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NI CUARSO NI AMATISTA

Con tonalidad sobria,
como una puerta al sol
de curioso efecto,
alejadas de las sombras
azules y ligeras,
como caídas de oscura noche,
las ásperas piedras que no son,
ni cuarzo ni amatista,
tienen su encanto, así apiladas,
tal vez en construcción milenaria.
Quizás bajo el puente
habrán reposado cansados viajeros,
viejos y jóvenes pasajeros,
evocando sentimientos diferentes,
o tal vez por allí cruzaron
las aguas cristalinas de un río,
que sirvieron para refrescar
los pies de aquellos visitantes,
o el disfrute de un encuentro
entre un ser primitivo y un ángel.
Hoy constituyen un delicioso paisaje,
para observar esta fantástica obra,
desde el caminar en un paseo,
por un sendero soleado, lindero,
sin internarse bajo su sombra
por simple seguridad extrema,
para nada aterradora.

Imagen: A. M. N.

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