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    AIRE LIBRE

    A una paloma enjaulada,
    déjale abierta la puerta,
    cuando sienta necesidad,
    se irá, volará.
    Si la tratas bien
    y en otro lugar no encuentra paz,
    con seguridad, volverá.

    Es difícil dejar ir al amor,
    soltarlo sin sentirte mal.
    Sufres cuando se va.
    Pero pasa el tiempo,
    las heridas cicatrizan.
    Y cuando quiere regresar
    puede encontrar cerrado
    un corazón enamorado
    de alguien más,
    de alguien
    que te merece de verdad.

    Malania

    Imagen: M. J. T.

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    SOLO ERA DIFERENTE

    Las dimensiones del imponente río,
    amedrentaba los sentidos de los transeúntes.
    Todo iba rumbo al mar
    guiado por la corriente
    apresurada por llegar al final.
    Intrépido el navegante
    se dejó llevar
    ante la atónita mirada
    de curiosos bajo sus paraguas,
    algunos agujereados por el granizo
    y desde lejos observaban
    al arriesgado navegante.
    Tal vez irá a parar a una tundra
    o quizás terminará en un safari,
    comentaban los curiosos.
    Ocultaba la razón de su viaje
    y la llama azul de un día distinto.
    Su gracia y su perfección
    habían desaparecido,
    no era mejor ni peor,
    solo era diferente.
    No llegó ni a la tundra ni al safari,
    navegó y navegó
    y se hundió en su propio destino
    junto a un herrumbrado tejado.
                                                       Malania
    Imagen propia.
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    TIEMPO CENIZO

    Suspiraba de nostalgia,
    pensando en lo que fue y en lo que es,
    cuando sus oídos debieron soportar
    el fragor cotidiano del mundo de la calle,
    como zumbidos de flecos de papel de estaño.
    Hoy, hace un tiempo más cenizo que el oro
    y la pesadilla toma su curso,
    como si el mundo se estuviera resquebrajando
    a través de fugaces amaneceres  con arterias de vidrio.
    Si pudiera alterar los tiempos del día…
    La idea se le cruzó como ráfaga acuosa
    y sus ojos se anegaron  de lágrimas
    mientras pintaba con pinceles de albor
    las voces de colores de las aves despintadas.
                                                                        Malania
    Imagen propia
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    ROSA CARMÍN

    Se balanceaba sin rumbo fijo,
    de norte a sur y de este a oeste,
    como si fuera un trompo confuso
    o una veleta desorientada.
    Quizás algunas copas demás
    tomadas en algún bar
    le apagaron los colores
    de la belleza y la alegría,
    recordando el pasado
    en que para alguien existía.
    Adormilada,
    trató de mantenerse en pie,
    caminó en silencio
    entre hierbas y ramas secas
    de un terreno baldío,
    recordando sus melancólicos ratos libres,
    y sollozando al ritmo
    del crujir de las hojas
    de un otoño frío.
    El viento ondulaba sus cabellos castaños
    y al ritmo de los impulsos
    de una lejana melodía
    sintió deseos de bailar
    frente a las olas del mar.
    De pronto alguien se puso a la par,
    le ofreció su brazo para juntos caminar,
    y le regaló una rosa que al paso logró cortar.
    Le susurró al oído:
    “no temas, no te haré daño”
    “te llevaré a tu hogar”.
    Al día siguiente se despertó
    y la rosa, más bella que jamás haya visto,
    la miraba desde una copa de agua.
    ¿Quién la había acompañado hasta su casa?
    Quizás nunca lo sabrá
    porque de nada se acordaba.

    Imagen: N. V. S.

  • General,  Poemas

    PALABRAS



    Palabras…
    Porque día a día ellas queman más, como prisioneras en el fondo del mar, mar de lágrimas que nunca surgieron, porque el tiempo y la vida las petrificaron y se durmieron en su interior.
    Con palabras sencillas y sin rodeos, como en un cuento, así, recién nacidas por dentro, quiere decir  lo que siente.
    Le preguntó aquel día
    -¿Puedo amarte?
    – Sí -le respondió-. Ámame como quieras, cuanto quieras, cuando quieras y por donde quieras-  una sonrisa brotó de sus labios y  un beso selló los de ella, y la  enalteció.
    Hace más de un año que de ella  se alejó la palabra “amor”. Se la llevó él cuando en una noche,  mayo se lo arrebató para  nunca más volver. Ya no quiere pronunciar  “te amo” plantada ante una fotografía inerte. Aunque la observe mil veces, el tiempo no retrocederá. Es inevitable la muerte, su ausencia es definitiva.
    De pronto aparece otra persona:
    -Quiere amarte, pero no la dejas, ¿sabes? Porque cuando está lista para hacerlo, tú en silencio te alejas.
    Quizá nadie se da cuenta que al amor para que florezca hay que fertilizarlo, para que emane todo su color, su brillo, su sabor y su candor.
    ¿Cómo se fertiliza el amor? Se preguntarán. Una palabra dulce a través de un mensaje, una poesía, un poema, o a través de un email, del teléfono, o frente a frente. Y hay muchas más formas de decir “te quiero”, “te amo”. Y ahora, si estarías aquí te lo diría, porque así lo siente, y te lo puede decir.
    A veces no somos capaces de demostrar, de decir lo que sentimos para no hacer el ridículo frente al otro, pero es un error, porque nadie puede adivinar lo que el otro u otra siente. 
    Malania
    Imagen de la red
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    17 DE MAYO

                                                                                                                            Un día como cualquiera, en vaivén de tristeza y rutina, sin rumbo fijo comencé a recorrer las páginas de internet; cualquiera era válida, hasta llegar a una en la que, por algo que no sé por qué,  me detuve. Muchas fotos, algunas nítidas y reales, otras mentirosas y robadas de actores, otras sexis y sugerentes, algunas ridículas y sin sentido, otras de animales o de flores. Cada cual representaba la identidad de alguien que estaba detrás de la pantalla. Tras el recorrido de mi mirada, y tal vez por intuición, el índice pulsó sobre una imagen de perfil  poco común. Un cuerpo emplumado, en el que no podía distinguir  si era hembra o macho y si lo que  reflejaba, era el momento preciso en que una cámara captó un acto previo a la reproducción o de qué otra cosa se trataba. Mi curiosidad fue en aumento, recorrí cada renglón del perfil que no decía demasiado pero lo suficiente como para creer que era una persona no del todo libre y que deseaba encontrar una salida hacia un hilo de  dulzura y libertad. Virtualmente nos saludamos y de a poco fueron sucediéndose palabras en telegramas tan breves que a veces me causaba enojo el por qué no eran más extensos. Desencuentros fatales  entremezclados con  mínimas coincidencias se presentaron en el camino desde aquel diecisiete de mayo. Podría catalogarse como la inexistente  película en blanco y negro titulada “Acepciones y eludidos”.                       
    Una noche ventosa, como en relámpago irisado, me invadió la duda. Pensaba en él (me gustaba pensar en él), si era un trivial internauta, un solitario aranero, o quizá miembro de alguna secta religiosa o de algún foro judicial. Quién sabe qué misterio se ocultaba en ese hombre que, vestido elegantemente, esperaba mi llegada detrás de una mesa de bar. Su mirada fija y tranquila desvió mi intento  por saber algo más de él, mientras  tropezaba con su sonrisa que derretía mi corazón y mis dedos con los suyos en el intento de mostrar una identificación, que hasta el momento había sido un simple seudónimo. Salimos del bar luego de más de una hora de charla, caminamos cierta distancia y nos despedimos con un beso en la mejilla y apenas un roce de manos, lo que bastó para darme cuenta que en aquél hombre había algo que me atraía. Se sucedieron esporádicos encuentros de café y charla, casi siempre en el mismo sitio mientras la química iba sorteando dificultades para luego florecer al máximo. Y así fue.
    Va pasando el tiempo cada vez con más alegrías que tristezas, más coincidencias que desencuentros, y el amor  tomando curso. Días pasados, mientras viajaba por cuestiones de trabajo, su imagen se apoderaba de los interlineados del libro que es mi compañero de ruta. Vislumbraba las líneas de una nueva página y su imagen estaba allí con nuestras manos entrelazadas, abrazos tiernos y profundos de esos en que la fusión de cuerpo y alma va al unísono, y el deseo de tenerlo nuevamente junto a mí,  intensificándose día a día, por lo que en ese momento, la lectura quedó algo postergada. La iluminación del transporte público era escasa y preferí reposar observando cómo las últimas luces horizontales del día  brillaban cansadas, casi con desmayo, en el ambiente gris. Con acalorada alegría en mi rostro que era evidente y algún que otro  pasajero la detectara, bajé y caminé hasta mi casa más ufana que nunca.
    Imagen propia.
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    SIMPLEMENTE HOY

    “me deleito en el placer de no pensar, ni formular preguntas ni esperar respuestas” lo escribió mi querida amiga Marina Collado Prieto en su presentación de la página Escritores y Letras, “Dormir o despertar”.

    Y es así,
    muchas veces cierro los ojos, no veo, no pienso, no hay nadie a mi alrededor, por lo tanto no habrá preguntas, ni tampoco  me pregunto nada, simplemente existo, disfruto del estar. Pero a la par nacen cosas maravillosas: una paz enorme que me envuelve, una música suave que viene desde no sé dónde, el canto de un grillo que busca a su pareja en la oscuridad de la noche o el trino de pájaros que me avisan que ya amaneció.
    Y me vuelvo a dormir, aunque sea por unos minutos más. Y sueño, algo que luego no recuerdo, pero que fue lindo, porque me despierto con una sonrisa.
    Y pienso en la postal que me enviaste, ilustración del crepúsculo en diagonal y en declive, en ese corazón que parece el agujero bajo un puente formado por un árbol caído, y el agua del río que refleja las copas multicolores de los árboles. Pienso y sonrío, sola con mi soledad pero feliz por vivir un día más. Y no pregunto nada, ni siquiera para saber por qué me enviaste esa postal con una cascada.
    Es hermosa y ya, ahí termina la cuestión. Porque no quiero pensar en el ayer, el presente es un hermoso regalo y no vale la pena desperdiciarlo.

    Malania.

    Imagen de la red. Gentileza de R. G.

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    ¿INFLUENCIA CÓSMICA O MILAGRO?

    Sus magnas posibilidades de hombre,
    fueron envueltas por un vertiginoso hado
    y se confundieron con el plumaje
    de un océano verde y azul,
    como la cola de un pavo real.
    Como plumas desvanecidas por el viento
    y estrellas relegadas
    hasta caer en mullida alfombra,
    quedó tumbado en la arena
    bajo los rayos calcinantes de verano.
    Su ritmo cardíaco no era armónico.
    Un hecho axiomático: su arritmia.
    Parecía de a ratos un ser inanimado.
    La gente comenzó a aplaudir
    para llamar la atención de los guardavidas.
    Los paramédicos acudieron de inmediato.
    De entre la multitud,
    una voz particular
    lo hizo reaccionar.
    Se incorporó como por arte de magia
    y al verla, su semblante se transformó.
    La alegría del saber que ella estaba allí,
    que no se había ahogado,
    le devolvió el ritmo normal del corazón
    tanto como para tomarla entre sus brazos
    y elevarla hacia el cielo
    dando gracias infinitas
    por haberla encontrado viva.

    Malania

    Imagen propia

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    CAMINO AL CERRO

    Tomó una refrescante ducha y se revistió de miedo,
    no era lo suyo eso de conocer gente nueva,
    se sentía como si fuera a limar una telaraña sin hilos
    y los pasos que daba eran tan inseguros
    por aquel blanco e inmaculado camino
    sembrado de frágiles y secas hojas al vuelo.
    Su aliento flotaba como en mar adentro,
    su caminar por el sendero empinado
    hacía elevar en silencio su mirada al cielo,
    mientras las finas ramas de los árboles
    con sus hojas aventadas por la racha del viento
    intentaban darle ánimo, fuerza y aliento. 
    Y llegó a la cima, 
    consiguió escalar el cerro.  
                                                                 Malania
     
    Fotografía tomada de internet
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    ENCUENTRO CASUAL

    Luego de la inundación,
    apareció el arco iris
    y después el eclipse.
    Por la noche,
    la tertulia fastidiosa
    y una fiesta elegante.
    Entre tantas voces
    ella distinguió una,
    era áspera pero deliciosa.
    Le sonaba conocida
    ¿Un encuentro fortuito
    entre muchos desconocidos?
    No fue difícil distinguirlo
    era alto y sus cabellos
    reflejaban color plata.
    Ella no dudó en sortear
    el laberinto del gentío.
    Lo abrazó con fuerza
    y sintió palpitar sus corazones
    envueltos por el aroma
    de su inconfundible perfume.

    Imagen de la red.