• General

    IMPRESIÓN FURTIVA

    Intenté en mis sueños, escribir con tinta indefinida.
    Lo hice sobre renglones transparentes,
    pero en esa hoja en blanco nada se veía.
    Distintos aspectos se me presentaban en forma sucesiva,
    en circunstancias diferentes, una tras otra,
    a veces opuestas y a veces en armonía
    hacían resurgir aspectos variados de mi vida.
    Y ahí estaba el papel en blanco
    con renglones incoloros.
    De a poco fui dibujando
    el accidente de un terreno
    con diferentes perspectivas.
    No distinguía si era un castillo o una colina.
    Pintaba de a poco hacia la derecha
    pero la pintura, hacia la izquierda se corría.
    Con mi mano, dominar el bosque quería,
    pero era un valle lo único que salía.
    Yo viajaba por la costanera del tiempo
    como aquel solitario caballero
    que cambiaba de orientación
    para llegar hacia la cumbre del amor.
    Pero veía cómo se interponían
    las diferencias de altura formando morros,
    mientras ese camino en compañía del viento, recorría. 
    Y así seguí con esa hoja delante de mis ojos.  
    No sé en qué momento se convirtió
    en una hermosa obra de arte
    donde mis manos, un deseo traslucían,
    el deseo de seguir soñando cosas
    cargadas de significaciones diferentes,
    con tu recuerdo siempre presente.
    Cuando desperté encontré parte de un poema que versaba:
    “Mi pasión es leerte,

    Abrir tus páginas, olerte, sentirte, 

    Mi pasión es escribir con tinta indefinida,
    con trazos que no alcanzo a describir.

    Mi pasión eres tú”

     Firmado por Karem del grupo Escritores y Letras.

    Autora del poema: Malania Nashki.

    Imagen propia.

  • General

    HOMBRE DE AYER Y DE HOY

    Muchos eran sus recuerdos, pero los menos numerosos habían hecho más flotantes las nociones del tiempo. Evocaba con alegría, hasta hace poco tiempo, todos los momentos preciosos vividos durante su infancia, adolescencia y juventud.
    Los días de lluvia en la escuela primaria, los juegos de mesa, las tareas agregadas, las pinturas en el pizarrón. El estudio en grupo en la escuela secundaria, los encuentros en fines de semana en casa de alguno de sus compañeros (su padre no permitía que vinieran a reunirse a su casa porque trabajaba todo el día y cuando llegaba a su hogar quería descansar). Durante su juventud las salidas con su amada, a festivales de música folklórica y regional, cines y restaurantes.
    Pero hoy día ya no recuerda nada preciso que pueda prolongar el pasado y cambiar de valor al ser que tiene ante sus ojos cuando se mira al espejo.
    Errores y aciertos que escinden una misma vida entre el hombre que fue y su presente.
    ¿Será el Alzhéimer que tocó a su puerta y él lo dejó pasar?

    Imagen: R. E. Ch.

  • Poemas

    ATARDECER EN SANTA HELENA

    Se esconde el sol,
    no hay nada nuevo,
    o sí, es que lo hay,
    cambian los colores del firmamento,
    se matiza el cielo,
    según el estado del sol
    si está triste o contento,
    con el mecer de las nubes
    o con caricias del viento.
    O quizás es mi retina,
    que hace la diferencia
    entre un atardecer y otro,
    o tal vez son pinceladas
    que dan los rayos del astro rey,
    mezclándose entre las nubes
    la atmósfera y el viento.
    Y yo tontamente
    corro, corro y me detengo,
    me paro casi en puntas de pie
    sobre la montaña de tierra roja,
    frente a este espectáculo natural
    y lo observo, lo contemplo.  
    Tomo varias fotografías
    para captar el momento,
    para compartir contigo
    antes que se escape el tiempo.
    Sí, contigo. Es para ti
    que me estás leyendo.
                                                 
  • General

    BUENA RUTINA

     
    A través del tiempo pude darme cuenta que las mejores postales que nos ofrece la naturaleza son efímeras. Además, no se da nunca una igual a otra. Son espectáculos, que quienes los apreciamos, nos sorprendemos de ellos y si no aprovechamos el momento justo, nos lo perdemos para siempre.
    Esto ya lo he dicho en otra ocasión. Pero la de hoy, en mi recorrido de las 7 de la mañana, fue particular porque estuvo presente un fenómeno natural poco visto en esta zona, la neblina. Más de una hora percibiendo aromas diferentes. Cubiertos de rocío el césped, las plantas, las flores y los frutos. El pasto recién cortado, otros altos me llegan hasta los tobillos. La lluvia arrastró tierra suelta que encontró al paso, por cauces de arroyitos inventados por el abundante caudal de agua caída. La tierra no pidió permiso y se depositó en senderos de cemento aptos para las caminatas en el bulevar de la avenida. Hay que esquivar el barro para no resbalar y es ahí donde mis pies aplastan el pasto humedeciendo mis zapatillas grises. La altura mediana de los árboles de ese tramo, ofrecen el perfume de las flores silvestres. Una vez que cambio el rumbo y enfilo mi regreso a casa, otro es el espectáculo. Las guayabas y su alfombra, quedaron atrás, así como las paltas, los mangos, y otras frutas de estación. Ahora tengo que esquivar las espinas de los rosales que sobresalen de las verjas. Muy orondas se mecen al compás del viento perfumando las veredas con sus ramilletes blancos, rosados y lilas. Los que más abundan son los blancos que tienen un aroma inigualable. No son iguales a las rosas que venden en las florerías que parecen de plástico. Estas son nacidas en tierra fértil y se bañan de rocío al alba y al ocaso, o en noches calmas, casi en todas las estaciones del año. Quizás por eso conservan el perfume original a rosas frescas.
    A todo esto, tengo que sumar el canto de los pájaros: mirlos, gorriones, loros, algún extraviado zorzal y el papagayo de mi vecina que me saluda al pasar. Si no lo saludo me silba y se pega una carcajada.  
    Vuelvo a casa renovada después del incomparable espectáculo natural. Una buena rutina.

                                                                                                                                 

    Rosa Roja de N. V. S.
  • General

    RESCATE DE AMOR

     
    El ojal y su botón
    salieron a caminar
    por la playa, por el mar
    muy juntitos a la par.
    De pronto un bío ladrón
    se arrebató al botón y
    el ojal quedó llorando
    la pérdida de su amor.
    “Qué haré yo sin ti botón”
    preguntó sollozando;
    lo buscó meses, días
    tal vez un par de años.
    Perdió memoria del tiempo
    hasta que al fin lo encontró
    calladito en una percha;
    alguien allí lo dejó
    triste, olvidado, sediento
    lleno de polvo el botón.
    Malévolo aquel ladrón
    ¿Qué te ha hecho mi señor?
    Entusiasmado el ojal
    muy pronto lo rescató
    y volvieron a pasear.
    A su casa lo llevó,
    ducha y vapor los cubrió,
    con su calor  lo envolvió
    para no perderlo más
    y en su cálido aposento
    disfrutaron el amor. 
     
    Imagen de la red

  • General

    COMODÍN

    Quisiera hacer cantar al sol,

    cubrirme de piedras preciosas

    esconderme en un buque de arena

    dormir hasta que nazcan las rosas

    Desembarcar en el fondo de una nube

    pasear por los agujeros de las sombras

    mientras la lluvia chaparronea

    y pule los estomas.

    Que en vez de labios tenga pico

    en vez de piel, escamas rosas

    en vez de manos, plumas

    y disfrutar  en una llosa.

    Porque…

    Cuando las mentiras son verdades

    y las verdades, mentiras,

    giran en cuadrados no perfectos

    en misteriosas figuras amanecidas

    no tienen crédito, ni verdades ni mentiras.

    Cuando lo que das no alcanza

    y lo que recibes no es nada.

    Cuando la lluvia no es agua

    y el amor se vuelve acuoso.

    Cuando la sonrisa es una mueca

    y la felicidad se vuelve piedra.

    Cuando todo llega a destiempo

    todo oscurece y desaparece,

    detrás de las paredes de hojas …..

    hasta la luz del sol fenece.

    Entonces está ella:

    Comodín válido para la inversa.

    Imagen: C. J. V.

     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
  • Poemas

    AUREOLA

     
    Por el bulevar rojizo,
    van las notas románticas, 
    se filtra un compás de triste 
    caminante en melodías. 
    Ella hacía el viaje de ida 
    él emprendía el regreso.
    El fango enturbió la noche 
    adormeció  la alegría, 
    el vergel calló el bullicio 
    de la lluvia sabatina. 
    Los nubarrones despiertos 
    tildan mágica armonía, 
    controvertidas aureolas 
    se entretienen con violetas.
    El sol revirtió su brillo 
    por el ir de contramano 
    en vértices de faroles 
    inclinados hacia abajo, 
    por si los vientos no fueran 
    hacia el norte ni al nordeste. 
    Raro el sigilo éste en vaivén 
    si del frío saliera el sol 
    y del  verano la nieve, 
    como si en cálido día   
    necesitaran abrigos 
    y las mallas y bikinis 
    en trunco tiempo de escarcha.  
    A pesar de todo esto   
    nubes negras se evaporan,  
    las mariposas cantando  
    se perfilan, se decoran,  
    ganan  brisa y viento a favor
    disfrutan  fresas jugosas,
    aromatizando al vuelo
    tan alegre, vaporosas.
     
    Imagen de la red.

  • General

    DEBER Y RECUERDO

    Me desperté de una siesta prolongada, propia de los domingos cuando quedo en casa, y vi que todavía había tiempo. Dispuse mis pertenencias, solo lo necesario, en una pequeña cartera, tomé mi paraguas  y salí a la calle. No era lejos, unas seis cuadras, siempre que sean recorridas correctamente. Sin prestar mucha atención y sorteando charcos y aceras inundadas, tomé una calle equivocada. Caminé unos minutos y tarde me di cuenta que me había alejado el doble. Es un barrio de muchas diagonales y cortadas, por lo que en vez de llegar en diez minutos lo hice en veinte. En el lugar había una fila de unas quince personas. Yo rogaba que el trámite fuera ágil para poder ingresar y no quedar como infractora. A un minuto del cierre de la puerta principal de la oficina policial, por suerte un uniformado dio paso a todos los que estábamos en espera, que a esa hora, eran las dieciocho,  ya había aumentado a más del doble. El trámite duró otros diez minutos. El hecho de vivir a más de mil kilómetros de distancia del domicilio que figura en el documento de identidad, exime de la obligación de emitir sufragio pero sí, hay que informar a las autoridades correspondientes.
    Logrado el cometido, guardé prolijamente el papel dentro de mi cartera, salí del lugar y caminé bajo la lluvia, chapoteando a cada paso. No tenía apuro por volver, así que tomé el sentido contrario del que me había traído. Quería disfrutar del deber cumplido, y recordando que había dicho que no saldría de mi casa hoy, recorrí la misma vereda que aquel día me llevó a encontrarte por primera vez. Continué mi marcha hasta la esquina donde hemos disfrutado de tantos tragos, tú de café  y yo de agua fresca, transparente como tu mirada. Me detuve un segundo para ver si por casualidad te encontraba. Una que otra persona desconocida giró su cabeza observando mi presencia, y proseguí mi travesía. Me crucé a la vereda de enfrente y disfruté del aroma de los árboles del parque, mojados, contentos y erguidos como nunca. Hacía mucho que no llovía en la zona. Sus hojas disfrutaban del baño casi primaveral, y despedían sonrisas en su brillo.
    Así, con las botamangas de los jeans mojados hasta la media pierna, las zapatillas blancas como canoa en naufragio y el paraguas hecho sopa,  volví a casa con mi pecho ensanchado por haber cumplido con mi deber, con el aroma de  tus besos mejilleros en aquella esquina y con el calor de tu mano estrechando las mías. Bello recuerdo.
    Imagen de la red.

  • General

    UN BESO EN SILENCIO

     
    La noche anterior se había llorado todo como en concierto, con gruesas gotas, relámpagos, truenos y los gritos desesperados del loro de Carolina, secuestrado en una jaula bailarina al compás del vendaval.                     
     A Estela le gusta salir a caminar antes de que salga el sol.
    Ese día viernes las calles, algunas sin asfalto, adoquines ni cemento, estaban mojadas y serpenteadas por charcos en la tierra roja. Un perro pequeño que dormía bajo un canelo la siguió acompañándola hasta una casa sin verjas, aparentemente abandonada y allí se quedó al resguardo de un alero. Los ladridos de otros perros tras rejas y muros daban aviso del paso de la mujer por aceras y calles. A ninguno se le ocurrió ser cómplice del silencio que ella hubiera querido conseguir durante su paseo de paso apresurado.             
    Estela caminó hasta el final del camino donde termina el barrio en el que vive desde no hace mucho tiempo, por las calles desiertas, inundadas por el aroma de hojas húmedas de cientos de árboles que ofrecen su sombra cuando el sol arde a mediodía y siesta. Las flores silvestres matizan el aire fresco y puro de otro amanecer sin humos ni gases tóxicos. Una flor amarilla solitaria se balancea como saludando a su paso, la contempla, la fotografía y continúa el camino hacia su casa. Una hora basta para la caminata del día.
    Por suerte el loro de Carolina está bien, fuera de su jaula, que quedó cubierta por una gran hoja de palmera, desprendida del árbol a causa del viento.  Feliz, le da un beso de pico en señal de amor y agradecimiento. 

                                                                                                                                                    

    Imagen: N. C. G.

  • Poemas

    EL TREN

    Tus poemas contienen
    entre sus versos,
    el viento cálido
    de una mañana de enero
    y el sol brillante
    del mediodía,
    cuando te acompañaba
    mientras te ibas.

    La taza de café,
    esa en la que bebías
    con dos de azúcar,
    conserva tu mirada color miel
    sobre tus grises ojeras,
    señal de insomnios continuos.

    Tomabas el tren
    con la esperanza de descansar,
    con la visión de cosas diferentes,
    recordando hermosos momentos,
    y te alejabas, respirando
    la atmósfera de nuestros tiempos.

    Imagen: C. J. V.