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    EL HOMBRE Y LA MUJER EN COLORES

    Existen diferentes conceptos
    sobre el hombre y la mujer
    aun así, en esencia
    es un mismísimo ser.
    Diferentes opiniones
    hacen de ella una diosa
    y de él un rey de varones.
    Pero él opina igual a muchos, que:

    “La mujer es toda luz

    un arco iris completo,

    en millones de colores.

    Algunas -inclusive- tienen

    la capacidad de hacer crecer

    con su fulgor, al color preferido

    del hombre con quien convive.

    Aún siendo así, un cuadro

    de fulgurantes colores y único

    si no tiene un marco que lo contenga.

    No se puede apreciar suficiente bien

    sus colores, sus brillos, su intensidad

    como para admirar todo lo que es.

    Y el hombre es bicromático

    todo es blanco o todo es negro,

    un simple color

    quizás alguno pueda tener

    alguna gama de grises disponible.

    El hombre solo no es nada

    porque no tiene cómo resaltar.

    Pero la mujer, vuelvo a decir,

    tampoco puede brillar

    si desarrolla una difusión de sus colores

    sin un marco que la contenga.

    El hombre es quien pone ese marco

    blanco o negro

    o de un color simple

    en la belleza multicolor de una mujer

    para que ésta se destaque.

    La naturaleza es sabia,

    cada cual tiene un destino y un porqué”

    Autor: R. E. Ch.

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    LA ESPERA

     
     
    Eres poeta
    artesano en letras
    y surcos de mi cuerpo.
    Te quiero así
    tal cual eres
    con tus miedos, o no
    tus dudas y misterios
    con esa mirada tierna
    y sonrisa fresca.
    Sé que tu río me espera
    a navegar mi interior
    con dulzura y firmeza
    matizado con besos
    que saben tan ricos
    a miel y fruta fresca.
    Hoy me detiene la lluvia
    los fulgores en la estela.
    Ya llegará el gran día
    pido perdón por mi ausencia
    se ha hecho larga la espera.
     
    Malania
    Imagen de la red.  
     
     
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    UNO DE LOS OCHO

    Mientras en el exterior resonaban voces de niños y adolescentes, él no participaba ni nunca antes pudo participar del jolgorio por las calles de su pueblo como lo hacían otros. El viento acompañaba el eco de risas y murmullos que le tocaban el corazón pero sin entristecerlo.

    Su madre le había contado historias de su humilde y sufrida niñez y juventud mientras lavaba ropa bajo un árbol de aguacate (en Argentina se lo llama palta); y cuando los días se presentaban muy fríos, se sentaban en banquitos de madera junto al fogón, mientras en una olla, quemada por fuera por el uso diario, hervían las verduras con trozos de “puchero” que había conseguido muy temprano en la carnicería del barrio. 
    Uno de esos días soleados mientras la mujer lavaba ropas, cayó una palta enorme sobre la cabeza de su hermanito menor y lo dejó medio atontado. Con urgencia lo llevaron al hospital cercano y luego de ser examinado fue medicado y dado de alta.  Por suerte no fue nada grave pero podría haber sido peor. Su padre se encargó de hacer una pequeña enramada para proteger de la caída de las frutas. Esas paltas eran tan ricas que hasta los perros comían cuando los habitantes de la casa se descuidaban. Los pájaros cantaban con alegría cada vez que las frutas maduraban aun estando en el árbol. Y los gatos se subían a las ramas buscando cazar pájaros y también por las frutas.
    Una tormenta muy fuerte hizo volar el techo de la casa y fue entonces que el intendente del lugar se ocupó de proveerles de  chapas nuevas para arreglar ese hogar que albergaba a ocho niños.
    Durante los días de lluvia la madre amasaba y preparaba pequeñas tortas fritas para el desayuno y la merienda que acompañaban con mate cocido, una rica infusión de yerba mate con miel o azúcar. No conocían el café y menos el chocolate. Muy pocas veces lo tomaban con leche. Otros días elaboraba pan casero ya que los costos eran menores. No podía malgastar ni un centavo, sus ingresos económicos eran escasos.
    Al mayor de sus hijos lo  llamaban “Chopinga”,  Chopi, Jopi o Pinga,  no por el pájaro. Tampoco por su origen porque no era africano.
    “Chopinga” viene del chichewa o chinyanja, idioma nacional oficial de Malaui; es una lengua hablada en el centro y sur de África. En español significa “Obstáculo”. Quién sabe si los que lo apodaron así lo veían como un obstáculo vaya uno a saber por qué. Aunque él se sentía uno más entre tantos niños de su edad, mucha gente lo veía diferente. Quizás le sobraban las palabras o tal vez el sonido del silencio interior envolvía su mudo corazón. ¿Sería por falta de amor?
    Cuando iba a la escuela primaria faltaba mucho por varios motivos que podamos imaginar: falta de ropa y calzados, falta de útiles escolares, o por tener que quedar al cuidado de sus hermanos menores mientras sus padres salían a trabajar. Por ese motivo había repetido varios años.
    Su madre se desempeñaba como empleada doméstica y su padre sin trabajo fijo era “changarín”. Cuando se enfermó, Chopi tuvo que salir a buscar trabajo a edad temprana.
    Concurría a la escuela en horario de la tarde y por la mañana ayudaba en una panadería a cargar pan en bolsitas para la venta en los almacenes. A veces también lo hacía a la salida de la escuela.
    Un día de mucho frío se quedó a dormir en “la cuadra”, -así llamaban al lugar de elaboración de pan-, sin que el dueño del local se diera cuenta. Al amanecer del día siguiente el jefe del grupo de panaderos ingresó al lugar para comenzar la tarea diaria y se encontró con el jovencito durmiendo sobre la pila de bolsas de harina.
    – ¿Qué haces aquí? -le preguntó el hombre.
    – En mi casa hace mucho frío y no tenemos suficientes mantas como para taparnos, por eso me escondí para que no me vieran y me quedé a dormir aquí que hace calor –respondió con vergüenza y por miedo a ser reprendido.

    La cuadra permanecía tibia toda la noche, porque el horno de unos veinte metros cuadrados, construído con ladrillos refractarios, conservaba alta temperatura y él se sentía más a gusto sobre la pila de bolsas de harina que en su fría casa.
    Desde ese día, el dueño de la panadería, enterado del caso, lo invitó a que se quedara a dormir en su casa junto a sus cuatro hijos todos más pequeños que él. Gustoso, Valeriano, -ese era su verdadero nombre-, se quedó no solo a dormir sino a vivir con su patrón que fue como un padre para él.  Los cuatro niños lo adoptaron como hermano y tanto el hombre como su esposa lo trataron como un hijo más. Cada semana iba a visitar a sus padres biológicos y a sus hermanos, los ayudaba, pero siempre volvía adonde había calor de hogar. Uno de sus hermanos se encargaba de buscar una bolsa de pan todos los días para llevar a su casa.
    A pesar de las múltiples peripecias vividas a lo largo de su infancia, adolescencia y juventud, hoy como adulto afirma:

    “Son dulces recuerdos de distintos momentos de la vida, dulces nostalgias que permite la apacible serenidad en la que el alma se mece rodeada de recuerdos, seleccionando de entre todos los más hermosos, los que pervivirán por siempre acomodados en un rincón de mi corazón, entre la paz del silencio y la inexistencia del tiempo.”   

    Autora: Elsa Paulina Luchechen

    Pseudónimo: Malania Nashki

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    LA CAJA DE COLORES

    Escuela de campo.
    El primer día de clase, no hay mochilas, cuadernos ni lápices.
    Con manos casi vacías, con una bolsita de plástico y en su interior un trozo de pan y un trapito de pañuelo.
    Los padres tareferos, apenas ganaban para comprar lo esencial y así mantener su hogar.
    Con sus alpargatas mojadas los días de lluvia a clase asistían igual.
    Desayunaban en la escuela y antes de la salida recibían su ración de comida.
    Si un plato sobraba lo pedían y llevaban para su hermanito menor o para su abuela.
    Les gustaba dibujar y con colores pintar, con lápices que juntaban
    año tras año en una caja de cartón muy particular.
    Nada se tiraba, todo servía.
    La maestra les compraba los fibrones de colores y los lápices de palo porque eran los que más duraban.
    Al terminar las clases la caja quedaba guardada en el armario marrón desteñido por los años.
    Durante las vacaciones los vecinos cortaban el pasto para que luzca bonita
    la escuela que mucho querían.
    Mataban a las hormigas  para conservar el jardín que muchas flores tenía, sobre todo rosas y un jazmín.
    Al comenzar las clases se abría el armario, se sacaba la caja y lista en mano los mismos niños controlaban si estaban todos los colores:
    diez amarillos, diez verde claro, diez azules, diez anaranjados…y más.
    Y así de diez en diez todo estaba contado.
    Nunca olvidaré  la tan querida caja de los colores de palo.

    Malania

    Imagen propia

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    SUEÑOS, SUEÑOS SON

    Según la palabra de los expertos, los sueños por más insignificantes que parezcan, pueden tener muchas interpretaciones interesantes. Soñar es casi un acto de todas las noches, en donde los seres humanos mezclan lo que pasa durante el día con algunos elementos escondidos en el subconsciente.

    ¿Qué significa soñar con camino de tierra?

    En el caso de que en los sueños veas caminos de gran extensión, esto podría estar relacionado con decisiones que debes tomar. El significado podría ser positivo debido al interés y determinación que pongas en ciertos proyectos.
    Hay que tener en cuenta que no existe una única interpretación de los sueños.

    Soñar con camino de tierra representa la buena fortuna, los mejores deseos y momentos que usted pueda estar pasando. El sueño de camino de tierra es símbolo de estar rodeado de personas que ayudan a mejorar su persona con mucho optimismo.

    Ver en el sueño camino de tierra sugiere ser una señal para encontrar el rumbo indicado en su vida. Se puede interpretar el sueño de camino de tierra como una expresión involuntaria para tomar la decisión de lograr un cambio y encontrarse a sí mismo.
    También se puede interpretar como la consagración hacia una forma de vivir más tranquila. Este sueño de camino de tierra expresa emociones personales más llevadera generando mejores relaciones personales.

    Info tomada de la red: mysuenos.com

    Imagen: G. S. V.

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    MEOLLO

    Con denodado esmero
    atravesó silbando los sembrados
    de hierbas  olor a menta y berro.
    Antes allí eran  pantanos
    y antes aún
    fueron arrozales desgranados.
    Tuvo que zarpar
    penetrando limpiamente
    en el hondón de las cosas
    llegando hasta las ínsulas
    donde la atmósfera flotaba inerte.
    Gotitas transparentes
    rezumaban por los poros de su frente
    como garañón  ardiente
    hasta descubrir el meollo de la cuestión.
    Y así fue que el impío
    quiso despegarse
    de un matorral espinoso
    para mitigar sus sentidos.
    Por fin consiguió conciliar el sueño
    después de largas jornadas calientes.
    Malania
    Imagen de la red.
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    NINGÚN OTRO

    En el tremedal
    hojas acorazonadas se tiñen de verde.
    Las nervaduras, cual vasos sanguíneos
    no ceden paso a ningún otro color
    y se tornan más rojas que nunca.
    Malania
    Imagen: M. R. T.
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    INTERROGANTES

    ¿Cómo explica la ciencia
    el dulce olor de la tormenta?
    ¿Será el petricor que percibimos
    después de una sequía
    lo que nos llena los sentidos
    de perfume infinito?

    ¿A veces la geosmina
    llega antes de la lluvia?
    ¿Será que la humedad aumenta
    y se humedece el suelo sin que llueva?
    ¿El olor es una combinación de aceites
    que provienen de las plantas
    ante períodos secos
    y de bacterias que viven en el suelo?

    Y por último:
    ¿Por qué a los niños les gusta chapotear
    en un charco de agua de lluvia?
    ¿Y aunque haga frío disfrutamos
    de jugar en la blanca nieve taciturna?
    ¿Por qué no suenan como antes
    las campanas  en todas las iglesias?
    ¿O es que ya a nadie le interesa
    el petricor,  la geosmina, el chapoteo,
    el color de la nieve y el repiqueteo?
    ¿Será que nuestros sentidos han sido
    vapuleados por la pandemia?

    Malania

    Imagen: P. M.