• Gata Siamesa
    Poemas

    FELINAS

     

    Sin emitir sonido  

    con actitud hostil

    abusaron del flácido vegetal

    que luchaba por permanecer vivo.

    Ni que fuera una masería

    donde prima la actividad agrícola

    donde la tierra es la que reina

    airosa, primordial

    sin ella nada podría

    crecer ni producir con facilidad.

    Mascotas felinas

    solitarias y cómplices

    del silencio ambiental

    querían ir a pasear

    y al no poder salir

    desparramaron la tierra

    buscaron el desquite

    y así se hicieron notar.

     

  • Poemas

    ENTRE SAUCOS Y OTRAS HIERBAS

    Entre saucos y palmeras

    la niña camina, 

    canta, salta y ríe

    junto a su querida abuela.

    Antes de salir el sol

    el zorzal anuncia un nuevo día

    entre rosas y madreselvas

    que perfuman en armonía.

    Dejan atrás la alameda

    y confunden el camino

    en vueltas no diseñadas

    descubren una flor amarilla

    errática y solitaria

    nacida de rara hierba.

    Cautivas en atractiva aventura

    se sientan a conversar 

    en el borde de la acera

    se hunden en el olvido

    en una zona oscura y sin ruidos.

    Un abrupto estruendo 

    cayó del cielo vacío

    y un rayo luminoso 

    las volvió a su curso 

    recordándoles el camino.

    Tomó en brazos a la niña 

    y comenzó a caminar

    emitiendo mil señales 

    que recordó al azar. 

    “No tengas miedo mi niña

    no comiences a llorar

    que con ayuda del cielo

    pronto hemos de llegar”.

    Finas gotas de agua fría

    acompañaron el vendaval

    mientras abuela y niña

    temerosas y angustiadas

    alcanzaron por fin el portal.  

    Malania

  • Poemas

    ROCÍO EN FLOR

    No habrá violines ni guitarras
    cuyo ritmo iguale a tu voz
    la suavidad de tu encanto
    intenso como rayos de sol.
    Te me vas metiendo muy dentro
    con finos cristales de amor.
    Gotas de rocío fresco
    de una lluvia derramada
    sobre mis pétalos de rosa
    en mi piel está encarnada
    y en las glicinas violáceas
    derrite la escarcha plateada.
    Tu nube me cubre entera
    para protegerme en la noche
    de las estrellas curiosas
    que en simulado intento
    nos espían muy airosas.
    Si el dolor a ti te acecha
    no dudes en buscarme
    te ayudaré a relajarte
    y a calmar de toda brecha.
    Porque el amor que te tengo
    vale más que mil amores
    haré desaparecer tus penurias
    aunque tenga que caminar
    bajo la intensa y fría lluvia.


  • Cuentos

    CON PÉTALOS DE ROSAS

    Vagabundo enamorado

    Un marginado vagabundo, entibia su cuerpo con el resto de un abandonado café, en una mesa solitaria con huellas de lágrimas de ausencia. El único local rodeado por árboles frutales, no hay otro que abra sus puertas antes de que salga el sol y cierra pasada la media noche.                                  Errante camina por calles de tierra juntando pétalos de rosas deshojadas por el viento y escorias de un fingido jardín sin dueño. Prepara su cama con cartones y restos de algún lienzo deshilachado. Apoya su cabeza sobre una bolsa de un raso viejo, atada en un extremo con una suerte de bretel, que bien pudo haber sido un camisolín de una dama olvidada (o no).  Desde adentro crujen hojas secas y más pétalos de rosas rojas que hacen las veces de una improvisada e incómoda almohada, donde el rojo se volvió amarronado por las huellas del sucio terreno donde es apoyada.      Flemático al despertar acomoda su cabeza y besa su “almohada” como si a alguien recordara. Recoge los cartones acomodando uno a uno bajo una cimbra enmohecida, a la que el pasar del tiempo borró todo rastro de pintura. Arranca unas hojas de hierba que para él son depurativas y vuelve a las calles terradas y otras empedradas, con la compañía de algún perro abandonado y bajo el brazo, su almohada. La claridad del día le indica el camino hacia el único café que abre sus puertas antes de salir el sol.

    Malania Nashki

  • Poemas

    ¡QUÉ DESTINO!

    La luz del sol se va apagando
    las palabras ya no riman,
    las flores se decoloran,
    y las hojas se marchitan.
    
    Las estrellas muy tímidas,
    titilan en la oscuridad.
    Se duermen las mariposas
    están tristes pero en paz.
    
    
    Los pájaros en sus nidos,
    se resisten a volar
    no emiten sus gorjeos
    tampoco el dulce cantar.
    
    Duerme la luna en la noche
    triste en su soledad,
    no se encienden las luciérnagas,
    en nubes se posarán.
    
    La lluvia moja las penas
    de los árboles desteñidos,
    por el fuego de un amor
    que se acabó por el destino.
  • Relatos

    EN REMOJO

    El alcohol no es mi amigo, alguna vez un sorbo de whisky, media copa de vino o una de cerveza fueron mis aliados en compañía del ser querido. Pero en el cielo necesitaban a un humorista, alguien que tuviera alegría y buen humor permanente y los ángeles se lo llevaron. Digamos que fue así, pues pudo haber sido de otra manera.
    Cuando sonó el timbre anunciando de que tenía una llamada telefónica yo dormía profundamente como si estuviese ebria o en otro mundo. 
    Me encontraba en pleno sueño y mi cerebro, hinchado, como si lo hubiese puesto en remojo. Miré el reloj y marcaba las cuatro, de la tarde o de la mañana. ¿Cómo saberlo? Tampoco logré recordar en qué día de la semana y del mes estaba.  Entonces me levanté, corrí las cortinas y abrí las persianas. Descubrí un día nublado; era de tarde, apenas soplaba un aire húmedo, gris y no había ni un solo ruido; ni siquiera el loro se percató de que ya no era hora de siesta. 
    Cuando levanté el tubo del teléfono, alguien se cansó y cortó.

    Malania                                                                                                                   

    Imagen de la red