En composición íntima y personal con sorprendentes colores sombríos aflora detrás de una sonrisa fingida la frescura estival después de una agobiante jornada. Es hermoso contemplar la calma del mar en el cielo despejado. Pero cuando el sol brilla y quema sobre un mar embravecido por las olas y el viento frío se despliega congelando hasta los tuétanos, todos aquellos que todavía tienen fuerzas de desear y querer estar, continúan tendidos en la playa mientras los demás disparan y se protegen bajo los aleros y las paredes de los edificios y las casas.