FLORES Y CANTOS
Crespones por doquier,sinesias y laurel,visten la avenida.Malvones y rosasperfuman el paso,antes del ocaso.Lirios y amapolas,glicinas colgantes,seducen amantes.Damas florecidas,en noche estrelladaocultan miradas.Violetas y orquídeas,blancas y amarillas,felices despiertan.El sol atestigua,el libre albedríoy los dulces trinos.Zorzales, gorriones,cantan en balconessencillas canciones.Juncos, madreselvas,al viento se elevany aroman veredas.Imagen: E. P. L.Sinesia: flor rosa china.Malvón: variedad de geranio.
DE UVA Y VINO
Para nada estériles,
imbuidas violáceas,
como pintadas con jugo
de uva y vino,
se reflejan en el éter
después de una lluvia
incesante y frenética.
Una corriente de aire amenaza
la aparente inmovilidad del sol
en noche nada estrellada
y una luna oculta y miedosa
deja ver las gotas de agua
cristalizadas en las flores
embriagadas por el vino
y rígidas por el frío.Imagen: R. E. Ch.
ESE SILENCIO
Una luz, mi casa me espera,en ella mis plantas, mis huellas,el perfume del césped recién cortado,el agua del río al borde de la costanera,la noche oscura para dormir tranquilay del gran silencio tu estela,ese silencio que me regalas a diario,que a veces acaricia y otras hierey se esconde tras la luna llena.Imagen: E. P. L.BRISA Y BRIZA
Errática la brisa,vela en la noche,mece a la brizay a muchas otras flores,
todas en silencio,
envueltas en fríos vapores,
de un Calafate helado,
en atardecer temprano.Imagen: N. V. S.NARANJA AMARGA
Ana se despertó sobresaltada. Su pequeña de cinco años volaba de fiebre.
A la una de la madrugada en el pueblo no se escuchaba más que el volar de los mosquitos hambrientos. Menos se podía esperar que haya una farmacia de turno, ya que el farmacéutico vivía en una casa al fondo del terreno, y el timbre, menos el portero eléctrico, no existían, por lo que sería una pérdida de tiempo pensar en conseguir un medicamento.
Recordó algunos remedios caseros que su abuela preparaba y sin pensar más se calzó las alpargatas, se vistió un abrigo y salió corriendo hacia la casa de una vecina que distaba unos 200 metros. Por suerte, Sofía era de esas vecinas solidarias que no se negaban a nada. Linterna en mano para alumbrar la huerta, arrancó unas plantas de perejil, las lavó con agua de pozo (no era aljibe, era agua de vertiente), envolvió en papel de diario viejo y entregó a Ana, quien sin siquiera agradecer (dicen que es de mala suerte agradecer por los remedios) dio media vuelta y volvió corriendo a su casa. En ella la esperaba Guido, con el fueguito encendido en la cocina a leña y el agua hirviente en una pava ennegrecida por el fuego y el pasar del tiempo, para preparar la infusión de raíces de perejil. No tardó mucho en estar listo el té, que fue paseado entre dos tazas como para que se enfríe un poco antes de dar de beber a la niña. Paulita era la menor, y si bien los padres no acostumbraban a las demostraciones de cariño, ambos la amaban con toda el alma. Paulita tomó de a sorbos el té caliente y al rato comenzó a transpirar hasta quedar empapada, por lo que su madre procedió a desvestirla de a poco como para evitar el cambio brusco de temperatura, lo que podría resultar fatal. Cambió su ropa y la cubrió con una frazada. La niña durmió sin nuevo sobresalto.
El día amaneció lluvioso y frío. Paulita mostraba un cuadro gripal sin fiebre intensa, pero la febrícula continuaba. Ana recordó que el médico en oportunidad anterior con un cuadro semejante con otro de sus hijos, le había dicho que la gripe se cura sobre todo con reposo y té caliente. Además había que evitar el cambio brusco de temperatura.
Ese día iba a preparar pan casero, el dinero escaseaba y había que ajustar gastos. Era un lujo comprar en la panadería. A media mañana, escuchó a Paulita que despertó con tos. Pensó en lo que podía darle de tomar. Recordó el té de naranja amarga a la que llamaban “apepú”, la planta que tenían en la quinta rebosaba de frutas, no servía para tomar el jugo, pero sí la pulpa blanca o segunda corteza, era utilizada para preparar dulce en almíbar. Arrancó tres, o cuatro o quizás más hojas del árbol, las lavó y colocó en un jarro de aluminio, agregó unas cuantas cucharadas de azúcar blanco, varios carbones hecho brazas en el horno, donde luego iba a cocer el pan, lo revolvió hasta salir humito aromático, agregó las hojas de naranjo, revolvió y sobre ellas agua hirviente. Dejó hervir unos minutos más, dos o tres, y retiró del fuego. Esperó a que enfríe un poquito, no mucho, tomó una bombilla y se lo llevó a la cama de Paulita, quien esperaba despierta a su mamá. Llegó la noche y hasta ese momento bastaron no más de tres tazas de esta infusión para que la niña recupere la respiración normal.
Pasaron algunos días, y todo el malestar y el susto habían quedado atrás, gracias a la buena vecina y a la receta del té de la abuela.Imagen de la red.LÍNEAS Y RAÍCES
Hoy, solo soy,capaz de escribiren líneas torcidas,esas que en retóricallaman ironía,siguiendo las curvasque ni el sol se anima,diseñando sueñosen tus rizos montesinos
hasta llegar a tu dulce río,
a través de las raíces
tumbadas sobre el suelo
entre hojas cubiertas de rocío.Imagen: M. J. T.VIÑETAS DE VIDA
Desde la lejanía,en las viñetas de la vida,surge un dilema.Pétalos que caenal compás de una cítaraen rosa melodía,formando una alfombra,desestabilizalas silenciosas miradashacia el agujero azul,
o tal vez negro,pintado sin palabrasen el cielo sin luna,
o en un árbol de aceituna.Perplejo,confuso el viento,amontona burbujas rosadas,en humedades tibiasque no son escritas,pero se pintan salpicadasen un tronco cubierto de gris.Ella no abdicaante las floresni ante el agujeroasí sea negro o azul.Con aplomo,piensa en aquel poeta,el que no deja sin palabrasun papel en blanco,el que en silencio acuosovive sus días sin dioses,con fríos amaneceresaroma de tabaco y café.Imagen: E. P. L.AROMA ESCONDIDO
Hay algo en los árboles,en las flores, en el aireportentoso, singular,siempre en vigilia.Ellos se muestran tal cual son,crecen un poquito cada díaaunque haga frío o calor.Sus hojas son auténticas y hermosas,más aún cuando el rocío las moja,límpidas son sus floresdespués de una tenue lluvia.Pero… ¿adónde quedó su aroma?quizás en el silencio se escondeo tal vez en el destello del ocaso.Las abejas lo buscanen el néctar, en el polen,en la esencia de un abrojo,en un pétalo caído en el arroyo.Las flores juegan con el viento,las abejas alzan vuelo,mientras las campanasmodulan sus lamentos,en la tranquilidad del eco
que vaga en los recuerdos.Imagen: E. P. L.INSACIABLE
El sudor violeta
empapaba su frente,
sus mejillas empalidecían.
En medio del verdor de la ventana,
divisaba una luz mutada en pájaro.
La fiebre no cedía,
los escalofríos se sucedían.
El azul era verde
y al verde, gris lo veía.
El dolor de cabeza no cesaba,
su cara seguía empapada,
su cuerpo temblaba.
Alguien llamó a su puerta,
quería saber porqué gritaba,
era su madre muy asustada.
– ¡Te dije que no cenaras tanto,
que eso te transmutaba! –
Tomó una ducha tibia
y volvió a la cama.
La pesadilla pasó,
se durmió tranquila
hasta media mañana.FALSA CONSTELACIÓN
El sol con su brillo
tiñó y matizó
las aguas del mar
que trata de cambiar
lo negro del río
que en paralelo viaja
sin ganar espacio.
Manos de colores
alientan al mar
en su afán por mejorar
el aire ambiental.El título es inspiración de una amiga virtual: yessykan
Poema: Malania NashkiPublicado en el blog: “El trigo de la vida” de J. Laurido