NUNCA ES TARDE
Era un hombre de unos cincuenta años.
Entraba al edificio por una ventana sin orificios
y sin mirar a nadie ni siquiera al portero,
subía las escaleras hasta el piso primero.
Allí vivía con un gato y un perro, cinco peces y un conejo.
Muchas veces se escuchaba un zapateo,
pero nunca se supo si era el hombre
o el perro, que saltaba con el conejo.
Decían que tenía una pierna más corta que la otra
y por eso, usaba zapatos de tacos
medianamente altos y con bordes de acero.
Caminaba por las calles
como un canto desconocido y lento,
sus proyectos inconclusos nunca tenían acuerdo,
con una mujer del pasado
que llevó el mismo nombre del perro.
Fueron socios en algún tiempo.
Nunca fueron amantes,
aunque las malas lenguas decían
que una sola vez tuvieron sexo,
fue cuando engendraron a una niña
que nació en el invierno.
La mujer llamada Calíope, era tan pero tan fea
con ojos de rana y cabellos de cerdo.
Borrachos en la media noche
no se sintió lo feo y agrio del cuerpo.
A veces de sus ojos negros
brotaban lágrimas como anzuelos.
Él no perdía las esperanzas
de escuchar algún “te quiero”.
Pero si hasta para conquistas ¡era lerdo!.
Una vez por semana veía a la niña con celo.
Era muy bella y coqueta, de la madre no sacó ni el pelo.
Se parecía a su abuelo, ojos grandes color cielo
y los labios como de nadie, porque eran de terciopelo.
La madre viajó muy lejos
en búsqueda de otros sueños
y dejó a la niña en penumbras
un día en año nuevo.
El padre se mudó de casa con el gato,
el conejo, los cinco peces y el perro.
Llevó con él a su hija para darle un buen sustento.
Muy obediente la niña, la vida no la tomó como juego
y estudiando se graduó, como logro de sus sueños.
El padre ya jubilado acompañaba sus proyectos.
Logró ser muy exitosa, aunque tuvo retos a duelo.
Viajó con su canoso padre, sin sonrisas ni al espejo,
pero lo que tenía de serio no lo tenía de viejo.
Un día menos pensado despertó otros sentimientos,
se dio cuenta que al sonreír era dulce y muy tierno,
para esa dama que apareció como si fuera un cuento.
Se enamoraron los dos y al año nació un niño,
y más que padre era el abuelo,
pero él orgulloso no hizo caso a los chimentos
y logró su eterno sueño.
El hombre llamado Eusebio,
formó una familia con su esposa Rufina,
su hija Yanna y su hijo Aniceto.EL DERECHO A LA VIDA
Hoy quiero hablarte a solas.
Quiero más que decirte cosas, mostrarme por dentro.
Sé que tu silencio no necesita de lindas palabras,
y que a nuestra edad no valen algunos argumentos,
que sobran ciertas frases y hace falta el ejemplo.
Por eso me conformo, con que me sientas sincera.
Claro que yo debiera estar más cerca tuyo,
y tú más cerca de mí también,
de vez en cuando al menos
y sobre todo ahora, en este tiempo.
Sé que mi sangre buscaba un derrotero
y se me iban los ojos al país de los sueños,
y que mis manos escribían recuerdos.
Ahora que en mi alma pusiste algo nuevo,
algo que me enternece, y que descubriste a tiempo.
Y que sabrás tesoro, que aunque no lo demuestro,
me preocupan tus pasos y te sigo de lejos
y aunque mas no sea, con mis pensamientos
te adoro y te bendigo con mis rezos.
Si supieras las noches que te pienso y te pienso,
Te mentiría si te digo que no temo,
si al no hallar las palabras muchas veces me muerdo
y me trago las ganas de contarte mis miedos.
Porque los que amamos somos así.
Y no quiero decirte que son celos
Porque no lo son del todo, solo son desvelos.
Un día me dijiste, no soy de palo, soy de carne y hueso
Lo sé, y sé que somos luz y sombra al mismo tiempo
cuando estamos alegres o cuando nos visita la tristeza.
Llevamos en nosotros algo así como un fuego.
¡Una chispa inigualada, madre de tanto incendio!
Por ti llevo dentro un manantial sagrado.
Y es que Dios mismo ha puesto
en el cántaro tibio, el agua de la vida,
un grandioso misterio.
Y también me dijiste hace un tiempo,
no te quedes mirando los defectos,
no busques al pasado en los rostros ajenos.
Tienes que preocuparte de ser tú misma ahora,
salí de vos, te invito a que hagas un esfuerzo.
Larga esos colibríes que hay en tus ojos nuevos.
Y recorre horizontes, y si lo prefieres,
lánzate hasta otros cielos.
Conoce otros paisajes, si es tuyo el universo,
llénale de preguntas al mar, al sol y al viento,
habla con los caminos, te dirán lo que vieron.
No te apures, que hay tiempo y es cierto,
es mi experiencia que le gané a la vida,
mira alrededor nuestro,
nada se hace de golpe, la dicha es un secreto,
hacer todas las cosas a su debido tiempo,
ya vas a ver Pimpollo que hermoso es todo eso,
tendrás ganas de darte y sé que podrás hacerlo,
porque de a poco irás sabiendo que el amor da derechos
el derecho a la vida, y a salir de tus adentros.
Pero el amor, recuérdalo, no es ciego,
tiene luz en los ojos y te sirve de espejo,
te toma de la manos y lo sentís adentro,
entrecierras los ojos y estás tocando el cielo.
Perdóname, me inspiro y me voy lejos,
ya vez quise mostrarte cómo estás aquí adentro.
y ahora que ya di y dije lo que siento,
quisiera regalarte dos cosas:
un ¡Gracias! por sacarme de mi encierro
Y miles, miles de ¡Te quiero!Este poema fue inspirado y contiene algunos versos iguales o parecidos a la obra de Rodolfo Giménez, “PIMPOLLO”. Más conocido por su nombre artístico Argentino Luna, fue un cantante y compositor argentino, representante de la música folclórica argentina. Lo apodaban "El Negro" y "El Gaucho de Madariaga" (1941-2011) (datos: Wikipedia)
EL PARAGUAS
Las seis y media de la mañana de un día cualquiera, mientras caminaba frente a una escuela muy grande, pensé en cuánto me enseñaron, cuánto pude aprender y cuánto no. Pero sí, lo necesario como para darme suficientes armas y poder desenvolverme en la vida: me enseñaron a leer y a escribir. Esa es la base fundamental para abrir caminos y trazarlos de la mejor manera. Con los recursos de la lectoescritura, quien no avanza en sus propósitos de mejorar su calidad de vida, es porque le falta algo muy importante: la voluntad -pensé.
Seguí caminando y miré al cielo para comprobar el color de las nubes. Llevaba un pequeño paraguas por si le daba al tiempo mandarnos más agua. Había llovido toda la semana en horas de la tarde, lo que evitó el riego con agua de red, y eso significa ahorro tanto del elemento esencial como el del tiempo. Pero las nubes se mostraban grises, muy claras. Entre ellas estaba la luna perezosa que no se quería retirar, y pícara pensaba en ver al sol. También, una estrella adornando el horizonte. ¡Una estrella al amanecer! Y se me ocurrió pensar bajo qué estrella había nacido. Eso, no lo investigué nunca. Tampoco en la escuela me enseñaron sus nombres.
Volví a pensar, ¿bajo qué estrella nací? ¿Habrá sido SIRIO, la que me vio nacer? Es la estrella más brillante de la constelación Canis Major o Perro Mayor. ¿Por qué se llamará SIRIO si la estrella es femenina y le habían dado un nombre masculino? O bajo la estrella Canopus, de Carina (La quilla). O de Rigil Kentaurus de la constelación Centauro. O habrá sido Arturo de la constelación Bootes o El Boyero. Y otra vez la misma pregunta ¿Arturo? Es nombre masculino ¿por qué se llama así? Y siguen en la lista Vega, de Lyra, Capella de Auriga o El Cochero y tantas otras, miles de estrellas no conocidas por sus nombres. Para estudiar los de todas, seguramente me llevaría mucho tiempo, quizás una vida. Mis neuronas ya no dan para eso.
Continué caminando por la vereda de una calle, que semejaba una galería larga de una escuela pública, la que albergaba a casi mil niños en dos turnos, mañana y tarde. Bajo algunos árboles frutales podría haber juntado bolsas de frutas: mangos, guayabas, pindó y cocos. Pero el objetivo no era ese sino caminar, solamente caminar. Algunas frutas caían picoteadas por los pájaros. Eso me alegraba, al menos no morirían de hambre. Próximamente, en otoño, comerán paltas o aguacates y mburucuyá o maracuyá, mamones o papayas, (según la zona, un nombre u otro), naranjas y mandarinas. Y quizás muchas otras frutas que esta prodigiosa tierra produce.
Mi caminata casi llegaba a su fin, cuando finas gotas de agua me obligaron a abrir hasta ese momento mi pasivo acompañante, el paraguas.LA VIDA
Ha parado de llover y los pájaros trinan desde el amanecer. Sienten la felicidad de un nuevo día que les permite volar bajo el sol, bajo las celestes nubes, o reconstruir sus nidos que han caído con la tormenta. El lapacho tendrá compañía y eso le alegra, tanto que floreció antes de tiempo, para que en verano sus hojas broten a granel y den sombra a los polluelos. Hoy muestra al mundo su esplendor. Su ciclo de vida continúa. ¿A cuántos habrá derribado la tormenta? ¿Cuántos fueron convertidos en astillas para el fuego destinados a calentar hogares?OLAS DE SILENCIO
Sentada en cualquier lugar
navegan mis pensamientos
te buscan, por camino incierto
me cuentan, lo que le cuentas.
Dormida sobre mi lecho
mi corazón resuena, no duerme
mi mente también navega
como si fuera un duende.
Si tus palabras me faltan
dejando vacía mi alma
vibra sonoro en mi sueño
el deseo de tu beso en llama.
Entre todas, una nube azul
que deja escapar los rayos
de un tímido sol madrugador
me hace recordar tu encanto.
Escucho… olas de silencio
el canto que va contra el viento
rocas que apilan suspiros
y que erosionan al tiempo.
Si el invierno y el verano
eclosionaran un momento
las estaciones del año
serían nuestro sustento.
Sustento de amor eterno
de pasión y de ternura
en la selva o en el mar
con besos en curvaturas.
Las que recorren tu cuerpo
las que gobiernan tu albura
las que me hacen estremecer
sin dar paso a la cordura.
Fotografía: Roxana Sotelo
TORTUGA Y COLIBRÍ
Muchas veces, sin proponértelo, llegas a una página no poco interesante y descubres cosas que quizás son conocidas por algunos y no por otros.
Cada persona tiene su animal de poder, o espíritu guardián, como decía Don Juan Matus (Carlos Castañeda): “Siempre llevarás contigo un espíritu, tu otro yo”, el que ha adoptado distintos nombres en las distintas culturas, siendo el de Animal de Poder el que considero más adecuado, ya que incluye las capacidades del animal específico.
Queda para seguir investigando si realmente son así como los vemos o sólo son energías representativas, que nuestra mente aún primitiva necesita representar simbólicamente.Una frase de San Francisco de Asís:
“No herir a nuestros humildes hermanos (los animales) es nuestro primer deber hacia ellos, pero detenerse aquí no es suficiente. Nosotros tenemos una misión más elevada -serles de servicio a ellos siempre que lo requieran. Si un hombre excluye a cualquiera de las criaturas de Dios del resguardo de la compasión, ese hombre actuará igualmente con sus compañeros humanos.”
EL COLIBRÍ
Se dice que Colibrí nos trae mensajes especiales. Nos trae amor como ninguna otra medicina puede hacerlo, y su presencia trae alegría al observador.
Busca la dulzura de la vida.
Su larga lengua le permite pasar por alto la capa exterior, a menudo dura y amarga, y encontrar los tesoros escondidos debajo.
El que tiene medicina de Colibrí:
No pierde tiempo mirando atrás y deseando “lo que fue”, pues le interesa aprovechar “lo que es”. Nunca podría volverse adicto a algún estimulante artificial, pues encuentra alegría en su propio corazón. Le da mucho placer esparcir alegría, amor y belleza a todos los que lo rodean, y tiene el don de llevar esa alegría interna hacia espacios nuevos y diferentes. Tiene el talento de encontrar lo bueno en la gente, y no se detiene ante un exterior áspero o abrupto, pues sabe que, si pudiera llegar más allá de esa dura capa externa, encontraría bondad y belleza dentro.
LA TORTUGA
Cuando siente peligro o se siente incómoda e insegura, se mete en su caparazón y se protege.
La medicina de Tortuga incluye una conexión con el centro, la destreza de navegar, la paciencia, los límites propios, asociación con lo femenino, el respeto hacia los límites de los demás, el desarrollo de nuevas ideas, la protección psíquica de uno mismo, la confianza en sí mismo, la tenacidad, la defensa sin violencia.
Tanto Colibrí como Tortuga, se sienten libres, esa es la coincidencia. Pero ambos pueden tener una atracción inmensa y espléndida, siempre que el Colibrí pueda traspasar la dura caparazón de la tortuga.
Dijo la Tortuga llamada Geisha: Un Colibrí, llamado Emperador, me buscó y logró sacarme de la nube gris en la que yo vivía adormecida por el frío de mi corazón. Gracias a él pude volver a poner los pies en la tierra sin tantos miedos, sobre todo el miedo al amor. Y pude volver a sentir el perfume de las flores.
Por eso es que amo tanto a Colibrí.
¿CUÁL ES SU NOMBRE?
Era ella, estoy segura. Aquella dama de tez bronceada, esbelta y larga cabellera de color azabache en que todos los días nos encontrábamos camino al colegio. Siempre vestía con sencillez y pulcritud. Vivía con su esposo y sus pequeños hijos. A él lo veía algunas horas por la noche, cuando regresaba de la fábrica de calzados, de lunes a viernes, o de su trabajo en la quinta los sábados. Los domingos lo pasaban en familia, con los tradicionales almuerzos parrilleros, sobre las brasas unos hierros con patas que él mismo había construido, y la carne con grasa chirriante despertaba hasta al tardío madrugador o al más vegetariano de la cuadra. El pan caliente amasado por la mujer acompañaba el almuerzo. Fueron ocho los niños que nacieron, crecieron y jugaron en esa casa de patio grande, frondosos árboles y bello jardín. El tiempo comenzó a marcar surcos en el rostro de ambos progenitores y un día ella recibió la peor noticia de su vida: para acortar distancia, el hombre tomó otro camino y fue interceptado por maleantes que le quitaron el sueldo que había cobrado ese día dejándolo tendido al costado del camino. La mujer hizo lo imposible para salvarlo, hasta gastar todos sus ahorros. Pero los golpes habían sido fatales y no logró sobrevivir. Ella continuó luchando para dar lo mejor a sus hijos, ya que algunos todavía concurrían al colegio. El calendario marcaba el paso y uno a uno fue tomando vida propia, algunos cerca, otros muy lejos, unos formaron su propia familia, otros se dedicaron exclusivamente a trabajar, unos la llamaban de vez en cuando, otros la visitaban y se interiorizaban de sus necesidades y la ayudaban. De a poco todo fue cambiando, las visitas se espaciaron cada vez más, los malestares de salud no tardaron en estar presente a diario, su lucidez iba perdiendo brillo. Y así fue que un día domingo, el tan esperado para compartir con alguno de ellos, no salió el sol para ella. Ninguno de sus hijos fue a visitarla, y así fueron sucediéndose los días, y ella, corroída por el abandono, ya no tenía proyectos. Era ella, pero esta vez vestía una pollera desteñida, una blusa amarillenta, y un delantal de cocina, y a decir del vecindario, no se quitaba ni para ir a dormir. La observé caminando lentamente hacia el pequeño corral, donde cacareaban hambrientas cinco gallinas y un gallo. Ayudada por su bastón de madera rústica, conservado como recuerdo de su padre, alcanzó el bebedero y cambió el agua. Tiró un puñado de maíz hacia los cuatro vértices como marcando una cruz en señal de bendición hacia esos seres no pensantes que eran los que le servían de compañía además del perro, y vaya uno a saber, con su pensamiento a quién más bendecía. Permaneció unos minutos observándolas una a una, recogió un huevo del nido, un cajón de madera con colchón de paja, y como midiendo los pasos se alejó para internarse nuevamente en su casa. Las paredes mustias y humedecidas eran testigo de sus pensamientos y sus quehaceres. De vez en cuando arrastraba su silla, la apoyaba sobre la pared del porche, y sentada sobre un almohadón desteñido por los años, contaba los automóviles que cruzaban por la avenida. Su perro dormía a su lado con las orejas erguidas en señal de atención constante, por su dueña que nunca le hizo faltar agua ni comida. Las paredes exteriores daban fe que se habían olvidado del olor a pintura, la tierra reseca de lo que un día fue jardín, desconocía el colorido de las flores, nada era como cuando estaban juntos en familia. El día que Gitana ya no pudo más con la soledad, en ocasiones ni su nombre recordaba, mirando a su amigo y guardián dijo: me siento bien, pero hoy él me llamó ¿sabes?, me invitó a su morada eterna, me dijo que allá es muy lindo y tranquilo, que hay muchas flores perfumadas, que no se siente hambre ni frío, y me iré con él ¿sabes? No me extrañes, cuida la casa hasta que te vengan a buscar. Cuando Gitana desapareció de este mundo, todos los hijos concurrieron al lugar, decidieron hacer restaurar la casa, la llenaron de flores, la hicieron tasar y la vendieron a un precio sobrevaluado como para que cada uno tuviese una buena paga por la herencia. El perro se alojó en casa de un viejo vecino. Todos los días, la gata Lila lo iba a buscar para dar un paseo por el muelle del puerto. ¿Habrá olvidado Milo a su antigua dueña?Nunca se supo su verdadero nombre, simplemente la llamaban Gitana.EBRIO EN EL TIEMPO
Vaga en silencio
el perfume de naranjas
tal vez dulces
o quizás amargas.
Aroma cítrico
inigualable
vuela a la deriva
buscando tu enérgica mano
tu piel apenas arrugada
por el tiempo en jaula
y el frío de la noche
que en soledad
el calor apaga.
Busca verte
sentirte
acariciarte.
Aun te siente.
HURTADA
Transité caminos para encontrarteseguí el aire de tu aromate perseguí a través del vientocorrí a favor y a contratiempohasta quedarme sin aliento.Descansé frente a un café desiertofue cuando te vi bajo el soly sobre ti una mariposa revoloteabatiritando a destiempo.No dudé ni un momentome acerqué y contemplétodos tus angustiados movimientos.Sí! Eras tú, no podía ser otra.Cuando me viste me acerquéagitaste tus pétalosy la mariposa huyóen precipitado vuelo.Te abriste en un abrazobesaste mis labioste tomé en mis manosacaricié tu corola buscando aliviohasta ese momento encontrado.Por qué te habían llevadosin tener remordimientoste apartaron sin pensaren mis puros sentimientos.Gente sin escrúpulos, gente dañina¡si yo tanto te he cuidado!para que alegraras mi vidami hermosa rosa sin espinas.ENTRE NUBES DE VAPOR
Quise escapar en la penumbra de mis sueños
entre las nubes de vapor sin dueño.
Mi voz enmudeció y cayó el silencio
creí estar en el principio de los tiempos
en una caverna gris sin pasado
ni futuro que cambiara el frío invierno
nada que me trajera en velo
tus caricias suaves y tus besos tiernos.
De pronto un resplandor frenético
me hizo despertar de mi profundo sueño.