EL LAGARTO
Ella había terminado de limpiar la galería que da al patio de su casa y se disponía a preparar el almuerzo, cuando escuchó un ruido extraño, como si algo pesado se arrastrara por el suelo.
Salió al patio por la puerta del frente y solo vio las ramas de los árboles que se movían con el viento. Volvió a ingresar a la casa, pero el ruido era cada vez más intenso. No convencida con lo que había visto antes, volvió a salir y al mirar detenidamente más de cerca, sus ojos no podían creer lo que veían. Hacia la casa, un enorme lagarto se arrastraba lentamente. Su piel gruesa y escamosa brillaba con el sol. Su cola larga se movía hacia un lado y otro como dando impulso a su recorrido. El movimiento de las plantas y el crujir de las hojas secas parecían acompañar su respiración. Sus ojos pequeños pero alertas la encandilaban, o al menos eso le parecía porque se le había helado la sangre.
No sabía qué hacer, porque recordó que, según dichos de personas entendidas en la materia, si él se asustaba, para defenderse podría atacar.
Permaneció inmóvil hasta que se animó a buscar el teléfono móvil que había dejado sobre la mesa. Lo filmó y fotografió; y como si eso lo hubiera disgustado, comenzó a sacar su larga lengua. Pero luego, ella se dio cuenta de que había hormiguitas y él las venía comiendo.
Su desconcierto aumentaba, mientras el enorme animal empezó a recorrer la galería sacando su lengua para capturar algunos insectos que ella no veía.
En vano fue su gran susto, porque el lagarto ajeno a su presencia, o quizás no, continuó disfrutando de su banquete. Moviéndose con una calma inquietante, dio un giro rápido y se deslizó hasta descender nuevamente al jardín. Desapareció entre las ramas pero el eco de sus pasos sobre el suelo de tierra parecía resonar en su cabeza.
Su corazón latía rápido y mientras cerraba la puerta de la casa, que suele mantener abierta por el intenso calor, se preguntaba qué haría en caso de que regresara. ¿Ya no podría mantener la puerta abierta? ¿Habrá sido esta una visita en busca de comida o tendrá su cueva en un sitio cercano?
Cuando llegó su marido le comentó lo sucedido. Él con tranquilidad le dijo:
– Es el lagarto Láser, nuestra vecina lo tenía de mascota. Ahora que se mudó a otra localidad, y no lo pudo llevar, vivirá buscando comida por los alrededores. Ojalá nadie le haga daño.
Ella lo miró desconcertada porque nunca antes lo había visto.
– La vecina lo tenía encerrado en una habitación y lo soltaba solo por las noches, es por eso que no lo habías visto antes- agregó el hombre.
¿Cuál será el destino del enorme Láser?Malania
Imagen: Ramona M. T.
COLIBRÍ TORNASOL
En un atardecer tranquilo, el sol iba desapareciendo dejando prolongadas sombras sobre el patio y el jardín. El aroma de los jazmines se expandía por todo el cálido ambiente de primavera. En un rincón del patio, cercano adonde la joven estaba sentada, rompió la calma el suave ruido como si fuese de un diminuto ventilador. Era un pequeño colibrí que la visitaba.
Tal vez cansado por la intensidad de su ajetreo, escogió ese lugar para descansar. Un cable y una rama le sirvieron de posada.
Pero no le bastó posarse solamente sino que se le acercó para pedir mimos.
Quizás estaba asustado, y la paz del lugar lo acogió en ese instante.
Como si supiera que ella no le haría daño el colibrí permitió que lo tocara.
Ella le acarició son suavidad el lomo y la pancita del pequeño y frágil pajarito. Su pecho brillaba como una joya mientras sus alas descansaban por un momento. El colibrí en agradecimiento y con expresión tranquila y soñolienta, cerraba los ojitos al ser acariciado. Su pequeñez parecía ser un milagro de la naturaleza. El aire alrededor se llenó de una quietud especial.
De pronto un leve estremecimiento recorrió sus alas pero no voló.
En ese instante ella sintió una conexión profunda y especial como si el pequeño colibrí estuviera agradeciendo por ese momento de descanso.
Un rayo de luz se filtró por entre las ramas del naranjo e iluminó su cuerpito, abrió los ojos, la miró con una expresión que contenía miles de historias.
Luego, con un delicado batir de alas, se alejó, zumbando de nuevo por el jardín, como si nunca hubiera hecho una pausa.
La joven mujer sintió una sensación de calma en el corazón. El patio y jardín volvían a su ritmo, pero el colibrí, aunque ya no estuviera, en su pequeño descanso había dejado una huella en el aire, un recordatorio de que, a veces, la belleza y la paz se encuentran en los momentos más simples y sencillos de la vida.Malania
Imagen: Rosana M. B.
EL DINERO NO ES TODO
Continuación de la Segunda Parte publicada el 06-10-2024
Ya no me volveré a dormir por hoy, creo…
Tercera Parte
Debo también dejar escrito, continuó Rubén, cuál es mi situación actual, en este momento. Luego de haber llegado desde el país del Norte, en Enero del 2020, “escoltado” por dos agentes federales hasta Ezeiza, después de deportarme por una falsa acusación de haber dejado una carta con amenazas que nadie vio, sino por una denuncia de una persona que después pareció haber desaparecido misteriosamente, y de haberme tenido detenido ilegalmente -según normas internacionales, es lo que adujeron- por 3 años, he perdido todo lo que tengo de bienes materiales.
Mi suerte es que, de mi vida anterior en Argentina, quedaron buenos amigos. Uno de ellos me ayudó a vivir con una mínima decencia, y no como yo suponía que iba a dormir en la calle, y comer de beneficencia. Luego me consiguió una casa donde vivir, y hasta aparecieron algunos dólares de los que guardaba antes de que me llevasen detenido a aquel país, que me dio la chance de elegir qué comer, así como pagar por una pieza, un baño, y un espacio para cocina, que ya estaban destinadas a la demolición. Es aquí adonde vivo hoy.
Pero otro amigo, esta vez del exterior, con quien trabajé en aquel país, y también salió de allí con un derrame cerebral hacia su país de origen, Australia, se ofreció a ayudarme. Empiezo a salir de la miseria. Y con esto me alejaré de la gente miserable que puede herirme lo suficiente como para hacerme odiar, y entrar en el ordeñe de emociones de los diablos.
Y sé que me quedan muchos más amigos. Muchos que me conocieron cuando no tenía ni idea de todo esto que me pasó. También algunos de mi familia que están en Tucumán y Salta, con quienes siempre nos hicimos bien, y eso se recuerda.
Ya me queda poco tiempo en este estado. Aprendí qué es lo que está pasando, y eso me hará buscar una puerta hacia la libertad o, al menos, no descuidarme para caer de nuevo en la “granja de ordeñe de los diablos”.
De cualquier manera, debo escribir esto también como catarsis sobre la vida que llevo hoy, y no caer nuevamente, especialmente en la debilidad de tratar de acumular dinero como única motivación. El tema dinero es lo que usan los arcontes (diablos) para corromper a las personas, hacerlos sufrir y odiar, y quitarles esos sentimientos que son su alimento. Me debo recordar la promesa de tener solamente el dinero necesario para vivir, con ahorros para 3 años de vida en forma extremadamente simple. Nada más. Y si entra más dinero que esto, donarlo rápidamente a las entidades que quiero y admiro (como mi querido colegio de Tucumán: el Instituto Técnico). Así me escaparé de cualquier tentación económica, y en consecuencia, a la posibilidad de caer en las manos de los ordeñadores de emociones.
Hoy ya es otro día, para pensar, razonar, meditar, y decidir en cómo hacer para salir hacia la luz. En cómo alejarme o cómo abandonar el mundo de los “arcontes”. Si a veces alguna vaca se escapa del corral de los humanos y puede vivir una vida libre por un tiempo, lo mismo puedo intentar yo.
A veces, y cada vez más, pienso que todo esto va a ser posible si me alejo de todas las partes donde se supone que me puedan encontrar. Esto deberá incluir algo de Argentina, todo ese país de Norteamérica que tanto me hizo sufrir, y también Europa, donde creo está el centro del mal, y que influencian en muchos otros lugares del mundo. Claro, eso es el centro del mal desde “nuestro lado” de la montaña o del Océano. Al otro lado seguramente están los habitantes de otros países como Rusia, China, India por nombrar algunos. Los demonios no van a dejar de conquistar y alimentarse en ninguna parte del mundo. Pero quizás algún lugar con poca importancia para ellos sea una solución para mí. Debo seguir intentando buscar ese lugar, y ver cómo llego. Creo que ya estoy entendiendo cómo funciona el sistema de los arcontes, o al menos eso es lo que creo.Malania
Imagen: propia
EL DINERO NO ES TODO
Continuación de la Primera parte publicada el día 29-09-2024……
“No quiero volver a la pudrición de vivir sólo por el dinero”…
Segunda parte
No quiero pasar lo que pasé cuando estuve en Norte América, comentó Rubén. Necesito volver a la luz, a la verdad, volver a vivir como cualquier ser de luz (que no he vuelto a ser por casi 20 años).
Entendí que me había sacado una capa de encima, -como si fuese una cebolla-. Pero no tengo en claro cuántas capas más debo retirar de mi caparazón de tristezas para volver a ser lo que una vez creía que era, sin darme cuenta de en qué me estaba convirtiendo -con el paso del tiempo- que simplemente era en otra cosa que nunca quise ser, ni siquiera entendí por qué llegué aún muy confundido, a ciertas situaciones terribles de mi vida, sólo intentando que no me hagan más daño, y cuidando de no hacer daño a nadie. Toda una vida loca.
Quizás, la lectura de ayer (sobre “Anatomía de un ataque Arcóntico” de Patrick Herbert) del sitio “Biblioteca Pléyades”, me acercó ciertos conceptos importantes para poder entender mejor la verdad de las cosas y “qué es lo que está pasando” en el mundo, realmente.
Desde hace cierto tiempo, unos 12 a 15 años atrás, sentí como que algo o alguien definió que yo ya estaba “como maduro” para aprovechar mis sentimientos, y desde allí empezó una campaña de terror sobre mí, para cosechar/ordeñar mis sentimientos de miedo y angustia. Era una cosa que intentaba catalogar de loca, de que no podía ser, de que un Dios bueno (épocas que creía que un dios bueno nos cuidaba) no podía dejar hacer tales cosas con la gente que Él cuida, ni dejar que seres malvados tomen posesión de uno de “sus hijos”. Pensaba: “Si yo, a los cachorritos de mi perra de raza doberman, no los vendía a la gente que me parecía que no tenía amor por los perros (y eso que me darían buena cantidad de dinero por ellos), y se los regalaba a aquellos que no tenían dinero, pero los veía con tanto amor por los animales… ¿Cómo Dios no haría mucho más por mí?
Después… vi que eso no pasaba.
Que mis miedos y angustia eran cada vez más fuertes. Y no era sólo una sensación, sino que la vida, aun teniendo en ese tiempo buenos ingresos económicos, se me presentaba angustiante, terrible y esquiva. Finalmente terminó en lo que terminó en 2012.
Al volver a Argentina pensé que era el designio de Dios. Que aquí Dios me cuidaría mejor, quizás. Que como aquel país del norte es el paraíso del mal, no debí haber pensado en ir allá, como lo había intentado siempre, desde adolescente. Que ahora, estando en mi país, adonde yo pertenecía, un dios bueno me cuidaría de nuevo. Pero me equivoqué una vez más. El juez que me tocó en el reclamo sobre mí por denuncias mentirosas hizo –porque no pude pagar una fianza de mucho dinero, que es lo que me pidió- lo necesario para que vuelva al infierno, donde me torturaron hasta que entendí que sólo los delincuentes salen libres. Acepté convertirme en falso delincuente, para que me soltaran, me liberaran del suplicio, y así poder volver a Argentina, mi país de origen.
Para este momento, ya Dios no era ninguna entidad para mí. No queda nada de esas ideas. Con todo lo que me pasó, pienso que a este mundo lo controlan los demonios. Y que la única posibilidad de estar alejado de ellos es que no te identifiquen como una probable “vaca lechera” de emociones negativas. Yo perdí. Ya estoy catalogado. Todo ocurrió en aquel país, donde los sentimientos de envidia, angustia, y todo tipo de tensiones emocionales negativas son las reglas que manejan la vida de los habitantes. Por eso hay tantas muertes, tanta delincuencia. Por eso también hay tantas historias de gente que pasa de “millonario” a vagabundo, o “linyera”, y también al revés. Hay tantas almas dando vueltas con tantos sentimientos negativos para “colectar” que, a veces, los diablos se olvidan de los anteriores, o bien les permiten volver a su vida para luego poder “ordeñarlos” de sentimientos negativos mucho mejores, más fuertes, después de haberles permitido tener esperanzas en una vida mejor. En eso caí yo. Pero siempre creo que todas las cosas tienen alguna salida, y tengo que encontrarla.
Lo bueno es que ya sé que no hay un dios que nos cuide, o al menos a las almas como la mía, que ya cayó en manos de los demonios que controlan esta parte del universo donde estoy. Y también sé que estos entes tratarán de hacerme todo el daño posible –a través de cualquiera- para hacerme generar miedos, angustias, y todo tipo de sentimientos negativos de los que ellos se alimentan. Y finalmente sé que es probable que lo consigan, porque aún no estoy dispuesto a morirme y abandonar este sector del universo donde estoy puesto a prueba, pero, a la vez, estoy trabajando en evitar mi sentimiento de odio, que supongo es lo más delicioso para alguien que se alimenta del mal. Quizás pueda alejarles con mi voluntad de no hacer daño a nadie, ni pensar en ganar mucho dinero.
Hoy el ataque de estos demonios viene a través del indio que vive en la misma propiedad que habito, en el departamento que está adelante del mío, de esta casa donde vivo mi miseria actual. Siendo una persona tan primitiva este indio (no creo que lea nada más fuera del Whatsafpp en su teléfono), entiendo que lo podrán manipular con facilidad. Y por eso hoy está atacándome con lo que puede. Ahora que lo entendí, voy a operar contra eso, tratándolo de la mejor forma posible, y no haciendo caso a las provocaciones de él. Será “uno fuera”.
Ahora decido que vuelvo a mi vida. Estoy despierto. El sueño del amanecer ya pasó. Una vez más, pude esclarecer dónde está el mal, y lo que hace. Ya no me volveré a dormir por hoy, creo.Continuará el domingo 13 próximo.
Malania
Imagen: Propia y de la red
EL DINERO NO ES TODO
REPORTE DIARIO. Primera entrega.
-“Como si fuera un reporte diario, escribo esto para no olvidar”. Lo dijo Rubén y lo hizo.
“Hoy 24 de Mayo de 2021, o más bien anoche, ocurrió algo diferente.
Mis sueños fueron, por primera vez en mucho tiempo, algo completamente distinto a lo de siempre.
Esta vez, soñé sin saber cómo ni por qué, con que participaba de una banda que nos hacíamos de una gran cantidad de dinero. Pero, la verdad, era que no lo robábamos ni asaltábamos a nadie. Era muy extraño.
Tampoco recuerdo quienes eran los demás. Eso sí: debimos ser 5 personas. Y lo recuerdo porque uno de todos los que estábamos repartiéndonos esa enorme cantidad de dinero dijo: “Bien, pero fui yo el que preparó las cosas y compró todo lo necesario para que vengamos a tomar todo este dinero, me merezco algo más, o la devolución de mis gastos…”. Yo fui el que respondí a aquello, diciendo: – “Es justo que le demos una quinta parte de todo lo que nos estamos embolsando, ya que, gracias a él, podemos hacerlo. A partir de este momento, haré 5 pilas de fajos con billetes de los cuales, uno de ellos, será para él…”
No había, en realidad, en mí, ningún egoísmo, sino sólo agradecimiento. Era una cantidad tan grande, que ni siquiera éramos capaces de contar todo ese dinero. La sensación que yo tenía era que no iba a poder gastarlo por el resto de mi vida, estaba allí (era una mesa grande, como llena de fajos de 100 billetes de $100 dólares cada uno, es decir 10 mil dólares por fajo), y los estaba poniendo cuidadosamente en una caja grande de cartón, bien acomodados en la misma, para que quepan más. Tampoco sentía miedo, ni ansiedad. Era simplemente algo de lo más común, como una cosa natural, más natural que caminar.
Una vez que llené mi caja, y que separé lo que había decidido entregar a quien nos llevó hasta el lugar, pensé que lo que tenía en esa caja era suficiente para mí, por lo que decidí envolver la caja con un pliego de papel madera, y salir de allí. Mientras tanto, veía a los demás que seguían tomando fajos de billetes y llenando bolsas. No me importó, yo ya tenía lo que consideraba suficiente para mí.
Pensé -en ese momento- en retirarme de allí antes de que se terminen de repartir el dinero. Creo que el sentimiento justo para ese instante fue que aquellos (a quienes no conocía, ni siquiera los había visto en mis sueños) podrían ponerse violentos y tratar de pelear por quitarles a los demás el dinero que habían separado para sí. Yo me pregunté: “¿Qué sentido tiene pelear por un fajo -o muchos- más, cuando uno pudo separar todos los que quiso, sin que los demás lo molesten? Pero entendí que la avaricia humana es infinita, y que -no conociendo a los demás- estaría tomando un riesgo innecesario si me quedase.
Así, tomando mi caja de cartón llena de fajos con dinero, envuelta en papel madera (todo muy elegantemente envuelto, y preparado), me escabullí de allí, prácticamente (al menos esa era la idea), sin que me vieran. Y al salir de allí fui hasta una habitación de hotel (al parecer, estábamos en un edificio que parecía un gran hotel, pero donde nuestras habitaciones parecían un departamento, o quizás una oficina) en la ciudad de Buenos Aires. Había una especie de placar, sobre una pared, con una gran cantidad de puertas. Abrí una de ellas y coloqué la caja con todo el dinero adentro.
De pronto, recordé que debía hacer una diligencia en algún lugar de la ciudad, y se me estaba haciendo tarde. Con lo que dejé las cosas allí, y salí para hacer aquello que debía (no recuerdo ni qué era, ni para qué). Tampoco recuerdo en qué viajé para hacer esa diligencia, aunque parecía ser un tren, o el subte. Viajé cómodamente y con rapidez, hasta que me bajé en algún lugar y empecé a caminar, para llegar a dónde tenía que ir.Mientras caminaba comienza otra parte de mi sueño. Como siempre, es casi imposible para mí hacer más de una cosa a la vez. Es decir: puedo hacer una cosa a la vez, pero en esos momentos, empiezan a generarse innumerables pensamientos en mi mente, que me hacen hasta olvidar adónde voy. Y esto ocurrió. De pronto, empecé a pensar en cómo retiraría el dinero de dónde lo había guardado. Y peor ¡por qué lo había dejado abandonado en un lugar que no tenía seguridad de nada, para venirme a hacer una diligencia que ni siquiera recordaba, y que jamás tendría la mínima importancia frente a aquella enorme cantidad de dinero que había colocado en la caja!!
En aquel momento fue cuando entraron los malos pensamientos. No importaba qué fue lo que pensé hacer que era importante: “no lo era”. Lo importante era volver a buscar el dinero, pero ¿aún estaría donde lo dejé? Y si vuelvo ¿no me encontraré con aquellos con quienes estuve sacando todo aquel dinero de la gigantesca mesa que, habiendo terminado con su labor, me estén buscando para quitarme la parte que yo tomé? O peor: ¿podré sacar esa caja grande con dinero -que además pesa bastante- del edificio donde la dejé sin que nadie se interese por ver lo que llevo? ¿Y si me para un policía? ¿Qué le podría explicar a un policía? Yo sabía que no había asaltado a nadie, pero también sabía que era algo que no me había ganado trabajando. Alguien me llevó a ese lugar, donde se encontraba todo ese dinero, y nos dedicamos a colocarlo en una bolsa o una caja, para llevárnoslo, y nada más. ¿Fue eso un robo? Yo ni lo había pensado, pero cualquier policía pensaría eso y alguien más hasta podría matarme para quitarme el dinero.
Tenía que hacer las cosas diferentes, de una manera más natural. Hoy, la gente joven, cargan todos ellos una mochila, ya sea para ir a trabajar, al colegio, o por cualquier cosa. Llevar una mochila y poner dentro el dinero podría ser la solución. Pero tengo mi mochila en mi casa, y debería ir a buscarla. Claro que esto me llevó a otra preocupación: ¿Cómo hago para llegar a mi casa desde allí? No tenía en claro ni dónde estaba. Más aún: ¿Entrarán todos esos fajos con dinero en mi mochila? No estaba seguro. Pero lo peor: ¿Cuánto tiempo me llevaría el ir a buscar la mochila y volver? ¿Estaría aquella caja con dinero en el mismo lugar cuando finalmente vuelva? Si aquel edificio era un hotel, y yo había salido de la habitación, había la posibilidad de que la gente del hotel hubiese alquilado la habitación a otra persona, quien quizás hubiese encontrado ya mi caja con dinero, y no me quedase nada. Es decir, una gran posibilidad de que hubiese perdido todo. Y peor aún, encontrarme con aquellas otras personas que estuvieron retirando dinero y sabrían que yo tenía una parte, y trataran de quitarme algo que realmente en este momento ni tenía, sino que lo había olvidado en aquel placar de una habitación de hotel que ni siquiera recordaba cuál era la ubicación del hotel o edificio. Tampoco recordaba siquiera el número de habitación.
Creo que la angustia que me estaba causando este sueño a esta altura del asunto hizo que es ese momento me despertase. ¡Y me sentí feliz de darme cuenta que era sólo un sueño!
También me sentí feliz de que no me hubiese importado mucho toda esa enorme cantidad de dinero que había guardado en la caja, que parecía que era como para vivir más de 3 vidas. Nunca lo miré al dinero como si fuese una cosa importante. Mientras recogía los fajos de billetes, le daba menos importancia que si fuesen frutas colocándolas en una bolsa del mercado.Al final, incluso me llegó un sentimiento de alegría por no tener ese dinero. Por no tener que pensar qué haría con eso, y que tenerlo, posiblemente me alejaría de todas las personas que tengo cerca, ya fuese porque las conozco personalmente, o no. La avaricia y el egoísmo son -además de pecados capitales o, al menos, la “avaricia” creo que lo es- sentimientos que “pudren” no sólo el alma de las personas, sino también de aquellos relacionados con uno. Y no quiero eso. No quiero volver a la pudrición de vivir sólo por el dinero”.
Continuará el próximo domingo 06-10-24
Malania
Imagen: de la red
SUEÑOS EN LIBERTAD
Me han dejado solo dentro de esta enorme casa.
Me llaman Michi o Negrito. Soy negro azabache y no nací completo, pero creo que soy lindo y atractivo por el color miel de mis ojos. A veces me miro al espejo y llevo el pelo impecable y brillante.
Por suerte las puertas de todas las habitaciones quedaron abiertas. Puedo tener todo bajo control y desplazarme por la casa a pesar de tener solo tres patas. Me dejaron solo, pero tengo comida y agua suficiente para más de un día. Las piedritas para hacer mis necesidades son muchas y no quedará olor si las hago. Puedo ver por la ventana a mis hermanas adoptivas, Huma y Sía. A ellas no les faltan las patas, así que pueden correr y saltar en caso de peligro. El barrio es tranquilo y el perro es un buen guardián. Por eso no tengo miedo, estoy bien acompañado desde el exterior.
No sé si se enojarán o no conmigo pero hoy quiero soñar lindo. Voy a dormir en la cama grande así puedo estirar mis músculos y desperezarme a mis anchas cuando me despierto.
¡Me pillaron! Espero no me regañen, aunque creo que no porque me tienen mucho amor.Malania
Imagen: Julián T.
COMO CONO TRUNCADO
En el corazón de una ciudad futurista, se alzaba un edificio que llamaba la atención de todos los que pasaban por allí. Era una estructura moderna, con una forma de cono truncado que reflejaba el sol en sus paredes y ventanas. Sus pisos se iban reduciendo en tamaño a medida que ascendían, dando la impresión de que el edificio estaba a punto de ser lanzado hacia el cielo.
Este edificio, no solo era una obra arquitectónica, sino también un símbolo de la innovación. Los habitantes de la ciudad y los turistas habían aprendido a apreciar la singularidad del cono truncado, que era mucho más que una simple edificación: era un punto de encuentro para la comunidad, un centro de atracción artística y un lugar de reflexión y meditación.
En su punto máximo de altura, había una terraza abierta al público. Desde allí, se podía observar toda la ciudad con una vista panorámica impresionante. En una tarde despejada, la joven artista Amalia subió a la terraza con una misión: capturar la esencia del lugar en su lienzo.
Mientras pintaba, Amalia no pudo evitar sentir una conexión especial con el edificio, que no solo parecía un faro de progreso, sino también un guardián de los sueños y aspiraciones de quienes vivían a sus pies. La forma truncada del cono representaba, para ella, los desafíos que se enfrentan al alcanzar grandes alturas, pero también la promesa de que siempre había un horizonte nuevo por descubrir.
Amalia concluyó su pintura justo cuando el sol comenzaba a ponerse, y el edificio reflejaba una gama de colores cálidos que parecían fundirse con el cielo. Con una sonrisa satisfecha, miró su obra y supo que había capturado algo más que una imagen. Había capturado el espíritu de la ciudad y la esperanza que emanaba de aquel monumento moderno.
La artista grabó un recordatorio tangible: de que los sueños, aunque desafiantes, siempre encontraban su camino hacia el cielo.Malania
Imagen de la red.
MASCOTA PERDIDA
En un rincón sereno del bosque, una perrita cansada se acurrucaba junto a un árbol. Había pasado el día explorando y jugando, pero el calor y la fatiga la habían vencido. Sus pequeños ojos se cerraban lentamente mientras el sol comenzaba a bajar en el horizonte.
Un perro curioso, que paseaba por la playa cercana, notó las huellas en la arena que se dirigían hacia el bosque. Siguiendo el rastro, llegó hasta la perrita dormida. La observó con ternura y, con un ligero movimiento de su pata, la despertó.
Al instante, el suave murmullo del lago cercano se hizo más evidente. La perrita, al ver al perro y al reconocer la familiaridad de su compañía, se levantó con renovada energía. Juntos, siguieron las huellas que conducían hacia el lago.
Mientras el sol se ocultaba, el lago de aguas tranquilas reflejaba los tonos dorados y rosados del atardecer. El brillo del lago parecía acunar el final del día con una paz serena. Los dueños de la perrita, preocupados y buscando en la arena, finalmente llegaron al lago y, al ver a su mascota sana y salva, sus rostros se iluminaron de alivio y alegría.
Reunidos a la orilla del lago, el perro, la perrita y sus dueños compartieron un momento de tranquilidad y regresaron a la casa. Las huellas en la arena y el resplandor del atardecer eran un recordatorio de que, aunque el día había sido largo, el final era perfecto y lleno de gratitud.Malania
Imagen: de la red
INCENDIO
Era una tarde calurosa, con el sol brillando con intensidad sobre los campos en parte verdes, en otras, dorados. En una pequeña aldea, las familias se dedicaban a sus tareas diarias, disfrutando de la tranquilidad que ofrecía el entorno rural. Sin embargo, esa calma estaba a punto de ser interrumpida de una manera inesperada.
Como lo hacía habitualmente, Pedro, un joven granjero, estaba trabajando en su huerto. Mientras plantaba verduras, vio una columna de humo elevándose a lo lejos. Al principio pensó que era una fogata de algún vecino, pero pronto se dio cuenta de que el humo se estaba volviendo más denso y se extendía rápidamente.
Pedro dejó sus herramientas y corrió hacia la colina que le ofrecía una mejor vista. Lo que vio le heló la sangre: un incendio se había desatado en la ladera opuesta, y el fuego se estaba extendiendo rápidamente hacia su dirección. El viento norte soplaba fuerte, empujando las llamas hacia los campos que había trabajado tan duro para cuidar.
Sin perder tiempo, Pedro comenzó a alertar a sus vecinos. Con su voz resonando en la tarde calurosa, corría de casa en casa, llamando a todos a la acción. – ¡Hay un incendio en el campo! ¡Tenemos que ayudar a apagar el fuego! ¡Llamemos a los Bomberos!
Los aldeanos se apresuraron a salir de sus casas, algunos en estado de pánico y otros con una determinación feroz. Las familias se reunieron, recogieron a sus animales y se dirigieron al punto más alto de la aldea, lejos del fuego. Mientras tanto, Pedro y un grupo de hombres comenzaron a organizarse para luchar contra el incendio.
El fuego avanzaba rápidamente, y pronto las llamas comenzaron a devorar los campos de trigo y las zonas boscosas. Pedro sabía que necesitaban una estrategia para frenar el avance del fuego. Decidió dividir a los aldeanos en equipos para trabajar en varios frentes. Algunos usaban cubos de agua y mangueras para intentar controlar las llamas, otros cortaban ramas de árboles y con eso golpeaban los pastos más cortos para apagarlo.
A medida que avanzaba la tarde, la lucha contra el incendio se volvía cada vez más difícil. Los hombres estaban agotados, y las mujeres se turnaban para llevar agua y aliento a los que estaban en el frente de batalla. A pesar de sus esfuerzos, el fuego seguía avanzando, consumiendo todo a su paso.
Justo cuando parecía que todo estaba perdido, llegó una brigada de bomberos de la ciudad vecina. Habían escuchado las noticias del incendio, alguien dio aviso de lo que estaba sucediendo, y acudieron en ayuda. Equipados con camiones de agua y mangueras de alta presión, se unieron a la lucha y, finalmente, lograron controlar el fuego.
La noche cayó, y el incendio se extinguió, dejando tras de sí una extensión considerable de campo quemado. Los aldeanos, aunque cansados y tristes por la pérdida, estaban agradecidos por la ayuda recibida. Se reunieron en la plaza de la aldea para celebrar su valentía y el esfuerzo colectivo que les permitió salvar vidas y propiedades.
Pedro, exhausto pero satisfecho, miró los campos quemados y su huerto intacto, porque gracias al riego artificial que hacía poco había instalado, el agua no permitió que el fuego avance en ese sector y en otros cercanos. Agradeció a Dios por la comunidad que estaba unida y que juntos podrían superar cualquier desafío.
Así, aunque el incendio dejó cicatrices en el campo, también fortaleció los lazos entre los aldeanos y demostró el poder de la solidaridad en tiempos de adversidad.
En el aire flotaron preguntas y hasta hoy quedan recuerdos: ¿Cómo se produjo el incendio? ¿Una botella de vidrio que alguien tiró y quedó expuesta al sol? ¿Una colilla de cigarrillo?
Sobre todo en días de calor intenso, se deben tomar precauciones para evitar este tipo de accidentes.Malania
Imagen: Bomberos
EL TERO TICO
En un vasto campo de verdes praderas y colinas suaves, vivía un tero llamado Tico. Era conocido por su elegante plumaje gris oscuro, negro y blanco y su característico grito agudo que resonaba a gran distancia. Cada mañana, al alba, Tico se levantaba temprano para recorrer su territorio y asegurarse de que todo estuviera en orden.
Un día, mientras exploraba cerca de un arroyo, Tico vio algo inusual: una bandada de aves desconocidas había llegado al campo. Eran aves grandes con plumaje brillante y un comportamiento algo extraño. Tico, siendo el guardián del campo, decidió investigar. Voló hacia ellas con su característico vuelo enérgico y les preguntó qué hacían allí.
Las aves le respondieron que estaban buscando un lugar seguro para anidar. Tico, siempre dispuesto, les ofreció su ayuda para encontrar el lugar perfecto. Juntos exploraron el campo, y Tico les mostró los mejores lugares para construir sus nidos, asegurándose de que estuvieran alejadas de los depredadores y con suficiente comida cerca.
Con el tiempo, las aves nuevas se establecieron allí y, bajo la guía de Tico, el campo se llenó de vida y color. Él se convirtió en un amigo querido para las nuevas aves, y su grito ya no solo resonaba en ese lugar, sino que también se mezclaba con los nuevos cantos que llenaban el aire.
Así, el tero demostró que ser un buen guardián no solo significa proteger tu hogar, sino también ayudar a otros y hacer nuevos amigos. Y así, el campo se convirtió en un sitio amplio, aún más alegre y armonioso gracias al espíritu generoso de Tico.Malania
Imagen: Roxana E. S.