CERRÓ UN CAPÍTULO DE VIDA
Entre bemoles y sostenidos, esperaba con resignación que algo diferente ocurriera.
Frente a su casa, los árboles permanecían de pie como soldados firmes.
Ya nada quedaba de los bosques nativos y fragantes de cuando era niña.
Habían sido talados con hacha o con sierra mientras ella estuvo ausente.
Los árboles la observaban, habían sido plantados para que en un futuro cercano -o no-, fueran destinados a la industria. Algún día también desaparecerían como los nativos y como su amor.
Nunca creyó que ese amor prosperaría. Era como una planta sin raíces destinadas a marchitarse.
A veces, como ese día, esperaba el milagro. Pero no tuvo éxito su deseo.
Entonces, la noche la adormeció y se durmió en brazos de la luna llena.
Cuando despertó dijo a sí misma:
“Nada crece, nada prospera en la penumbra de los secretos.
El amor, como los árboles, necesita de luz y espacio para desarrollarse y expandirse”.
Se sintió libre de su amante, fuerte, sana, con mucho apetito como una adolescente.
Hacía largas caminatas seguidas por sus mascotas, y se metía en la cocina para preparar exquisiteces.
Cerró un capítulo de su vida y dejó de atormentarse con recuerdos y especulaciones sobre lo que pudo ser.Malania
Imágenes: propias y de Rosana G. B.MASCOTA ESPÍA
En un sector del jardín florecido,
donde el sol se posa en paz al mediodía,
camina sigilosa y sin ruido
la elegante gata Sía.No es gata común, es espía
de pajaritos que cantan sin temor,
pero más que cazadora fría,
es soñadora de amor.Entre flores se esconde ligera,
ojos dorados, bigotes en tensión,
más cuando el viento la espera,
sólo juega sin intención.Los pajaritos vuelan desprevenidos,
mientras Sía se estira al sol,
la panza al cielo, los sueños dormidos,
con el jardín como su control.Porque aunque parezca acechadora,
Sía es reina, y no enemiga,
bajo el sol, entre aromas de aurora,
vive su vida tranquila… y amiga.Malania
Imágenes: M. Julián T.
EN SUS QUINCE AÑOS
PARA MIA
De parte de su abuela, con todo mi amor
Han pasado muchas lunas, muchos soles,
el tiempo no se ha notado entre canciones y colores.
De repente, quince años —¡qué misterio tan callado!—
y mi niña se ha hecho grande, sin que el tiempo haya avisado.Eres risa en la mañana, luz serena en el andar,
una mezcla de ternura con el fuego de soñar.
A veces callas bajito, con mirada de universo,
otras, el mundo se alegra cuando ríes sin esfuerzo.Entre libros y voleibol, vas dejando tu señal,
con coraje y con dulzura, con cariño sin igual.
Buena hija, buena amiga, con tu corazón abierto,
el amor que tú regalas siempre vuelve, siempre es cierto.Hoy tus quince son un canto, una flor que va a brotar,
un camino que comienza con promesas de brillar.
Y aunque crezcas y te alejes, lleva siempre en la memoria
que este amor que yo te tengo… es eterno, es tuyo, es gloria.Estoy segura que desde el cielo
tu abuela y tus abuelos sonríen al verte brillar,
orgullosos de tu esencia, de tu forma de amar.
Y yo, desde aquí cerquita, te abrazo con emoción,
porque verte crecer, Mía, es mi mayor bendición.Sigue siendo buena hija, buena hermana, buena amiga,
no dejes que el mundo apague esa luz que hay en tu vida.
Sé valiente, sé tú misma, con tu alma generosa,
que quien ama siempre encuentra la vida hermosa.Malania
Imagen: Propia
ATARDECER DESDE EL PATIO
Desde el patio de mi casa
veo un atardecer distinto,
el sol se esconde en el infinito
regalando a las nubes su brillo.Pinta el cielo de naranja
sobre el amarillo dorado,
tras los árboles en sombra
que lentamente
de negro se contornan.El resplandor del sol
llegó a la media luna
que en su aureola de agua
una estela acuna.Ráfaga cálida, a veces fría.
Un atardecer distinto
embellece a las almas
apasiona la vida.Malania
Imagen: Rosana G. B.
TU MAR MI RÍO
Tus ojos muy asombrados
han fijado su mirada
en el agua de la oleada
de un mar embravecido.Que en día refulgente
y actitud inexplicable
borraba huellas adorables
de pisadas en la arena.Tu cuerpo tendido a pleno
sin contar labor alguna
se tiñó dorado y bello
borrando rastros del tiempo.En el otro extremo del Globo
mis ojos muy absortos
penetraron su mirada
en muy apacible río.La brisa lo acariciaba
meciéndolo en tierno lecho
como mezquinando al tiempo
para olvidar al frío invierno.Manaban miles burbujas
de su cálido interior
lo besaban y acariciaban
con timidez y fulgor.Soñoliento y agobiado
se extendía al fin el día
tú, en la lejana España
yo, en esta tierra querida.Si se unieran algún día
mar y río, río y mar
la bravura dormiría
en brazos del río en paz.Malania
Imágenes: propias
DÍA DE AYUNO Y ABSTINENCIA
Durante mi infancia, en casa de mis padres, la Semana Santa tenía un silencio especial, como si el tiempo caminara más despacio, sin apuro.
El día Viernes Santo nos despertábamos temprano, como casi todos los días, ya que dormir hasta tarde era de haraganes.
Nos levantábamos y casi sin hablar, nos higienizábamos y uno a uno nos íbamos peinando sin mirarnos al espejo. El espejo, de hecho, estaba dado vuelta contra la pared desde la noche anterior. No era una prohibición explícita, pero sabíamos, mis dos hermanos y yo, que así tenía que ser. Mirarse era una forma de distraerse, de entrar en la vanidad, y ese día no era para eso.
El desayuno era sencillo y calmo: té negro, fuerte y con muy poco azúcar, acompañado de galletas sin grasa y tostadas. Nos sentábamos juntos, pero no hablábamos. Cada uno tomaba el calor de la taza como si fuera algo sagrado.
Durante el día comíamos solo si teníamos hambre, y lo hacíamos con un respeto casi ritual. Nada de carne, y ningún alimento de origen animal, ni siquiera caldo, porque ese día se encendía el fuego en la cocina a leña solamente para el té y el mate de la mañana. Las batatas al horno hechas la noche del Jueves Santo, llenaban la casa de un olor dulce y terroso, y la mandioca hervida también el día anterior—con apenas un poquito de sal— nos recordaba que la sencillez también puede ser abundancia. A veces, le poníamos un hilo de miel de caña, como un gesto pequeño de dulzura.
Por la tarde, el maní tostado rompía un poco la quietud, con ese crujido que parecía más fuerte de lo que era. Y la palta, con azúcar por encima, tenía algo de postre secreto, aunque sabíamos que no era para celebrar, sino para acompañar el recogimiento.
No se escuchaba música. Estaba prohibido, aunque nadie lo decía en voz alta. Y tampoco hablábamos fuerte. Las palabras eran pocas y suaves, como si alzarlas demasiado pudiera romper algo que no veíamos, pero sentíamos.
Así pasaba el día. Con un ritmo distinto, casi suspendido. No era tristeza, tampoco alegría. Era otra cosa, un día de duelo. Una forma de respeto. Una manera de habitar el tiempo con cuidado.Malania
Imagen: de la red
PUESTA DE SOL
Sentada junto a un banco solitario,
contemplaba la puesta de sol.
Quizás un alma perdida,
en una embarcación sin guía,
acunada por el río,
miraba pasar la vida.
Detrás de mí las casas,
en un tranquilo barrio, esparcidas,
sin ruido alguno, parecían dormidas.
Las aguas muy despacio corrían,
como cauce estancado parecía.
A lo lejos el ladrido de perros
el silencio rompía.
Comenzó a mover las hojas
una suave brisa.
El aroma a bizcocho recién horneado
me abría el apetito sin prisa.
Los cristales de mis anteojos
ya no me ayudaban,
no tenía un panorama nítido.
Era hora de dejar el lugar,
mi piel sentía frío.
El sol se había escondido, tras el mismo río.
Sentí que ese instante me envolvía
en un otoñal y agradable rocío.
En casa me esperaban para la cena,
creían que me había perdido.Malania
Imagen: Noe G.
NATURA PURA
El río canta su melódica voz,
las montañas guardan su serena paz,
y las estrellas, al caer la noche,
tejen sueños en el mar.La luna, reina de la quietud,
se alza con gracia, en su viaje sin fin,
mientras la vida, en su frágil curso,
nos invita a ser parte de su festín.Espectáculos que el alma abraza,
en cada amanecer, en cada rincón,
la naturaleza, con su eterno latido,
nos regala su canción.Malania
Imagen: M. Julián T.
EL PRINCIPITO
TRAS UNA PUESTA DE SOL
En un planeta de tamaño tan pequeño,
como una cajita de juguetes,
vivía un niño de ojos brillantes
y un corazón lleno de sueños.En su rincón del cosmos lejano,
cultivó con cariño una rosa,
un ser tan frágil y delicado
que él protegía con su alma hermosa.Un día, decidió partir al espacio,
viajar a otros mundos le llamaba,
en cada planeta conoció a alguien,
que a su corazón no entendía ni amaba.Un gigante de metal, un rey tan altivo,
un contador de estrellas, un hombre de negocios,
todos se creían superiores al niño,
pero él enseñaba con sus gestos generosos.“Lo que importa no es lo que se ve,
sino lo que no se puede tocar”,
les decía, dejando huella,
como la rosa que sabía cuidar.Hasta que llegó a la Tierra,
donde un aviador le ofreció su amistad,
pero el niño, con su rosa en mente,
dejando un vacío, decidió regresar.El aviador miró al niño partir,
y en su pecho quedó una pena,
pues el niño con su rosa tan pura,
le enseñó el valor de la vida plena.“Vuelve a tu planeta, pequeño viajero,
y cuida tu rosa, fiel y sincero”,
le susurró el viento, sabio y sereno,
mientras el niño volaba, dejando un sueño.Malania
Imagen: Roxana E. S. y de la red.
CUANDO QUIERAS DESISTIR
Cuando quieras largar todo y dejar de seguir luchando,
cuando pienses que las fuerzas se te van.
Cuando veas la vida más oscura sin ganas de nada más,
e intentes rendirte bajando los brazos.
Cuando quieras desistir, ten fe en Dios
y Él te dará la fortaleza y el ánimo para
continuar la lucha a pesar de todo
y dirá en un susurro:
– Nunca dejes que puedan vencerte fácilmente
las tormentas de la vida, estaré siempre para llevarte adelante
nada podrá detenerte, solo confía en Mí.Autor: poeta uruguayo Miguel Márquez
Imagen: propia (Malania)