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DESDE EL MEDITERRÁNEO

Una gaviota prefirió quedarse. Pasará el otoño invernal en el Viejo Continente, mientras mira hacia el horizonte como queriendo divisar alguna de sus hermanas y otras hijas que volaron, junto a bandadas de golondrinas, en busca de la primavera latinoamericana.
Pero es feliz cuidando a sus pequeños pichones recién nacidos y los huevos de otros por nacer.
Los días son buenos, soleados pero bastante fríos, tanto así que hasta el pico y las plumas de a ratos quedan heladas. Debe guarecerse para no enfermar, sino ¿Quién cuidaría de sus pichones?
Las orejas de la gente, sobre todo la que cuenta con más de seis décadas, a duras penas aguanta, aunque resignadamente las lleva colgadas en el mismo sitio. La misma resignación usa la gente cuando se detiene a pensar en el cruel contador de la edad que no descansa, pero aun así, se sienten afortunados porque pronto podrán estar exentos de cumplir con el horario laboral diario, cuando les llegue el día de la jubilación, y podrán elegir los días para visitar la playa, ver volar a las golondrinas y alimentar a las nuevas gaviotas. 

Malania

Imágenes gentileza de A. M. N. y de la red.

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