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    PRESENTACIÓN

     Apenada, triste, desorientada, ingresé al mundo de las webs. ¿Qué buscaba? Tal vez quería investigar sobre diferentes enfermedades. Una de ellas había dado fin a la vida de un ser querido. O tal vez, buscaba compañía, sin darme cuenta, en poemas escritos, en palabras, en frases, en poesías. Algo inusual, pues no buscaba un trato social.

    Fue así, que comencé a visitar diferentes páginas y me detuve en una de poemas y poesías. Mi visita diaria se notaba. Me deleitaba escribiendo frases, versos y haciendo comentarios. Corría el año 2006.

    En un ir y venir de palabras, y sin proponérmelo, he conocido a mucha gente del Mundo Poético, con coincidencias o divergencias en la forma de pensar y de sentir.

     A partir de ese vínculo de intercambio diario surgió la idea de crear mi propio blog en el año 2007. Entre días espléndidos, con rayos de sol iluminando el Universo, de inspiración máxima, matizados con días grises oscurecidos por una mínima nube de oscuridad, en que las palabras se resisten y se esconden en el interior de un sótano humano, en 2011 el blog se congeló.  

    En este tiempo de Pandemia absoluta – Covid-19 – año 2020, he decidido desmadejar palabras dormidas en un conglomerado de emociones, con intención de descongelar cuentos, poesías, leyendas y novela, en este nuevo Blog llamado “CuPoLeNo”. Las dejaré navegar placenteramente, en armonía o sin ella, con ritmo métrico o con música improvisada. Es que como lo dijo Aristóteles: “Aprender algo es el mayor de los placeres de la humanidad, por pequeña que sea su aptitud para ello”. El deleite que produce la lectura -ya que con ella se aprende, y mucho-, y la escritura, se asemeja a un artista que observa un cuadro y lo reproduce, pero luego nace en él el deseo con ansias de crear el suyo propio con su estilo y su particular colorido. Ambos consiguen de esta manera darle un sentido a las cosas y un sentido a la vida.

    Al público lector: BIENVENIDOS.

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    UNA VEINTENA DE AÑOS

    Contaba tan solo con cinco años y ya me encantaba recitar poesías en la escuela. Recuerdo que las maestras nos entregaban una hoja con  la letra para que la estudiáramos en nuestra casa. Por supuesto, al no saber leer, mi hermana se encargaba del papel de rigurosa instructora. Después de varios días nos hacían pasar al frente y cada cual recitaba a su manera, algunos con ademanes, cuidando la entonación y gestos, otros con timidez, firmes como soldaditos de batalla. Silenciosamente esperaba ser electa, me posesionaba de los versos y los recitaba sin cometer errores. Pero reconozco que era como la abeja y la madreselva, que realiza su tarea quizá sin saber cómo se llama la flor que chupa.  Los versos de memoria repetía sin siquiera comprender sus letras. No sabía qué era una rima o una sinalefa, no tenía idea del significado de una comparación o de una metáfora, si en lo que declamaba había onomatopeya o una anáfora. Pasaron los años,  la poesía me perseguía y yo a ella. Y comencé a escribir,  hace ya una veintena de años, no sin antes leer mucho, revistas, libros y lo que tenía a mi paso.
    Siempre sentí que la lectura va de la mano de la escritura.

    Malania

                                                                                                                         
    Imagen de la red.