CAMBIO DE ESTACIÓN
La naturaleza se viste de colores renacidos
mientras el viento susurra historias al oído.
En un hemisferio ya es otoño, en el otro, primavera
termina una estación y otra comienza.
Los días nos ofrecen colores diferentes
el sol en un rincón o en el horizonte se esconde.
El tiempo danza suave y sin prisa,
los árboles, unos se despojan y otros florecen.
Y hasta los pájaros lo sienten,
sus alas buscan nuevos destinos.
En cada canto, en cada vuelo,
se refleja el pulso del mundo divino.Malania
Imágenes propias
HISTORIAS DE OTROS
Al caminar por calles
con o sin nombre,
de asfalto o de tierra,
adoquinadas o empedradas,
veo a gente que levanta cosas,
que junta lo que otros han tirado,
han perdido o desechado.
Seguramente ya no necesitan
o porque les estorba.
Han formado parte de alguna vida
de historias quizá no repetidas.
Y me concentro en ella,
en la señora Sofía,
que a veces la acompaño
a la carnicería, panadería,
supermercado o a la misma Iglesia.
Ella se detiene y junta
clavos oxidados o no,
tuercas y tornillos,
trozos de sogas o cuerdas
pedazos de chapa o madera,
de lana o de arpillera.
Caños finos o gruesos,
trozos de alambre
o de algún tipo de cable.
Llaves viejas y oxidadas,
botellas de vidrio vacías
o con algún resto de licor.
Y así podría nombrar
Muchos objetos más.
Quién sabe
cuánto recuerdo encierra
cada objeto rescatado.
Son historias de otros
y también será la de Sofía.Malania
Imagen: de la red
EL SIN SENTIDO
Desde el suelo que pisaba
nada podía ocultar.
Tampoco había historias que crear.
No le fue fácil esconderse,
lo superficial de su conducta era evidente.
También había pisado otros suelos,
y todos le han parecido sin sentido.
Por más que quiera, de donde ahora está
le es casi imposible alejarse.
Ha echado raíces muy profundas,
y aunque ya no pueda dar nuevos frutos,
no se puede alejar de la tierra que lo aferra.
La forma violenta y decidida no es lo suyo,
y la comodidad de la vida lo mantiene
lo aferra cada día más.
Aunque no puede rechazar
recibir el calor humano de ocasión
sin que le pregunten…
qué, cuándo, cómo ni por qué.
Hay alguien que desde afuera
lo sostiene, lo soporta, puede apoyarlo.
No pregunta, solo olvida y perdona.
No juzga, no recrimina
e incondicionalmente, está ahí,
en algún lugar del planeta.
Le gustaría cambiar de aire,
cambiar de parecer, salir del confort.
Pero ese miedo al cambio, al equivocarse,
al empezar de nuevo, lo aterra.
Ya ni sabe qué es primordial,
si el sentir o el hacer.
No sabe si está ocupando el tiempo en algo superficial
o lo que lo entretiene es correcto.
En fin…su sentido hoy no tiene sentido
es por eso que dice:
estoy en medio del sin sentido de encontrar.
Y me pregunto:
¿Qué es lo que pretende encontrar?
¿Es que realmente busca algo con sentido?
Solo él lo sabrá.Malania
Imagen: J. G. T.
AÑOSO
El campo está callado,
en el cielo no hay grises,
un añoso árbol allí vive
donde su sombra persiste.
Con tronco corpulento,
muestra surcos de años,
sus raíces abrazan la tierra,
raíces firmes, de antaño.
El viento lo acaricia
y su corteza labra,
murmurando historias
de una vida larga.
En sus ramas crecen
con silencios guardados
las flores de clavel del aire
abriéndose en susurros callados.
MalaniaImagen: Claudia D.
TIBURÓN
Un tiburón, suspendido en el aire, flota sobre la piscina como un eco lejano del mar. Su cuerpo de madera, tallado con precisión, refleja la luz suave del sol que se despide del horizonte. El atardecer tiñe el cielo de tonos dorados y rosados, mientras el tiburón, quieto y a la vez vibrante, parece surcar el aire en un movimiento congelado, un último respiro de libertad en el reino de los sueños.
La piscina, tranquila y silenciosa, se convierte en un espejo de aguas plácidas donde el tiburón no nada, sino que observa, vigía mudo de un instante suspendido en el tiempo. La brisa acaricia su superficie, y las sombras se alargan mientras el sol, en su descenso, pinta la madera con tonos cálidos y suaves. Es un contraste perfecto entre lo inerte y lo efímero: un tiburón que jamás tocará el agua, pero cuya presencia nos invita a soñar con mares lejanos.
El día se apaga lentamente, pero el tiburón sigue allí, colgado como un relicario de historias no contadas, como un susurro que se disuelve con la última luz del día. Y así, en el horizonte, el sol y la madera se despiden, juntos, en silencio.Malania
Imagen: propia
COLIBRÍ TORNASOL
En un atardecer tranquilo, el sol iba desapareciendo dejando prolongadas sombras sobre el patio y el jardín. El aroma de los jazmines se expandía por todo el cálido ambiente de primavera. En un rincón del patio, cercano adonde la joven estaba sentada, rompió la calma el suave ruido como si fuese de un diminuto ventilador. Era un pequeño colibrí que la visitaba.
Tal vez cansado por la intensidad de su ajetreo, escogió ese lugar para descansar. Un cable y una rama le sirvieron de posada.
Pero no le bastó posarse solamente sino que se le acercó para pedir mimos.
Quizás estaba asustado, y la paz del lugar lo acogió en ese instante.
Como si supiera que ella no le haría daño el colibrí permitió que lo tocara.
Ella le acarició son suavidad el lomo y la pancita del pequeño y frágil pajarito. Su pecho brillaba como una joya mientras sus alas descansaban por un momento. El colibrí en agradecimiento y con expresión tranquila y soñolienta, cerraba los ojitos al ser acariciado. Su pequeñez parecía ser un milagro de la naturaleza. El aire alrededor se llenó de una quietud especial.
De pronto un leve estremecimiento recorrió sus alas pero no voló.
En ese instante ella sintió una conexión profunda y especial como si el pequeño colibrí estuviera agradeciendo por ese momento de descanso.
Un rayo de luz se filtró por entre las ramas del naranjo e iluminó su cuerpito, abrió los ojos, la miró con una expresión que contenía miles de historias.
Luego, con un delicado batir de alas, se alejó, zumbando de nuevo por el jardín, como si nunca hubiera hecho una pausa.
La joven mujer sintió una sensación de calma en el corazón. El patio y jardín volvían a su ritmo, pero el colibrí, aunque ya no estuviera, en su pequeño descanso había dejado una huella en el aire, un recordatorio de que, a veces, la belleza y la paz se encuentran en los momentos más simples y sencillos de la vida.Malania
Imagen: Rosana M. B.
VISITA DE COLIBRÍ
Estas coloridas y delicadas aves, además de ser muy bellas y llamar nuestra atención por ser la más pequeña del mundo y por su vuelo peculiar, encierra varios misterios. Los colibríes son protagonistas de muchas leyendas e historias con gran cuota de mística y encanto. Según distintas creencias a lo largo de la historia, la presencia de un colibrí tiene varios significados para la humanidad.
Cultura maya: ‘la leyenda del colibrí de Jade’
La leyenda dice que los dioses, tras crear todas las cosas que se encuentran en la Tierra, como piedras, árboles y animales, le asignan a cada una de ellas un trabajo o misión. Sin embargo, cuando terminaron de crear el universo, se dieron cuenta de que habían olvidado algo imprescindible: un ser que tuviera la tarea de llevar de un lado a otro sus deseos y pensamientos, un mensajero.
Para los mayas, los colibríes son los mensajeros que llevan de un lugar a otro los deseos y pensamientos de los hombres y los dioses. También representan alegría, sanación y adaptabilidad.
Los dioses se dieron cuenta, de que ya no tenían maíz ni barro, materiales con los que habían creado a todos los demás seres. Fue entonces cuando encontraron un pedazo de jade (un tipo de roca ornamental), y lo tallaron en forma de una pequeña flecha. Luego, soplaron sobre ella, y algo salió volando a toda velocidad. El pequeño trozo de jade cobró vida y se convirtió en un colibrí.
Desde entonces, se dice que la cercanía de un colibrí es de buena suerte. Pero no solo eso, su presencia también indica que alguien te ha deseado el bien, y que el ave llevará tus pensamientos y deseos, tan ligeros como el, de un lugar a otro.
El colibrí en la cultura inca
Para esta civilización prehispánica, los colibríes no solo eran mensajeros de los dioses, sino que también llevaban los buenos deseos y pensamientos de otros hombres. Si alguien te deseaba bien, el colibrí tomaba ese deseo y lo llevaba hacia ti.
Cultura guaraní y el colibrí
La leyenda guaraní sostiene que es la guía de los santos difuntos. Según los guaraníes, el colibrí es el encargado de elevar al cielo a las almas que posan en una flor. Ellos sostienen que cuando un ser querido deja el plano terrestre, su alma se desprende de su cuerpo y se posa en una flor, donde se purifica, se perfuma y se conecta con la tierra.
Allí espera a un colibrí, que es el encargado de conducir hacia el paraíso. Pero de vez en cuando la guía de los santos difuntos hace una parada para que las almas puedan ver una vez más a sus seres queridos.
El colibrí en la Biblia
En Génesis, el primer libro de la Biblia, relata que en el quinto día Dios crea los animales que pueblan las aguas y el aire, mientras que en el sexto día, antes del hombre, los animales habitan tierra firme. Entre ellos el colibrí, que es considerado el mensajero del cielo que nos llama a seguir adelante y dejar el pasado atrás.
Cultura azteca: el “Mito de Huitzilopochtli y los colibríes”
Para esta cultura, los colibríes eran valientes guerreros en la vida, debido a su tamaño pequeño pero enorme fuerza y energía para volar. Así es como se convirtió en el símbolo de Huitzilopochtli, dios de la guerra, advocación solar y patrono de los mexicas, llamado también ‘Colibrí Zurdo’.
Colibrí: “espina de turquesa o espina preciosa”, fue una de las aves más sagradas de los antiguos mexicanos, ya que representaba al dios Huitzilopochtli, quien lo llevaba en su tocado, siempre prendido de una flor que representaba el corazón.
Por esto, la representación del ave en vida se debe al llamado para las personas que deben ser fuertes ante la adversidad y confiar en las capacidades personales. Dicen que los guerreros aztecas usaban amuletos con la figura de un colibrí para atraer energía y fuerza.Imagen destacada: Rosana G. B.
Otras imágenes: de la red
JARDÍN MULTICOLOR
Quizás ellas hablan en silencio,
se cuentan historias desde su nacimiento.
Algunas fueron sembradas con semillas
otras, han crecido de esquejes.
Cada una esparce su aroma
compitiendo color, brillo y forma.
Cuando se mecen con el viento
son gestos que revelan un pensamiento.
Cuando las miramos, las admiramos,
nos transmiten amor para calmarnos.
Ellas no duermen, disfrutan del rocío
y de la luz de la luna o de la lluvia.
MalaniaImagen: propia
CASAS DE COLORES
Casas de colores como almas que alientan
transmiten alegría, donde el amor se asienta,
frente a la arena que acaricia los pies
son refugio dorado donde nada es desdén.
Sus muros esconden historias perdidas
pintadas de sueños, lágrimas, risas y vida.
El mar, un lienzo azul como el cielo infinito
y entre ellos, alegres, las gaviotas danzan
no dejan huellas, tampoco nada escrito.
Las olas susurran secretos en la brisa
mientras las parejas de la mano caminan.
Juegan los niños, sus risas estallan
con sueños que se mezclan sin alimañas.Malania
Imagen: Gentileza Antonio M.
TORMENTAS
En “algo más que palabras” su autor Patricio escribió:
“Donde las palabras se llaman a silencio y en el alma refugian su sentir”
Al leer la frase y ver la imagen con la que ilustró, recordé a mi tía Irene, hermana de mi padre. La llamaban “Irena”, descendiente de ucranianos y así era el nombre en su país.
Cuando el tiempo estaba feo, con truenos y relámpagos, tenía tanto miedo que se quedaba muda y hasta su alma temblaba. Me gustaba ir a visitarla cuando vivía en el campo con mi tío Miguel (Mijailo). Él trabajaba todo el día como jefe de cocineros en un colegio religioso de pupilos. Sabía cocinar muy bien y ella también. Cuando sabía que yo iría a pasar el fin de semana en su casa, preparaba ricota casera y con eso, varenikes o varenekis (perogui o perohé) y los cubría con crema de leche. Además hacía budín de pan y crema pastelera con caramelo, porque sabía que me gustaba todo eso. Ella misma ordeñaba las vacas muy temprano, antes de la salida del sol. Mientras cocinaba me contaba historias de su vida. Lo quería mucho a mi tío y él a ella. Entre otras cosas me contó que sus padres no hubiesen permitido casarse si los padres de Miguel no hubieran autorizado que Ana, mi madre, se casara con el hermano de Irena, también llamado Miguel. Entonces se realizó el “matrimonio cruzado”, hermano y hermana casados con hermana y hermano. Mi madre tenía 16 años y mi padre 22.
La tía le contó a mi madre que cuando llovía, tronaba y había muchos relámpagos, era tanto su miedo que hasta llegaba a esconderse debajo de la cama. Por supuesto, eso hacía cuando todavía era joven y soltera. No podía pronunciar palabras, su miedo la dejaba petrificada pero el corazón le latía tanto que temía, le saltara por la boca. Decía que no le daba vergüenza recordarlo, le daba risa y era una de sus anécdotas de la vida.Malania
Tomado de la vida real.Imagen propia y de la red.