Prosa Poética

LA NIÑA Y EL SOL

Ella vivía en el sur y por razones de salud, tuvo que buscar un lugar con clima diferente. La zona subtropical del litoral argentino fue la opción elegida.
El sol de verano suele ser despiadado y a veces despistado, pero siempre que quiere nos deslumbra con inigualable su claridad.
En vez de esconderse por detrás de las nubes o caer en el horizonte, a veces prefiere hundirse en las aguas del lago, contrariando las leyes de la naturaleza. O quizás se sumerge para refrescarse después de haber brillado con su luz todo el día, una luz muy cálida que regala y broncea a los humanos, y sofoca a los animales. Las palmeras y otros árboles son los únicos testigos de su desnudez.
Mañana cuando despierte lo sabremos, si sale resplandeciente y fresco tras las nubes o descubierto.
Para recibirlo, ella lo sorprenderá con un atuendo diferente, un vestido de encaje de algodón blanco y un chal de lanilla bordado en violeta y naranja, para contrarrestar el aire fresco de la mañana. Se pondrá zuecos de cabritilla suave, con una flor bordada en lentejuelas plateadas para que el sol las bese y se refleje en ellas.

Malania

Imagen: N. C. G.

Compartir:

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *