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NADA PLÁCIDO

En los abismos de ensueño estaba,
alguien la zarandeó por los hombros.
Perplejo el rostro de “Tal” la despertaba
desde el rincón donde el fogón crepitaba.
La tensión se espesó en penumbra de sala
lo ocurrido al pie del umbral no recordaba.
“Tal” quería que con él ella se casara.
En un movimiento impulsivo y abrupto
expresó su descontento,
la ira la cegaba
y con pétalos amargos le roció la cara:
Que por donde vino se fuera
que su libertad no la cambiaba
que no lo quería, no lo amaba
y de casarse jamás, ni lo pensara.
Solo al que un día atravesó el umbral,
aquel que con un halo de besos la cubrió
y con su perfume en el ascensor la inundó
para nunca más volver atrás,
sólo a ese hombre
ella todavía amaba.

Malania

Imagen de la red.

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