• Minicuentos

    SUEÑOS EN LIBERTAD

    Me han dejado solo dentro de esta enorme casa.
    Me llaman Michi o Negrito. Soy negro azabache y no nací completo, pero creo que soy lindo y atractivo por el color miel de mis ojos. A veces me miro al espejo y llevo el pelo impecable y brillante.
    Por suerte las puertas de todas las habitaciones quedaron abiertas. Puedo tener todo bajo control y desplazarme por la casa a pesar de tener solo tres patas. Me dejaron solo, pero tengo comida y agua suficiente para más de un día. Las piedritas para hacer mis necesidades son muchas y no quedará olor si las hago. Puedo ver por la ventana a mis hermanas adoptivas, Huma y Sía. A ellas no les faltan las patas, así que pueden correr y saltar en caso de peligro. El barrio es tranquilo y el perro es un buen guardián. Por eso no tengo miedo, estoy bien acompañado desde el exterior.
    No sé si se enojarán o no conmigo pero hoy quiero soñar lindo. Voy a dormir en la cama grande así puedo estirar mis músculos y desperezarme a mis anchas cuando me despierto.
    ¡Me pillaron! Espero no me regañen, aunque creo que no porque me tienen mucho amor.

    Malania

    Imagen: Julián T.

  • Cuentos

    MASCOTA PERDIDA

    En un rincón sereno del bosque, una perrita cansada se acurrucaba junto a un árbol. Había pasado el día explorando y jugando, pero el calor y la fatiga la habían vencido. Sus pequeños ojos se cerraban lentamente mientras el sol comenzaba a bajar en el horizonte.
    Un perro curioso, que paseaba por la playa cercana, notó las huellas en la arena que se dirigían hacia el bosque. Siguiendo el rastro, llegó hasta la perrita dormida. La observó con ternura y, con un ligero movimiento de su pata, la despertó.
    Al instante, el suave murmullo del lago cercano se hizo más evidente. La perrita, al ver al perro y al reconocer la familiaridad de su compañía, se levantó con renovada energía. Juntos, siguieron las huellas que conducían hacia el lago.
    Mientras el sol se ocultaba, el lago de aguas tranquilas reflejaba los tonos dorados y rosados del atardecer. El brillo del lago parecía acunar el final del día con una paz serena. Los dueños de la perrita, preocupados y buscando en la arena, finalmente llegaron al lago y, al ver a su mascota sana y salva, sus rostros se iluminaron de alivio y alegría.
    Reunidos a la orilla del lago, el perro, la perrita y sus dueños compartieron un momento de tranquilidad y regresaron a la casa. Las huellas en la arena y el resplandor del atardecer eran un recordatorio de que, aunque el día había sido largo, el final era perfecto y lleno de gratitud.

    Malania

    Imagen: de la red

  • Poesía

    EL PERRO Y EL LAGO

    En la orilla de un lago tranquilo,
    donde el sol besa el agua sin final,
    juega un perro con aire festivo,
    mientras el día se viste de cristal.

    Sus patas mojadas en el reflejo,
    dejan huellas en la arena dorada,
    y su cola, como un alegre festejo,
    se agita al ritmo de la corriente alada.

    El agua murmura canciones suaves,
    y el perro, con la mirada curiosa,
    sigue el curso de las olas suaves,
    y salta en cada espuma jocosa.

    Los peces juegan al escondite,
    entre las rocas del lecho tibio,
    y el perro, con un salto infinito,
    los observa con ojos de desafío.

    El sol se despide en tonos dorados,
    y el lago susurra un último cuento,
    mientras el perro, cansado y amado,
    se acurruca en la arena, en dulce aliento.

    El agua sigue su curso sin prisa,
    y el perro sueña con nuevas aventuras,
    en un mundo donde la calma avisa,
    que la amistad y el agua son ternuras.

    Malania

    Imagen: Noelia G.