• General

    A ALZAR LAS VOCES

    Lloran las nubes
    en un otoño frío
    y el sol oculto.

    Descansa el día.
    En la noche y el ocaso
    la luna brilla.

    Pero ella no se anima.
    Tirada en su cama
    la encontré llorando.
    Afuera,
    cesó la lluvia;
    adentro,
    la inundan sus lágrimas
    mojando su almohada.
    No es rosa, pero es gris.
    No es blanco, pero es negro.
    Así es el temperamento
    del hombre que la acompaña.
    Pero ¿realmente la acompaña?
    La zarandea, la lastima.
    Propina insultos,
    golpea puertas,
    y también a ella.
    Eso no es vida
    eso es violencia.
    ¿Por qué no lo deja?
    Porque ella lo ama.
    Porque hay factores
    que a él la atan.
    Nunca trabajó fuera de la casa
    siempre la tuvo como esclava.
    No tiene familia directa.
    No se anima a dejarlo
    porque la amenaza.
    Necesitan ayuda, ella y él,
    pero nadie se anima
    a intervenir en esta historia cruel.

    ¿Qué hacer en estos casos?
    Apelar a la conciencia,
    para que se guarden
    las manos en los bolsillos
    de los pantalones y los sacos,
    que se muerdan la lengua
    antes de emitir palabras
    que insultan y destratan,
    y podría seguir enumerando
    muchas acciones más.

    Pero, ¿Esto sirve para frenar la violencia de género?
    Recordemos: no solo la sufren las mujeres,
    no hay diferencia de sexo ni de edad.
    La violencia se instaló en la sociedad
    y si no ponemos de nuestra parte
    aunque sea algo de nosotros,
    nunca se la podrá erradicar.
    Hay que alzar voces aquí y allá.

    Malania

    25 de Noviembre: Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra las Mujeres.


  • Poesía

    ¡GRACIAS!

    Gracias por el aire que respiro
    y por la sonrisa de los niños.
    Gracias por los amaneceres celestes
    y las multicolores flores silvestres.
    Gracias por la algarabía de los pájaros
    cuando se acercan a tomar agua del cántaro.
    Gracias por el pan de cada día
    y por la armónica vida en familia.
    Gracias por el fresco amanecer
    y el esplendor del atardecer.



    Malania

    Imagen propia

  • General

    ELLA

    Allá,
    donde termina el muelle
    se agolpa el cardumen de lisas
    cuando su figura se refleja
    en las cristalinas aguas del golfo.
    Trae en la bolsa
    un sinnúmero de migas
    de algún pan que ha sobrado
    y un puñado de semillas
    que arroja a la gaviota
    amanecida en la orilla
    para evitar la pelea
    con las lisas en familia.
    Su perro ladra
    quiere continuar el paseo
    que tuvo su inicio
    a las siete de la mañana
    posterior al habitual aseo.
    Ella sigue andando
    y él mueve la cola
    en señal de triunfo tempranero.
    De pronto Ella se detiene
    mete su mano en la bolsa
    hay más migas y semillas.
    Los comensales son
    un par de patos
    y varios mújoles
    que se disputan
    el manjar diario
    esta vez sin gatos.
    Ella y su perro
    continúan la marcha
    mientras yo me entretengo
    con cada nube diferente
    con cada rayo de sol naciente.
    Y al terminar el recorrido
    Ella, allí sentada
    sobre una base prismática
    con cabeza gacha
    llora una ausencia.
    Los peces y los patos
    vendrán por la noche
    a brindarle compañía
    para esfumar su dolor?
    Yo continúo mi camino
    vuelvo a estar contigo
    para no ser serenita.
    Prefiero tus palabras
    que a la distancia
    son mi abrazo
    y amorosamente
    son mi abrigo.

    Malania

    Imagen propia

  • Relatos

    LOGRO DE UN OBJETIVO

    Su origen lo obligó a tomar la vida con seriedad, lo que a veces debía explicar a sus amigos, sobre todo cuando lo invitaban a salir de juerga.
    Sentía como pinchazo de aguijón o como golpe de cincel cuando insistían en que no debía estudiar tanto y salir a “renovar el aire”.
    Pero se quedaba, conocía sus obligaciones y las tenía claras: estaba allí para estudiar, dar los exámenes en tiempo y forma y terminar la carrera lo antes posible. Sabía que su madre hacía un sacrificio tremendo para que pudiera graduarse. Muchas veces sacaba fuerzas invisibles para continuar, de un mundo que era rutilante para muchos y opaco para otros. Él seguía sin detenerse a pensar en eso. Por momentos percibía las cosas situadas a gran distancia, inalcanzables. Pero nada lo detenía y nadie lo detuvo.
    Y llegó el día tan esperado de dar el último examen. Con ansias y mucha expectativa lo esperaban frente a la Facultad su madre, su hermano mayor y varias amigas y compañeros de estudio. Cuando salió por la puerta principal, con los brazos extendidos al cielo como dando gracias, todos lo aplaudieron. Lo dejaron casi desnudo en la vereda de la plaza de enfrente, lo bañaron con huevos, harina y agua. Gran festejo merecido por haber hecho un gran sacrificio para lograr lo que había comenzado en la gran urbe, lejos de sus familiares. Sucio, pegajoso y mojado, viajó en tren hasta su hogar alquilado hasta ese año. Los demás pasajeros lo miraban. Con seguridad no sabían lo que sentía su corazón y el de su familia.

    Malania

    Imagen propia.

  • Minicuentos

    DE BRILLANTE A RUDO

    Y viceversa.

    Hay cosas que suceden inesperadamente, nos toman por sorpresa y ocurren por casualidad. Pero están los que dicen que nada es casual pero sí, causal. Todo tiene un porqué.
    Él era brillante, tanto en su aspecto personal, en su trabajo, en el amor. Pero de un día para otro su rostro se volvió rudo y curtido. Comenzó a tener dificultades en la vida. Una ráfaga trágica lo envolvió desmoronándolo como un bloque de dureza escultural.
    Inmerso en un mapa modificado, con una negrura aterradora y profética, se convirtió en una roca en medio de la tempestad familiar. Nadie lo entendía, nadie lo apoyaba.
    Azotado por las olas del sufrimiento, respondía lleno de cólera.
    Hasta que decidió mudarse a otro país, convencido de que allí algo lo salvaría.
    Y fue así que encontró, luego de vagar por muchos días seguidos, sin conocer demasiado de donde estaba, a un indio, que se dedicaba a curar todo aquello que los médicos no hallaban solución. Obedeciendo al pedido de “El indio” –así lo llamaban en la región- concurrió al lugar citado, una hermosa montaña con vista al mar. Fueron nueve días entre martes y viernes. Luego de un breve tiempo de haber seguido las indicaciones del “médico (no médico) curandero”, volvió a ser aquel hombre brillante y activo como  lo era antes. No quiso volver a su país.
    Conoció en una de las sesiones de “El indio” a una mujer encantadora, que lo ayudó a conseguir un trabajo digno de acuerdo a su profesión, abogado, escritor y poeta.
    Al enterarse de lo sucedido, sus familiares le pidieron que volviera. Pero él prefirió hacer caso a su corazón, se quedaría allí donde le devolvieron la vida.

    Malania



  • Poemas

    COMO LÁMPARA ENCENDIDA

    Con su cola destellante,
    como la de una cometa
    y sus ojos chispeantes,
    como lámpara encendida,
    brillan en medio de la bruma
    o bajo el sol radiante.
    Dejó sus rasgos trazados
    en la más calma y suave noche.
    Sin temor a nada
    desapareció de su casa.
    Lo buscaron por todos lados
    pero de él nadie sabía.
    Apareció por detrás
    trepado de una cortina,
    en la plenitud de la tarde  
    de una siesta celeste,
    en lunes de otoño
    con olor a hierbas de montaña
    y hambre de más de  tres días.
    Seguramente sabía,
    por intuición o por olfato,
    que hoy celebrarían
    el cumpleaños, de una
    de las hijas de la familia.

    Imagen: V. D. S.

  • Poemas

    POEMA DE GABRIELA MISTRAL

    ¡De qué quiere Usted la imagen? Preguntó el imaginero:

    Tenemos santos de pino,

    Hay imágenes de yeso,

    Mire este Cristo yacente,

    Madera de puro cedro,

    Depende de quién la encarga,

    Una familia o un templo,

    O si el único objetivo

    Es ponerla en un museo.

    Déjeme, pues, que le explique,

    Lo que de verdad deseo.

    Yo necesito una imagen

    De Jesús El Galileo,

    Que refleje su fracaso

    Intentando un mundo nuevo,

    Que conmueva las conciencias

    Y cambie los pensamientos,

    Yo no la quiero encerrada

    En iglesias y conventos.

    Ni en casa de una familia

    Para presidir sus rezos,

    No es para llevarla en andas

    Cargada por costaleros,

    Yo quiero una imagen viva

    De un Jesús Hombre sufriendo,

    Que ilumine a quien la mire

    El corazón y el cerebro.

    Que den ganas de bajarlo

    De su cruz y del tormento,

    Y quien contemple esa imagen

    No quede mirando un muerto,

    Ni que con ojos de artista

    Solo contemple un objeto,

    Ante el que exclame admirado

    ¡Qué torturado mas bello!.

    Perdóneme si le digo,

    Responde el imaginero,

    Que aquí no hallará  seguro

    La imagen del Nazareno.

    Vaya a buscarla en las calles

    Entre las gentes sin techo,

    En hospicios y hospitales

    Donde haya gente muriendo

    En los centros de acogida

    En que abandonan a viejos,

    En el pueblo marginado,

    Entre los niños hambrientos,

    En mujeres maltratadas,

    En personas sin empleo.

    Pero la imagen de Cristo

    No la busque en los museos,

    No la busque en las estatuas,

    En los altares y templos.

    Ni siga en las procesiones

    Los pasos del Nazareno,

    No la busque de madera,

    De bronce de piedra o yeso,

    ¡mejor busque entre los pobres

    Su imagen de carne y hueso ¡

    Texto tomado de la red.

  • Minicuentos

    VIOLETAS DE VIOLETA

    Era la tercera hija del matrimonio y primera mujer. Se llamaba Violeta, muy  bonita, no tanto como una flor, pero no era fea. La afeaba su forma de ser.
    Un día se enojó con su madre y le arrojó una silla de madera dura, esa que su mismo padre había fabricado. Por suerte la mujer mayor pudo esquivarse y no le hizo daño, pero con la silla rompió dos vidrios de la ventana de la cocina que daba a la calle.
    En el pueblo no se conseguían y mientras tanto, para impedir que penetre el frío viento de invierno, su padre tapó los grandes agujeros provisoriamente con pedazos de madera.
    Esos ataques de nervios solía tener de tanto en tanto cuando su madre la reprendía por algún comportamiento fuera de lugar, o cuando pedía algo que no se le podía conceder.
    Había estudiado en una Escuela Profesional de Mujeres. Sabía confeccionar muy bien prendas a medida y con eso aportaba económicamente a su familia. Quizás ese era uno de los motivos de sus ataques.
    Violeta se casó, tuvo varios hijos. Pero su enfermedad de estrés incontrolable nunca pudo superar, y lo que hacía antes con su madre, también lo siguió haciendo con su marido e hijos. Fue siempre violenta y compulsiva.
    Su hermana menor nunca comprendió el motivo de esa forma de ser.
    A Violeta le gustaban las flores silvestres del color de su nombre.

    Imagen propia.

  • Minicuentos

    KALINA, LA LOCA

    Doña Irena tuvo tres hijas mujeres y ningún varón. La mayor fue empleada administrativa, la del medio, profesora de tecnología y la menor de todas, no trabajaba porque su discapacidad mental no le permitía. Parecía una niña de menos de 10 años de edad y requería cuidados especiales. Doña Irena era muy selectiva respecto a los novios de sus hijas, y por ese motivo la mayor prefirió quedar soltera. La segunda, llamada Kalina, tuvo varios novios pero ninguno fue aceptado por su madre.
    Pasaron los años, doña Irena enfermó y no pudo recuperarse. Kalina quedó a cargo de su hermana discapacitada, pero a los pocos meses de haber fallecido la madre, también se fue su hermana. La mayor no daba muchas señales de vida. De tanto en tanto visitaba a su hermana y el lugar donde descansaban los restos de su familia. El padre de las tres mujeres había fallecido cuando éstas eran pequeñas.
    Kalina se sentía tan sola, que decidió mirar exageradamente hacia los costados por donde iba, salía a caminar todos los días, se metía en todas las redes sociales, la página de Solos y Solas, hasta que así conoció a Mariano, un poco mayor que ella. La relación entre ambos era fantástica, pero cada uno vivía en su casa, ya que antes no era como actualmente es, que los novios viven bajo el mismo techo ni bien se conocen. (Aunque cabe aclarar, no todos son iguales).  Él la visitaba los sábados y domingos por la tarde, hacían planes en común y pasado un tiempo decidieron unirse en matrimonio. Pero antes debían juntar dinero para comprar algunas cosas que les hacía falta. Todo corría como sobre rieles.
     La semana previa al casamiento cuya fecha habían fijado para el 20 de noviembre, y lo harían en un hermoso lugar al aire libre junto a una playa cercana, Kalina fue a visitar a su modista para ajustar detalles del vestido de bodas. Mientras se lo estaba probando, sonó el teléfono de la casa. La modista atendió y tras breves palabras, palideció, no sabía cómo decir a Kalina la noticia.  Mariano había sido llevado de urgencia al hospital por causa de una caída desde lo alto de un edificio, cuando el andamio en el que trabajaba se desplomó.  Pese a los cuidados médicos, Mariano no se salvó.
    Desde ese día Kalina todos los días 20 de cada mes, y sobre todo el día 20 de noviembre, viste su vestido de novia y vaga por la playa desde el amanecer hasta entrada la noche. En el pueblo la llaman, La Loca Kalina.