona que después pareció haber desaparecido misteriosamente, y de haberme tenido detenido ilegalmente -según normas internacionales, es lo que adujeron- por 3 años, he perdido todo lo que tengo de bienes materiales.
    Mi suerte es que, de mi vida anterior en Argentina, quedaron buenos amigos. Uno de ellos me ayudó a vivir con una mínima decencia, y no como yo suponía que iba a dormir en la calle, y comer de beneficencia. Luego me consiguió una casa donde vivir, y hasta aparecieron algunos dólares de los que guardaba antes de que me llevasen detenido a aquel país, que me dio la chance de elegir qué comer, así como pagar por una pieza, un baño, y un espacio para cocina, que ya estaban destinadas a la demolición. Es aquí adonde vivo hoy.
    Pero otro amigo, esta vez del exterior, con quien trabajé en aquel país, y también salió de allí con un derrame cerebral hacia su país de origen, Australia, se ofreció a ayudarme. Empiezo a salir de la miseria. Y con esto me alejaré de la gente miserable que puede herirme lo suficiente como para hacerme odiar, y entrar en el ordeñe de emociones de los diablos.
    Y sé que me quedan muchos más amigos. Muchos que me conocieron cuando no tenía ni idea de todo esto que me pasó. También algunos de mi familia que están en Tucumán y Salta, con quienes siempre nos hicimos bien, y eso se recuerda.
    Ya me queda poco tiempo en este estado. Aprendí qué es lo que está pasando, y eso me hará buscar una puerta hacia la libertad o, al menos, no descuidarme para caer de nuevo en la “granja de ordeñe de los diablos”.
    De cualquier manera, debo escribir esto también como catarsis sobre la vida que llevo hoy, y no caer nuevamente, especialmente en la debilidad de tratar de acumular dinero como única motivación. El tema dinero es lo que usan los arcontes (diablos) para corromper a las personas, hacerlos sufrir y odiar, y quitarles esos sentimientos que son su alimento. Me debo recordar la promesa de tener solamente el dinero necesario para vivir, con ahorros para 3 años de vida en forma extremadamente simple. Nada más. Y si entra más dinero que esto, donarlo rápidamente a las entidades que quiero y admiro (como mi querido colegio de Tucumán: el Instituto Técnico). Así me escaparé de cualquier tentación económica, y en consecuencia, a la posibilidad de caer en las manos de los ordeñadores de emociones.
    Hoy ya es otro día, para pensar, razonar, meditar, y decidir en cómo hacer para salir hacia la luz. En cómo alejarme o cómo abandonar el mundo de los “arcontes”. Si a veces alguna vaca se escapa del corral de los humanos y puede vivir una vida libre por un tiempo, lo mismo puedo intentar yo.
    A veces, y cada vez más, pienso que todo esto va a ser posible si me alejo de todas las partes donde se supone que me puedan encontrar. Esto deberá incluir algo de Argentina, todo ese país de Norteamérica que tanto me hizo sufrir, y también Europa, donde creo está el centro del mal, y que influencian en muchos otros lugares del mundo. Claro, eso es el centro del mal desde “nuestro lado” de la montaña o del Océano. Al otro lado seguramente están los habitantes de otros países como Rusia, China, India por nombrar algunos.  Los demonios no van a dejar de conquistar y alimentarse en ninguna parte del mundo. Pero quizás algún lugar con poca importancia para ellos sea una solución  para mí. Debo seguir intentando buscar ese lugar, y ver cómo llego. Creo que ya estoy entendiendo cómo funciona el sistema de los arcontes, o al menos eso es lo que creo.

    Malania

    Imagen: propia