Poesía

DULCE ESPERA

No está sola,
pero guarda un secreto.
¿Por cuánto tiempo?
No lo sabe.
Hasta que su peso aumente,
hasta que su panza la delate.

Otra vez el padre ausente
el negro se atrevió nuevamente,
a conquistarla o a violarla.
Nadie atestigua nada.

Ella espera,
a su protector, no dueño.
Lo espera al atardecer
subida al sillón
ese que eligió de cama.
Allí está cómoda
y lo ve llegar, por la ventana.

Lo sigue y ronronea,
como queriendo contar
lo que le pasa.
Pero él lo sabe,
supo que pasaría,
cuando vio al negro
rondar por el patio de su casa.

Ella no contempla al sol,
solo sabe que hay luz
porque ya amaneció.
Tampoco observa a la luna
cuando al atardecer la mira
y se desplaza lentamente.

Parece estar ausente,
en la dulce espera
a que llegue el momento.
¿Cuántos gatitos serán?
Tres o más, qué más da.
Ojalá encuentre gente buena
que los pueda adoptar.

Malania
Imagen: M. J. T. y M. N.



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