Avispado ascendió y desde la cima observó. El viento se avivaba, las hojas volaban, las nubes anunciaban y sin dar aviso la tormenta estallaba. Vio temblar los tejados ni blancos ni negros, bajo la empobrecida luz. De pronto un apagón! la oscuridad lo envolvió por fuera y por dentro. Entonces descendió trastabilló y siguió. Buscó la ducha y al espejo se miró, nada nuevo observó. Cansado se desplomó en su cama, o quizás en otra. Dio gracias por ese día y hasta el amanecer descansó.