• General

    CARDONES EN JUJUY Y SALTA

    Hay muchos cardones en esta zona. Pero se destaca más la de los pucará o púkara del Tilcara, Jujuy, Argentina y también en el Parque Nacional Los Cardones. También hay muchos sobre la ruta que une ambas ciudades: Jujuy y Salta.
    Pucará de Tilcara:
    ‘Pucará’ es una palabra de origen quechua que significa ‘lugar fortificado’
    Es uno de los cuatro pueblos fortificados que los habitantes primitivos de la Quebrada de Humahuaca, edificaron sobre sendos morros situados en el lecho del río Grande.
    Con construcciones características de los pueblos andinos, cumplían la función de protección de las aldeas al estilo de un fuerte o fortaleza. Se edificaban con piedras y se componían de murallas con subdivisiones internas para vivienda, acopio y otras funciones.
    En el año 2000 el sitio arqueológico fue declarado Monumento Histórico Nacional, por decreto 1012. Mientras que tres años más tarde, en Julio de 2003, la Quebrada de Humahuaca región donde se localiza el Pucará de Tilcara, fue declarada Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad, por UNESCO.
    El “Pucará de Tilcara” tiene una extensión de ocho a quince hectáreas y posee una antigüedad de aproximadamente 1160 años. En el pucará se han identificado varios barrios de viviendas, corrales, una necrópolis y un lugar para ceremonias sagradas, entre otros espacios.
    Por sus características, Tilcara es un lugar ideal para hacer un alto en el camino y pasar unos días en completa paz, contemplando el lento ritmo de la vida local, y disfrutando de un paisaje natural y de un cielo azul intenso como es difícil contemplar en ningún otro lugar.

    Información de la red.

    Malania

    Imagen: M. C. R.

  • Relatos

    CAMINATA MAÑANERA

    Hoy no tuve el despertar de pájaros como otros días, pero por suerte escuché la alarma. El amanecer nublado y la brisa fresca invitan, después de un día caluroso como el de ayer, a disfrutar de un rato más en la cama o en el nido.
    Salí a caminar antes de que salga el sol, pero hoy también se quedó dormido como los pájaros, porque no asomó su cara.
    Me gusta escuchar el canto del gallo desde lejos –porque en el barrio donde vivo no hay ninguno-. Hoy cantó una vez y desde algún lugar, otro respondió dos veces. Me recuerda a mi niñez. Mis padres tenían gallinas y gallos.
    El perro blanco y flaco –así es su raza, no es que esté desnutrido- acostado en la vereda de la manzana número dos, me mira, pero no mueve más que su cabeza para seguir durmiendo.
    Un suave aroma a madreselvas inunda la esquina. Todavía no están florecidas en todo su esplendor. Seguramente no es época.
    El sereno de la obra de la manzana uno, está preparando su mochila como para abandonar su puesto por hoy. Su tarea ya está cumplida.
    Me acerco a la ruta y apuro el paso. Justo dio el semáforo verde para poder cruzar y si no me apuro perderé el turno. Un joven en bicicleta cruza la colectora en rojo pero con voz de enojado me grita: -¡Por qué no miras antes de cruzar!
    ¿Qué debía mirar si el semáforo fue habilitado para mi paso? ¡Hay cada uno!…
    Al otro lado de la ruta hoy no está el hombre que siempre toma mate a estas horas en el porch. También se durmió.
    El vendedor de chipa se apura para llegar al semáforo y vender a los que esperan el turno para pasar.
    La señora de la moto, -que seguramente viene de dejar su trabajo nocturno en algún lugar, quizás cuida algún enfermo- acelera para llegar pronto a su casa. O será que viene de su casa y entra a esta hora a trabajar vaya uno a saber dónde.
    Un perro negro olfatea la cola de otro, no sé si es perra o perro, qué más da. Ambos se van juntos por una calle lateral.
    Una vez me preguntó la tía de mi nuera si yo no tengo miedo a los perros cuando salgo a caminar al amanecer. Y no, no tengo miedo. Nunca ni siquiera me ladran.
    Los acondicionadores de aire funcionan como eslabones en cadena. Todo indica que la mayoría de la gente todavía duerme. Si todos salieran a caminar –pocos lo hacen- se podría economizar energía eléctrica y aumentaría la energía humana. Algunos suelen decir que están cansados, y no saben por qué.
    A través de una ventana entreabierta se escucha una música que no puedo distinguir de quién es. No me gustan los temas raperos y menos a estas horas de la mañana. Prefiero un buen chamamé o un valerón, que levanta el ánimo y obliga a saltar de la cama.
    Llego a la esquina vértice de las dos avenidas. El sereno que custodia los locales de ese lugar espera el horario para acabar su tarea, mientras un perro negro y otro gris, los que siempre lo escoltan, duermen plácidamente. No son suyos, son del barrio y lo acompañan todas las noches, según dijo a un interlocutor que esperaba el colectivo; justo en esa esquina hay una parada.
    La panadería está cerrada, y con más razón, la heladería.
    Un conductor espera sentado en el borde de la vereda a que abra la gomería. Debe de tener pinchada la cubierta de auxilio.
    Un camión con chapa patente brasileña, largo como si estuviesen unidos dos juntos, con su carrocería totalmente tapada con lona azul, está estacionado esperando el despertar de su chofer para comenzar a mover las ruedas.
    Otro camión con su motor encendido, está pronto a salir a descargar los artículos de almacén que lleva en su carrocería.
    La señora que hace las tareas de limpieza en una iglesia cristiana, abre los dos candados del portón de frente. Hoy llegó tarde, porque la mayoría de los días cuando cruzo por aquí, hay agua en la vereda, señal de que ya ha limpiado esa parte.
    Muchos autos van por la avenida –doble mano separadas por un bulevar con senda peatonal en el medio y muchos árboles- en el mismo sentido que yo, pero por la calle de enfrente. Todos van en dirección a la ciudad. Pocos son los que vienen en sentido opuesto a mí. Algunas motos se adelantan a los automóviles y las bicicletas se desplazan por el sendero que les corresponde.
    En la esquina de la carnicería, donde doblo para caminar hasta la colectora y emprender mi regreso, está el perro de color canela. No duerme, está atento a la llegada de su protector, como buen guardián. Al otro perro del mismo color, pero más viejo, hace días que no lo veo. ¿Le habrá pasado algo?
    El verdulero hoy también se durmió. Su local está todo cerrado.
    El almacén de artículos plásticos, mayorista y minorista, también cerrado. ¡Por supuesto! Si recién son las 6.10 de la mañana. Abrirá a las 8 hs. A quién se le va a ocurrir ir a comprar algo de plástico a esta hora.
    Lo mismo ocurre con el que vende maderas. Sólo los dos perros, uno rottweiler y el otro, un cachorro ovejero alemán, duermen en el gran patio de tierra y pasto. Tienen sus respectivas casas pero prefieren estar tendidos al aire libre.
    La casa de la planta de mangos, también tiene dos perros, pero son de tamaño pequeño. Son blancos con ojeras negras. Nunca ladran cuando paso.
    Mientras camino, pienso: ¿Será que el hombre que cuida la casa de fin de semana, la que tiene un gran parque a su alrededor, estará sentado tomando mate al costado de la mansión? Me acerco y lo único que veo son flores y plantas muy bien cuidadas, y dos perros enormes –antes no había mascotas- que corretean y ladran a otros dos pequeños que salen de la casita de enfrente. El hombre del mate también se durmió.
    En la esquina hay un kiosco que nunca está abierto, tampoco tenía perro. Pero hoy me ladró, es la primera vez que escucho un ladrido hacia mí. Es que me agaché para arrancar una hoja de “paico, kaahé” o ka’a he’ê”, hierba medicinal muy perfumada que sirve para mezclar con la yerba del mate, (Las hojas con o sin el tallo se utilizan para el tratamiento de problemas digestivos. También en los niños para las diarreas, enfermedades estomacales y hepáticas. La yerba de lucero combinada con hojas de ka’a he’ê son muy efectivas para calmar la acidez estomacal) ¡Claro! La planta está en su vereda, ¡Cómo no me va a ladrar!.
    Continúo mi camino con la esperanza de encontrar al herrero, que a esta hora suele estar acomodando chapas y hierros para exponerlas al público, también para liberar espacio y poder trabajar cómodamente. Quiero pedirle que construya un armazón de sombrilla a modo de pérgola para el jazmín del patio de casa. Pero no está. ¿Se habrá quedado dormido?. Sigo caminando por la vereda, saludo al dueño de otro kiosco –este sí, siempre está abierto- y su señora, ellos siempre están tomando mate sentados en el patio detrás de la verja. Antes se sentaban en la vereda, pero hace bastante tiempo que no lo hacen. Les preguntaré un día de estos, con discreción, qué pasó, el antes y el ahora. El barrio es seguro, pero ellos viven por la colectora de la ruta, quizás hayan sufrido algún acto vandálico.
    Diviso a un hombre en bicicleta. Es el herrero que ha salido a pedalear. No sé cómo lo hace, porque en su pierna derecha tiene una prótesis ortopédica. Saludó con un Buenos Días y siguió su camino. Otro día le diré lo de la pérgola.
    Casi estoy llegando a la ruta, el semáforo habilitó el paso más largo en tiempo, pero no sé si llego para cuando me toque el turno. Así que mejor, espero al próximo.
    El vendedor de chipas sigue firme en su puesto callejero. ¿Habrá vendido algo? No lo sé ni se lo preguntaré, porque después no me lo quitaré de encima. Los vendedores ambulantes son “muy pesados”.
    Cruzo la ruta y veo al mendigo, el mismo que hace días está en esa esquina, sucio y muy flaco. Algo tengo que hacer –pienso- alguien debe que asistirlo.
    El gato blanco y gris –hoy no se me cruzó el gato negro, que según las creencias trae mala suerte, pero se me cruzó ayer y no me trajo nada- espiaba a los pajaritos que a esta hora, casi las 7 de la mañana, empezaron a cantar.
    Una casa frente a la avenida, casi al final de mi recorrido, baja, amplia, de barrio, la han pintado en dos tonos de verde y el piso lo han esmaltado de rojo. Quedó preciosa. Qué lindo es ver casas bien pintadas y con jardines.
    En el destacamento de policía ya han izado la bandera argentina y también la de la provincia. Todos los días la arrían antes del ocaso y la vuelven a izar temprano, al salir el sol.
    Llego a casa. Me reciben no solo mis perras con sus colas de plumero sino también los pajaritos que piden comida con sus trinos. ¡Vaya recibimiento!
    Y así, día a día siempre que el estado del tiempo y mis actividades de jubilada me lo permiten, realizo la caminata diaria. Es una forma de sentirme bien, feliz de poder hacerlo y me olvido de cualquier dolencia que pude haber tenido antes de salir, si me dolía una pierna o cualquier otra parte del cuerpo.
    CAMINAR HACE BIEN A LA SALUD.

    Malania.

    Imágenes propias.

  • Poemas

    AIRE ALCANFORADO

    Escardando en la tierra florecida
    las especies mustias de las vívidas
    atravesaron los huertos de la llanura
    descendieron entre los olivos
    y los árboles de alcanfor y mirra
    deshaciendo su vida como nieve en  el fuego.
    Ya no me engaño a mí mismo, dijo en voz baja
    ni a mí, balbuceó ella con languidez y tristeza.
    Mi fe ya no está donde estaba.
    Malania
    Imagen de la red
  • General

    UNA SEÑAL

    El pequeño búho escuchó que alguien dijo:
    – La vida es como un viaje.
    Quiso volar hacia el sol, lo había visto hacía apenas unos minutos antes.
    Miró al cielo para emprender su viaje y vivir la vida, pero se encontró con una nube gris que anunciaba tormenta y lluvia.
    Inclinó su cabeza como buscando al sol. Volvió a girar pero el astro rey se escondió. Entonces el búho pensó:
    – seguramente es una señal de la vida, no es el momento de emprender vuelo.
    Y desistió del intento de abrir sus alas y volar.

    Debemos estar siempre atentos a las circunstancias y a las señales que se nos presentan.
    Muchas veces por ir contra ellas, nos va mal y no logramos nuestro objetivo.
    Hay que darle “Tiempo al tiempo” y las cosas se van acomodando para bien.

    Malania

    Imágenes de la red y propia.

  • General

    AVISPAS COLORADAS

    ¿Qué hacen las avispas rojas?

    La avispa roja se alimenta en estado adulto de néctar, con lo que es un potencia agente polinizador. Además, sus larvas son carnívoras y devoran decenas de orugas hasta convertirse en avispas adultas. Por lo tanto, también hacen la función de control de plagas.

    ¿Son peligrosas?
    Sí, para las personas que son alérgicas porque al picar sueltan veneno.

    ¿Qué comen las avispas rojas?

    Las avispas se alimentan de sustancias vegetales azucaradas (néctar, jugos de frutas, savia, etc.), pero alimentan a sus larvas de una dieta carnívora (dípteros, lepidópteros adultos, larvas, arañas y restos de sobrantes de la actividad humana).

    ¿Qué significa que una avispa entra a tu casa?

    Mientras que no las ataques y las asustes y estén tranquilas, su presencia traerá felicidad y finalmente se irá cuando el insecto lo decida. Sin embargo, esto tiene una representación o interpretación en lo que se refiere al mundo espiritual.

    Fuente de consulta: de la red.

    Imagen propia y de la red.

  • Poemas

    AGUJEROS

    Las mañanas sin tu saludo
    se vuelven sordas
    no  transmiten nada
    ni el eco de mis aventuradas palabras.
    Es como  pasar de la luz del sol
    a la sombra fría de la luna
    es como ir y venir entre negras rocas
    con hierba crecida y agujereada
    por los escarabajos que pululan
    o las orugas que se esconden
    entre las hojas marchitas y oscuras.
    Así vive  mi  alma en un túnel de dolor
    sin tus respuestas que alienten alguna razón 
    para dar sentido a volver algún día
    y poder ver el generoso sol
    desparramando su dorada calidez
    sobre las montañas de tu vida y la mía.

    Malania
    Imagen propia

                                                          
  • General

    CADA NOCHE

    Revirtió la sorna de sus días y como un trueno se subió a la tarima, pronunció su discurso en favor de la vida, descubrió su torso y mostró la gran cicatriz que bordeaba su corazón. La aparición de un especialista interrumpió su arrebato emocional. El omnisciente calmó el ánimo del momento discursivo y habló pausadamente: Seguramente muchos o no tantos…quizás…han tenido un lapsus a causa de ser un impulsivo fumador. Se sacó el saco, luego la camisa y de espaldas mostró el camino recorrido por el bisturí en aquél día que de urgencia lo internaron y lo llevaron directamente al quirófano. Se salvó porque no fue su día final. Después de haber zafado del mal trance tomó la vida con serenidad.
    Contemplaba cada noche la progresión minuciosa de la oscuridad sobre la ciudad.
    De pronto la recordó y en su mente brotó un pensamiento:
    “Me paso el tiempo tratando de crear magia mediante la poesía, cuando en realidad todo está casi al alcance de la mano, pero …. te vuelvo a perder”.
                                                                                                                           Malania
    Imagen de la red
  • General

    DIORAMA

    Como un sonámbulo
    en oblicua diagonal
    tratando
    de conservar la genuinidad
    y la armonía de sus pasos
    para no despertar
    los estigmas del amor
    tras el apagón
    y el desaire silencioso
    saboteó el alma fiel
    y el ayuno de pasión.
    Reflexivo
    del exterior se inundó
    un cigarrillo encendió
    inhaló la brisa cálida
    caminó y caminó.
    Y delineando letras
    sobre un cuerpo deseado
    como un catión en cadencia
    respetando su estuario
    ardiente y deseoso
    como un trofeo natural
    lleno de vida pasional
    se derramó en cascada
    y creó un diorama
    de artista y semental.

    Malania

    Imágenes de la red.

  • General

    MI VOZ INTERIOR

    Anoche quise escribirte
    para decirte lo que siento,
    pero las sílabas y las palabras
    se detuvieron en el tiempo,
    prefirieron volar con el viento
    o tal vez navegar solitarias
    en  un raudo velero.
    Sin dejar dormir ni al mar
    nada se conjugaba.
     Tú te creías condenado,
    como un hombre pintado
    en un mural  desierto,
    con tus músculos y tus huesos
    entumecidos  por los sucesos,
    mientras el mar bullía
    contra la roca gris
    sin brindar ningún aliento.
    De pronto nació  tu  sonrisa
    como de un meteorito holístico
    caído de un horizonte pírico
    con tintes de poeta  impetuoso
    con la frescura del amanecer embellecido.
    Mi voz interior no cesa
    pero la sorna te envuelve
    en el pragmatismo de vida.
    Malania
    Imagen propia
  • Poemas

    UNA HISTORIA EN UN POCILLO DE CAFÉ

    Sentado en una esquina,
    sus palabras nacen
    como agua de vertiente,
    para hacer de ellas
    un precioso poema,
    donde laten
    el naciente y el poniente
    de un horizonte
    olvidado
    hoy no contemplado.
    El aroma del café
    le susurra una historia
    acariciada por el vapor  
    que emana de la taza ardiente

    Malania. 

    Imagen de la red.