• Relatos

    DÍA DE AYUNO Y ABSTINENCIA

    Durante mi infancia, en casa de mis padres, la Semana Santa tenía un silencio especial, como si el tiempo caminara más despacio, sin apuro.
    El día Viernes Santo nos despertábamos temprano, como casi todos los días, ya que dormir hasta tarde era de haraganes.
    Nos levantábamos y casi sin hablar, nos higienizábamos y uno a uno nos íbamos peinando sin mirarnos al espejo. El espejo, de hecho, estaba dado vuelta contra la pared desde la noche anterior. No era una prohibición explícita, pero sabíamos, mis dos hermanos y yo, que así tenía que ser. Mirarse era una forma de distraerse, de entrar en la vanidad, y ese día no era para eso.
    El desayuno era sencillo y calmo: té negro, fuerte y con muy poco azúcar, acompañado de galletas sin grasa y tostadas. Nos sentábamos juntos, pero no hablábamos. Cada uno tomaba el calor de la taza como si fuera algo sagrado.
    Durante el día comíamos solo si teníamos hambre, y lo hacíamos con un respeto casi ritual. Nada de carne, y ningún alimento de origen animal, ni siquiera caldo, porque ese día se encendía el fuego en la cocina a leña solamente para el té y el mate de la mañana. Las batatas al horno hechas la noche del Jueves Santo, llenaban la casa de un olor dulce y terroso, y la mandioca hervida también el día anterior—con apenas un poquito de sal— nos recordaba que la sencillez también puede ser abundancia. A veces, le poníamos un hilo de miel de caña, como un gesto pequeño de dulzura.
    Por la tarde, el maní tostado rompía un poco la quietud, con ese crujido que parecía más fuerte de lo que era. Y la palta, con azúcar por encima, tenía algo de postre secreto, aunque sabíamos que no era para celebrar, sino para acompañar el recogimiento.
    No se escuchaba música. Estaba prohibido, aunque nadie lo decía en voz alta. Y tampoco hablábamos fuerte. Las palabras eran pocas y suaves, como si alzarlas demasiado pudiera romper algo que no veíamos, pero sentíamos.
    Así pasaba el día. Con un ritmo distinto, casi suspendido. No era tristeza, tampoco alegría. Era otra cosa, un día de duelo. Una forma de respeto. Una manera de habitar el tiempo con cuidado.

    Malania

    Imagen: de la red

  • Poesía

    TIERRA FÉRTIL Y MANOS HACENDOSAS

    En el huerto de Doña Cata,
    se esconde un secreto de la tierra,
    donde las verduras bailan al viento,
    y el sol acaricia su verde esencia.

    Zapallos grandes como el sol,
    reposan junto a un tronco en calma,
    mientras morrones coloridos, brillantes,
    se alzan con fuerza, llenando su alma.

    Jalapeños picantes, ardientes,
    guardan su fuego en cada rincón,
    y las calabazas, doradas y sabias,
    sueñan con el otoño y su canción.

    En su chacra, Doña Cata cuida,
    el jardín que canta en su corazón,
    cada verdura es un tesoro,
    que florece en un abrazo de pasión.

    Así, con amor y mucha paciencia,
    cultiva en su tierra el mejor sabor,
    y sus manos, llenas de alegría,
    ofrecen al mundo su más dulce labor.

    Malania

    Imágenes: Cata B.

  • Poesía

    DÉJAME SENTIR

    Eres mi más profundo pensamiento,
    el tiempo que comparto,
    el sustento del día a día,
    la caricia que me deja el viento.
    Eso me lo dice el tiempo…
    Eres la luz que me abraza
    el canto del zorzal al amanecer
    el reflejo del amor en el espejo.

    Déjame sentirte más de la cuenta.
    Déjame mirarte de lejos,
    mírame la piel como se eriza
    cuando me escribes versos.
    Déjame un soplo suavecito
    en la intimidad de mis sueños.
    Déjame una lluvia de fuego
    y nadie más que tú
    se sumirá detrás de mi velo.

    Malania

    Imagen: Propia

  • Poemas

    SOMBRA DE NUBE Y FUEGO

    Las nubes se alzan, suaves y lentas,
    dibujan sombras que la brisa lleva,
    mientras los rayos de sol, presentes, vibrantes,
    se cuelan entre palmeras, en un baile constante.

    Una nube, curiosa y sabia, toma forma de animal,
    de espaldas, gigante, mirando hacia el mar.
    De su boca surge en soplo, vapor caliente,
    como un suspiro del cielo, secreto y latente.

    El mar susurra en su azul profundo,
    reflejo del cielo celeste, inmenso y sereno,
    y al atardecer, el horizonte se tiñe de fuego,
    un cuadro de luz que calma el alma, lleno de misterio.

    Malania

    Imágenes: Guillermo F. T  y Gerardo S. V.

  • Poemas

    COMPETENCIA DE COLORES


    Hoy di un paseo entre los árboles,
    y vi cómo competían en silencio,
    cada uno mostrando su esplendor,
    con colores brillantes como un sueño.

    Las hojas se visten de oro,
    y otras, rojas como el fuego,
    se despliegan al viento con orgullo,
    bailando su danza al ritmo del cielo.

    En cada rincón, un arco iris de verde,
    donde el sol se filtra con cautela,
    y cada rama, con su traje único,
    canta una melodía de naturaleza.

    Un concierto sin palabras ni juicios,
    donde el brillo de cada color es testigo
    de que, aunque compiten por resplandecer,
    en su quietud, juntos aprenden a crecer.

    Algunos le dan respiro a las hojas
    ellas caen y desaparecen.
    Es hora de lucir sus bellas flores
    cada cual con sus propios colores.

    Malania

    Imágenes Ninet y propias.

  • Efemérides

    ADIÓS AÑO VIEJO 2024

    Según la tradición, para muchos, el Año Viejo es un monigote que representa básicamente el año que termina, formado con ropa vieja, cartón o papel, y se lo rellena con viruta, paja o aserrín.
    Además también lleva fuegos artificiales o de pirotecnia. Se lo quema a medianoche del 31 de diciembre, víspera del Año Nuevo.
    Con el Año Viejo se van penas, angustias y alegrías vividas. Quedarán los recuerdos de todo lo que nos ha acompañado, de todo lo acontecido, en buenos y malos momentos.
    Lo importante es dejar atrás lo que no nos ha gustado, lo que nos ha hecho mal, si es que lo hubo, y sacar de todo aquello un aprendizaje para no volver a recorrer el mismo camino.

    Malania

    Imagen de la red

  • Poesía

    NUBES AL VUELO

    La tarde se va despacio
    y las nubes color fuego
    se despliegan en el horizonte
    con calor en días de enero.

    Junto al sol llevan las luces
    con ansias de andar caminos
    o de dormirse en la noche
    bajo los astros azules.

    En una tarde de enero
    quiero retener las nubes,
    pero al tiempo en un adiós
    la alegría se diluye.

    Malania

    Imagen propia

  • Poemas

    CUÁNTAS, CUÁNTAS VECES

    ¿Podré amarte sin verte,
    sin mirarte?
    en regiones contrarias,
    unidas tan solo
    por el inmenso océano:
    Tú, en mediodía quemante.
    Yo, en fresco amanecer,
    bajo las frías sábanas,
    me conforma recordarte.
    Te busco con afán,
    sin darme cuenta,
    entre las infinitas palabras.
    Estás frente a mí,
    me haces sonreír.
    Estás conmigo,
    alegras mi existir,
    a través del infinito.
    Mi vida se detiene,
    un instante,
    para mirarte,
    para conocerte,
    para venerarte,
    para saludarte ruborizada.
    ¿Por qué no?…
    Tu fuego, es mi fuego.
    Tu fuego, en mi hoguera.
    ¿La estarás amando?
    Pienso:
    ¿Acaso te siento…
    en el misterioso aroma
    de las flores sin perfume?

    Malania

    Imagen: Propia

  • Prosa Poética

    SOL Y HUMO

    El fuego es útil en algunas ocasiones pero también es destructivo.
    Hace sufrir y hasta puede matar. Sufre la naturaleza, pero también destruye corazones humanos. Las ráfagas son cómplices y ayudan a avanzar por extensiones infinitas.
    Manos malvadas lo producen y otras quieren combatirlo, pero es más fácil encender que apagar. Y las vidas corren peligro.
    Desde lejos el humo viaja con el viento y se instala poco a poco y sin medida donde menos se lo espera. La garganta es uno de sus sitios preferidos, la acaricia y allí se duerme. Pero ella lo rechaza con sus reflejos, tose y lo expulsa. El humo humedecido se desplaza, languidece  y busca una salida. Pero en el ambiente hay más humo y es difícil no tenerlo cerca. La lluvia hace lo suyo, lo arrasa, limpia el aire y el sol se despeja.
    Las huellas que quedan son más que profundas. El fuego las ha grabado y será difícil borrarlas.

    Malania

    Imagen: Roxana E. S.

  • Poesía

    COMO OREJAS DE CONEJO

    En el hogar se enciende el fuego,
    las llamas danzan con un toque etéreo.
    En un ambiente crepuscular silencioso
    oculta su rostro en un velo misterioso.

    Entre sombras y brillos se esconde
    enigma ardiente, difícil de entender.
    En las llamas vivas surgen figuras
    ocultan su rostro, no se dejan ver.

    Los reflejos titilan, secretos al oído,
    el fuego susurra un enigma encendido.
    En la noche, su calor vence al frío
    y las orejas de conejo crean un destino.

    Malania

    Imagen: M. Julián T.