CÓMO OLVIDAR
Tu presencia en mi vidaha dejado huellas tan profundasque cuando la lluvia arreciala soledad sangra contraída.Los recuerdos laten en cadenami cabeza apoyadasobre tu hombro derechodormitando en viernes tempraneroo en lunes de siestasobre mi amplio y florido lechomis cabellos cosquillean tu caray tus yemas suavemente los separancon caricias y ademanes insinuantes.En días de lluvia o de pleno sol -que más da-quisiera robarle un jueves a Luganoo un martes a Retiroy por qué no un miércolesal acto escolar de primaveraen festejo anticipado y de antemano.En sábados mañaneroste busco entre las letrasde tus bellas poesíasy en el recuerdo de los domingosel olor al rocío de las araucariascortadas a ojo de hombreen verdes galeríasfrente al enorme edificioen la esquina de San Juan y Directorioy así te recuerdo día a díade lunes a domingo.COMPLEJIDAD
¿Algún día has pensado en qué te gustaría convertirte si hubiese otra vida, si tuvieses una oportunidad de elegir qué quisieras ser? Yo sí.Podría convertirme en ubiquitina,para reciclar y mejorar todo aquelloque merece un cambio en la vida.O en orgánulo,para navegar por el mar gelatinosodel citoplasma de su cuerpo.O en la luz del arco iris,para reflejarme en sus pupilas.O en el puente,que une su vida y la mía.O en esa nube,que aloja y mecepara velar su sueñoy envolverlo en mimos.O en gota de mar,para introducirme y humectarcada uno de los poros de su piel.O simplemente…ser de nuevo yo mismacon la oportunidad de conocerloen aquel bar de la esquina.LA VIDA
Ha parado de llover y los pájaros trinan desde el amanecer. Sienten la felicidad de un nuevo día que les permite volar bajo el sol, bajo las celestes nubes, o reconstruir sus nidos que han caído con la tormenta. El lapacho tendrá compañía y eso le alegra, tanto que floreció antes de tiempo, para que en verano sus hojas broten a granel y den sombra a los polluelos. Hoy muestra al mundo su esplendor. Su ciclo de vida continúa. ¿A cuántos habrá derribado la tormenta? ¿Cuántos fueron convertidos en astillas para el fuego destinados a calentar hogares?LIBÉLULA
La nítida silueta del sol al ponerse, atravesaba las alas cristalinas de la libélula atrapada en la fina telaraña.
Tendidos en la hierba fresca, los duendes escuchaban el murmullo del viento que mecía las espigas de bambúes.
Una ráfaga de aire caliente en perfecta ondulación arremetió contra los hilos entrelazados y logró salvar a la bella libélula.
Sacudió sus alas y voló coqueta por entre los duendes y bambúes. Una vida feliz la esperaba.
Los duendes se miraron con complicidad y rieron a carcajadas. ¿Habrán tenido algo que ver con la ráfaga?NOCHE
NocheQue cubresaldeas y estepas.Que visteselegancia y rudeza.Que desnudasfilosofía de viday las dudas de la muerte.Que te prestaspara mirar las estrellaso la estilizada de cuarto menguante.Que inspirasa escritores poetas.Que cobijasa peregrinose inocentes criaturas.Que quitasel sueño a triunfadoresy angustiados pensadores.Que ocultasa fantasmas y rufianes.Que callasa mariposas y aves.Que duermestímidos murmullosy ecos florecientes.Que te amigascon blancas floresque se abren para vertejunto a hojas de otoñoy musgos verdes.Que enlazassueños lejanos.Que unesen abrazos tiernosa enamorados viajerosy amanecidos forasteros..Noche, noche,
lecho de sueños.ÁRBOL DE VIDAS
Foto: J. Benito (Prohibida su reproducción)
Al ver esta preciosa fotografía,pensé en el amoramor al arte, a la vegetacióna los frutos, a la floramor al trabajo y al amor por ti.También pensé en la creaciónla forma de cada fruto, el colorel tamaño, el sabor,dulce o saladoy pensé en vos.Eres diferente y único en especieno hay otro igual.Tampoco son iguales la sandía,la manzana y el morróna pesar de ser rojos.La banana, el limónla pera y la papayaamarillos sony la lista es infinita,frutos tropicales,silvestres o cultivados.Cada uno es diferentey no todos gustamos de todoéste es más rico que el otroy la química es particularde acuerdo al paladarla atracción por un sabores individual.El final es privado,
es único, tuyo y mío.MARIPOSAS
Llegaron las doce mariposas
una que otra más hermosa
ninguna quedó por el camino
todas viajeras ansiosas.
Varias se posaron temerosas
algunas cosquillearon mis manos
otras más tímidas
aleteaban festejando
la llegada y el encuentro.
Yo, agradecida
les ofrecí agua y comida.
No quisieron comer
porque ya venían saboreando
frutos y flores al paso
solo aceptaron el agua fresca
servida en sendos vasos.
Durmieron toda la noche
hasta que el sol iluminó
y me pidieron quedarse
en algún lugar acogedor.
Por supuesto, les ofrecí
el jardín de mi casa
con rosas y otras plantas.
Los gorriones felices
revoloteaban festejando
con gorjeos y cortos vuelos
invitándolas a sus danzas.TORTUGA Y COLIBRÍ
Muchas veces, sin proponértelo, llegas a una página no poco interesante y descubres cosas que quizás son conocidas por algunos y no por otros.
Cada persona tiene su animal de poder, o espíritu guardián, como decía Don Juan Matus (Carlos Castañeda): “Siempre llevarás contigo un espíritu, tu otro yo”, el que ha adoptado distintos nombres en las distintas culturas, siendo el de Animal de Poder el que considero más adecuado, ya que incluye las capacidades del animal específico.
Queda para seguir investigando si realmente son así como los vemos o sólo son energías representativas, que nuestra mente aún primitiva necesita representar simbólicamente.Una frase de San Francisco de Asís:
“No herir a nuestros humildes hermanos (los animales) es nuestro primer deber hacia ellos, pero detenerse aquí no es suficiente. Nosotros tenemos una misión más elevada -serles de servicio a ellos siempre que lo requieran. Si un hombre excluye a cualquiera de las criaturas de Dios del resguardo de la compasión, ese hombre actuará igualmente con sus compañeros humanos.”
EL COLIBRÍ
Se dice que Colibrí nos trae mensajes especiales. Nos trae amor como ninguna otra medicina puede hacerlo, y su presencia trae alegría al observador.
Busca la dulzura de la vida.
Su larga lengua le permite pasar por alto la capa exterior, a menudo dura y amarga, y encontrar los tesoros escondidos debajo.
El que tiene medicina de Colibrí:
No pierde tiempo mirando atrás y deseando “lo que fue”, pues le interesa aprovechar “lo que es”. Nunca podría volverse adicto a algún estimulante artificial, pues encuentra alegría en su propio corazón. Le da mucho placer esparcir alegría, amor y belleza a todos los que lo rodean, y tiene el don de llevar esa alegría interna hacia espacios nuevos y diferentes. Tiene el talento de encontrar lo bueno en la gente, y no se detiene ante un exterior áspero o abrupto, pues sabe que, si pudiera llegar más allá de esa dura capa externa, encontraría bondad y belleza dentro.
LA TORTUGA
Cuando siente peligro o se siente incómoda e insegura, se mete en su caparazón y se protege.
La medicina de Tortuga incluye una conexión con el centro, la destreza de navegar, la paciencia, los límites propios, asociación con lo femenino, el respeto hacia los límites de los demás, el desarrollo de nuevas ideas, la protección psíquica de uno mismo, la confianza en sí mismo, la tenacidad, la defensa sin violencia.
Tanto Colibrí como Tortuga, se sienten libres, esa es la coincidencia. Pero ambos pueden tener una atracción inmensa y espléndida, siempre que el Colibrí pueda traspasar la dura caparazón de la tortuga.
Dijo la Tortuga llamada Geisha: Un Colibrí, llamado Emperador, me buscó y logró sacarme de la nube gris en la que yo vivía adormecida por el frío de mi corazón. Gracias a él pude volver a poner los pies en la tierra sin tantos miedos, sobre todo el miedo al amor. Y pude volver a sentir el perfume de las flores.
Por eso es que amo tanto a Colibrí.
¿CUÁL ES SU NOMBRE?
Era ella, estoy segura. Aquella dama de tez bronceada, esbelta y larga cabellera de color azabache en que todos los días nos encontrábamos camino al colegio. Siempre vestía con sencillez y pulcritud. Vivía con su esposo y sus pequeños hijos. A él lo veía algunas horas por la noche, cuando regresaba de la fábrica de calzados, de lunes a viernes, o de su trabajo en la quinta los sábados. Los domingos lo pasaban en familia, con los tradicionales almuerzos parrilleros, sobre las brasas unos hierros con patas que él mismo había construido, y la carne con grasa chirriante despertaba hasta al tardío madrugador o al más vegetariano de la cuadra. El pan caliente amasado por la mujer acompañaba el almuerzo. Fueron ocho los niños que nacieron, crecieron y jugaron en esa casa de patio grande, frondosos árboles y bello jardín. El tiempo comenzó a marcar surcos en el rostro de ambos progenitores y un día ella recibió la peor noticia de su vida: para acortar distancia, el hombre tomó otro camino y fue interceptado por maleantes que le quitaron el sueldo que había cobrado ese día dejándolo tendido al costado del camino. La mujer hizo lo imposible para salvarlo, hasta gastar todos sus ahorros. Pero los golpes habían sido fatales y no logró sobrevivir. Ella continuó luchando para dar lo mejor a sus hijos, ya que algunos todavía concurrían al colegio. El calendario marcaba el paso y uno a uno fue tomando vida propia, algunos cerca, otros muy lejos, unos formaron su propia familia, otros se dedicaron exclusivamente a trabajar, unos la llamaban de vez en cuando, otros la visitaban y se interiorizaban de sus necesidades y la ayudaban. De a poco todo fue cambiando, las visitas se espaciaron cada vez más, los malestares de salud no tardaron en estar presente a diario, su lucidez iba perdiendo brillo. Y así fue que un día domingo, el tan esperado para compartir con alguno de ellos, no salió el sol para ella. Ninguno de sus hijos fue a visitarla, y así fueron sucediéndose los días, y ella, corroída por el abandono, ya no tenía proyectos. Era ella, pero esta vez vestía una pollera desteñida, una blusa amarillenta, y un delantal de cocina, y a decir del vecindario, no se quitaba ni para ir a dormir. La observé caminando lentamente hacia el pequeño corral, donde cacareaban hambrientas cinco gallinas y un gallo. Ayudada por su bastón de madera rústica, conservado como recuerdo de su padre, alcanzó el bebedero y cambió el agua. Tiró un puñado de maíz hacia los cuatro vértices como marcando una cruz en señal de bendición hacia esos seres no pensantes que eran los que le servían de compañía además del perro, y vaya uno a saber, con su pensamiento a quién más bendecía. Permaneció unos minutos observándolas una a una, recogió un huevo del nido, un cajón de madera con colchón de paja, y como midiendo los pasos se alejó para internarse nuevamente en su casa. Las paredes mustias y humedecidas eran testigo de sus pensamientos y sus quehaceres. De vez en cuando arrastraba su silla, la apoyaba sobre la pared del porche, y sentada sobre un almohadón desteñido por los años, contaba los automóviles que cruzaban por la avenida. Su perro dormía a su lado con las orejas erguidas en señal de atención constante, por su dueña que nunca le hizo faltar agua ni comida. Las paredes exteriores daban fe que se habían olvidado del olor a pintura, la tierra reseca de lo que un día fue jardín, desconocía el colorido de las flores, nada era como cuando estaban juntos en familia. El día que Gitana ya no pudo más con la soledad, en ocasiones ni su nombre recordaba, mirando a su amigo y guardián dijo: me siento bien, pero hoy él me llamó ¿sabes?, me invitó a su morada eterna, me dijo que allá es muy lindo y tranquilo, que hay muchas flores perfumadas, que no se siente hambre ni frío, y me iré con él ¿sabes? No me extrañes, cuida la casa hasta que te vengan a buscar. Cuando Gitana desapareció de este mundo, todos los hijos concurrieron al lugar, decidieron hacer restaurar la casa, la llenaron de flores, la hicieron tasar y la vendieron a un precio sobrevaluado como para que cada uno tuviese una buena paga por la herencia. El perro se alojó en casa de un viejo vecino. Todos los días, la gata Lila lo iba a buscar para dar un paseo por el muelle del puerto. ¿Habrá olvidado Milo a su antigua dueña?Nunca se supo su verdadero nombre, simplemente la llamaban Gitana.