• Poemas

    LA VOZ DE LA TIERRA


    En la corriente del tiempo,
    los humedales se abrazan.
    En cada paso retumba
    una armonía que enlaza.


    La tierra nos habla
    su deterioro retumba.
    Debemos escuchar
    lo que la naturaleza rechaza.


    Tesoros en honor al vuelo
    que en equilibrio nos da la vida
    en alas de esperanza la conciencia
    que despierta noble y redimida.


    La voz de la natura, en cada despedida,
    renace en cada gesto, su eterna melodía.
    Que en estos versos se encuentre,
    la importancia de la tierra que nos da la vida.

    Malania

    Imagen: V.D.S.

  • Poesía

    BARCO PIRATA


    En la vasta inmensidad del mar profundo,
    navega un barco, de misterio rotundo.
    Sus velas negras cortan el horizonte,
    y en cada ola, su leyenda se esconde.

    Entre la espuma y el rumor del océano
    Buscando tesoros en islas lejanas
    con el viento en la proa, su destino va
    con los piratas lejos de su hogar.

    Se teje la historia bajo un estandarte
    desafiando al mar en olas danzantes
    sin tregua ni vendas, con orgullo
    cantando canciones van los navegantes.

    Malania
    Imagen propia

  • Poesía

    BAJO EL SOL

    Hacia el cielo azul las palmeras se alzan,
    bajo el sol que derrama su calor.
    Por el camino rojo, mi mirar,
    busca la laguna al atardecer.

    Verde y amarillo pintan el paisaje,
    mientras el rojo tiñe el horizonte.
    En esta tierra de sueños y colores,
    se entrelazan versos y emociones.

    Malania

    Imagen propia

  • Poesía

    EN EL JARDÍN DEL ALMA

    Entre el prado danzan flores y campanillas,
    matizadas en colores que la primavera atesora,
    rojas como el ardor de un corazón enamorado,
    amarillas como el sol que ilumina la aurora.

    En el jardín del alma, su esencia se derrama,
    fragancias de sueños y promesas cumplidas,
    en el lienzo de la vida, cada pétalo se reclama,
    un susurro de amor en cada hoja tejida.

    Brotan del suelo, como suspiros de la tierra,
    delicadas y etéreas, su danza es un canto,
    la naturaleza las viste con gracia sincera,
    y en su humilde belleza, revelan su encanto.

    Así, en la poesía de este mundo, tejida,
    flores y campanillas, rojas y amarillas,
    son versos que en el alma quedan grabados,
    testimonio eterno de las alegrías sencillas.

    Malania

    Imágenes: M. J. T.

  • Cuentos

    EN LA TIERRA ROJA

    Había una vez, en un lugar lejano y misterioso, un pequeño pueblo rodeado de campos de tierra fértil, donde los arroyos serpenteaban entre las sierras. En este lugar, la naturaleza parecía bailar al ritmo del viento, y cada amanecer pintaba el cielo con colores que parecían sacados de un lienzo.
    En este lugar nació una criatura especial, un niño que vino al mundo en medio de la magia que envolvía aquel paisaje. Desde su nacimiento, se notaba algo diferente en él. Sus ojos reflejaban la profundidad de los arroyos, y su risa resonaba como el murmullo del viento.
    Este niño creció entre la tierra roja y la frescura de los arroyos, aprendiendo los secretos de la naturaleza que lo rodeaba. Cada día, exploraba los senderos que serpentean entre los árboles del bosque, maravillándose con la diversidad de vida que habitaba aquel lugar.
    Con el paso del tiempo, el niño se convirtió en un joven lleno de sabiduría y curiosidad. Sus pensamientos volaban tan alto como las aves que surcaban el cielo, y su corazón estaba lleno de amor por el lugar que lo vio crecer.
    Un día, mientras caminaba por los senderos que conocía tan bien, encontró una antigua cueva escondida entre las sierras. Con valentía, decidió adentrarse en ella, sin saber qué encontraría en su interior.
    Para su sorpresa, dentro de la cueva descubrió un antiguo libro, cubierto de polvo y lleno de misteriosas inscripciones. Con manos temblorosas, comenzó a hojear sus páginas, dejándose llevar por las historias que relataba.
    El libro hablaba de antiguos guardianes de la tierra, seres mágicos que protegían el equilibrio de la naturaleza. Y en cada página, el joven encontraba la clave para despertar su propia conexión con esa historia y convertirse en uno de esos guardianes.
    Decidido a seguir su destino, el joven se sumergió en el estudio de las enseñanzas del libro, aprendiendo los secretos de la magia que fluía a través de la tierra roja y los arroyos. Con cada día que pasaba, su conexión con la naturaleza se hacía más fuerte, hasta que finalmente se convirtió en un verdadero guardián de la tierra.
    Desde entonces, el joven recorría los campos y los arroyos, protegiendo a los seres que habitaban aquel lugar y velando por el equilibrio de la naturaleza. Su amor por la tierra roja y las sierras nunca menguaba, y su espíritu seguía siendo tan libre como el viento que acariciaba aquel paisaje.
    Y así, la historia de aquel joven se convirtió en una leyenda que perduraría para siempre, recordando a todos la importancia de cuidar y respetar los maravillosos regalos de la naturaleza.

    Malania

    Imagen: Propia

  • Poemas

    INFANCIA

    La tierra, testigo de nuestros juegos,
    las calles, cómplices de nuestras travesuras,
    en cada rincón, un pedazo de cielo,
    en cada instante, una aventura segura.

    Así transcurren las horas de la niñez,
    entre los arroyos y los campos,
    bajo los puentes de la fantasía,
    donde el sueño y la realidad
    se entrelazan con maestría.

    Bendecida infancia, tiempo fugaz,
    que en el mundo deja su huella profunda,
    en el frío baúl de los recuerdos,
    entre la oscuridad y la luz, siempre fecunda.

    Malania

    Imagen: de la red

  • Poesía

    PODER AMAR

    En el friso del tiempo,
    brota el deseo.
    Maquillar los días
    con sueños sin rodeo.

    Bajo el sol y la arena,
    el mar nos enseña.
    En la vida, el deseo
    nunca se reseña.


    No quejarse del tiempo,
    en la arena del mar.
    Tratar en la vida,
    siempre poder amar.

    Malania

    Imagen: Propia

  • Poesía

    VIAJE DIFERENTE

    En un colectivo rumbo a cualquier lugar.
    Complicado viaje, repleto de afán.
    Chofer parado, pasajeros apiñados.
    Entre ellos, él, con destinos encontrados.

    Una anciana, sin sitio, exclamó con pesar:
    “¿Dónde están los caballeros?”, al levantarse a mirar.
    Y alguien le respondió, con humor desbordante:
    “Los asientos se acabaron, ¡no el ser galante!”

    Llegaron a aquel lugar, con alivio y sudor.
    Bajar del colectivo, una verdadera labor.
    Se le acercó una gitana, de mirada profunda:
    “¿Quieres conocer tu destino?” dijo sin una segunda.
    Y detrás de ella, un fotógrafo, queriendo ganar la suya.

    “Adivinaré tu futuro”, le ofreció con convicción.
    “Hasta los setenta, serás pobre” fue su predicción.
    “¿Incluso después?”, le preguntó con curiosidad.
    “Te acostumbrarás”, dio su respuesta sin piedad.

    “Un hijo tienes”, le dijo con certeza.
    “¡Tres hijos tengo!”, exclamó con franqueza.
    “Uno es tuyo, los otros, no lo son”.
    Su revelación, ellos son de tu corazón.

    Así fue su viaje, en colectivo complicado.
    Con destinos inciertos, y revelaciones del pasado.
    A destino llegó, con historias para contar.
    En este viaje, la vida le enseñó a aceptar.

    Malania

    Imagen: de la red

    Poesía inspirada en un cuento tucumano.

  • General

    EL SILBIDO

    Silbar, arte sutil que al cerebro alivia,
    beneficioso en circulación y pulmón,
    elimina estrés, habla y emoción,
    un eco en montes, bosques que nos guía.

    En zumbidos de aire, el lenguaje envía,
    comunicación, eficaz sin razón,
    un código secreto, sin complicación,
    que en el cerebro igual procesa y valida.


    Distraídos o alegres, emitimos sonido,
    un silbido agudo que en el viento se pierde,
    avisos, alegrías, en un suspiro contenido.

    ¿Por qué lo hacemos?
     Es un misterio que se muerde,
     quizás por la emoción de sentirse unido
     con la naturaleza, donde el alma nunca muere.

     Malania

     Imagen: P. M.

  • Poesía

    LAS DOS GATAS

    En el tejado, la gata reposa,
    bajo nubes grises, su sueño asoma,
    mientras otra gata su paso arrastra,
    en la quietud del techo, ella duerme.

    Almohadón rojo en la esquina calma,
    mimosa es la brisa que suavemente
    acaricia las sombras de la noche,
    mientras la gata, en sueños, se mece.

    Malania

    Imágenes: M. J. T.