• Poemas

    DE SILENCIOS

    Sigilosamente,
    tu silencio y el mío
    se invitaron a pasear,
    bajo la luna mojada
    y la nube manantial.
    Caminaron muy callados,
    tomados de la mano,
    por senderos lejanos,
    de todo testigo, ajenos.
    Contemplaron el mar,
    se miraron a los ojos,
    no resistieron más,
    soltaron riendas a su antojo.
    Desapareció el silencio,
    la luna lo atestiguó,
    abundaron las palabras,
    como en dulce canción.
    Él se la comió a besos
    y ella los devoró,
    en destellos de sus ojos
    el amor se decoró.
    Y volviéndose en silencio,
    la vida toda cambió,
    se amaron eternamente,
    y al rumor se pretirió.
  • General

    NOCHE Y DÍA

     
    En reflexiones, vuelos y sueños,
    invaden ondas horizontales al caer la noche.
    Cunde la admiración cuando nace la libertad,
    la misma que derriba barreras y genera un encuentro,
    la que columbra un augusto y excitante navegar,
    por el interior de cálidos ríos, entre el monte sereno
    la admiración por  la cultura,  que se manifiesta en cada gesto,
    respetuoso  y delicado del varonil visitante,
    esa que nace en la mirada y corre hasta las yemas,
    en halagos que seducen.
    Los sentidos lo reclaman
    al momento en que se aleja,
    cuando la constancia hacia  su trabajo,
    provoca  ausencias prolongadas,
    incertidumbres que son espectros,
    esos que alucinan y generan  tristeza o  locura,
    cuando  en el escenario no tiene lugar el amor,
    ingrediente que hace tan feliz al ser humano. 
    Imagen: Javier A. T.
  • Poemas

    AGUA DE RÍO

    Quién sabe cuánta vida hay
    en las aguas turbulentas,
    si aumentan día a día
    las especies tan variadas,
    o devora la hondonada
    en el río pendenciero.
    Nadie se atreve a decir,
    que de un censo es imposible
    deducir, cuál cantidad
    se entremezclan invisibles,
    a los ojos del naciente,
    ocultándose imponentes,
    del ocaso  en el rastreo,
    de pescadores fortuitos
    del hacer a su albedrío.
    Reflexionando un momento
    sobre estas criaturas,
    triste quedó el firmamento
    y el sol se hundió en silencio,
    dándole paso a la luna,
    que enamorada del río,
    se extendió sobre su cuna.
    Imagen: Gentileza Javier T.
  • Poemas

    SUEÑOS DE VIDA

    Cual áfilo enebro,
    en su cuarto apabilado,  
    lloró  su pena nocturna,  
    por sus sueños despojado.
    El crepúsculo lo despertó,
    con el trinar de golondrinas.  
    Como un necton despabilado,
    se deslizó suavemente,
    y el delicado prepucio,
    rozó las sábanas tibiamente.  
    El esmegma en su humedad,
    dio el alerta de vida,
    y lleno de felicidad,
    estrechando la caída,
    recobró el  ímpetu.
    Vio sus fuerzas brotar,
    y como en canto de gaviota,
    tarareó su canción preferida,
    bajo la ducha tibia.
    El amor lo esperaba, ella,
    sus sueños tenían vida.
  • General

    EL VENADITO

    En praderas soñolientas que descansan bajo el soleado atardecer, resistiéndose al eco de las voces inconclusas, el sol lentamente va despidiéndose del manto florecido.  El venadito espera el abrazo de la luna y juntos caminan bajo las sombras selváticas. Los frutos rojos son su perdición, brotes de palmeras, pitangas y cerellas colgantes va devorando a su paso, tiñendo su boca de carmín. Hunde sus pezuñas en la suave corriente del arroyo  y sorbo a sorbo su lengua refresca, mientras se mira en el espejo cristalino y da un brinco.
    -No temas, no estás solo –la luna lo vuelve a abrazar-. Yo te acompañaré por siempre.
     El venadito sonríe observando  sus patas limpias, retrocede y se acuesta en el colchón de hierbas bajo el frondoso lapacho de flores tardías. Abrazado a la luna reposa y sueña. Sueña que ella regresa, lo acaricia y lo besa. El calor de un rayo de sol que se filtra por las diminutas rendijas de la espesa selva, despierta al indefenso animal y él lo saluda con su boca risueña.
    -Es hora de retozar- lo invita una vocecilla tímida. Él la reconoce, el sueño se cumplió y es ella, ¡es ella! gritó cuando la vio. Ambos retozaron por el campo, y cuando volvió la luna, los pilló muy juntos reposando sobre la hierba fresca cubierta de rocío. La luna sonrió y se tapó con una nube para no entorpecer el grandioso acto de amor.  
  • General

    FRAGANCIA DE OTOÑO

    COMO SERPENTINAS
    Los  silicios se escudan  tímidamente en el brisar vulcanio
    y en alas carmesí cimbran en la madrugada.
    Despertar de evaporitas que ansían un poco de dulzura
    cubren manantiales y selvas despejadas.
    Fosforitas desnudas bregan por fragancia de rosas
    entre rocas y alamedas silenciosas.
    Capas sobre capas luchan por sobrevivir
    deformaciones tectónicas limitan su potencia.
    El otoño carga sobre sus espaldas el hierro
    de amaneceres solitarios y silenciosos.
    Las esmeraldas se opacan por la humedad
    encubierta  por el frío fantasmal.
    La frialdad del ambiente invita a la radiación
    accede gustosa acompañada por la convección.
    Los magmas pugnan por un suave  sendero
    hacia las cálidas caricias del rey sol.
    El metamorfismo triunfador , airoso, baña
    con serpentinas de granates y andalucitas.
    Y el movimiento continúa sin darnos cuenta
    convirtiéndonos en misteriosos seres.
    Imagen: Gentileza de R.E.Ch.
  • General

    MISTERIOSO AMOR

    Presumida o Jactanciosa, el nombre no interesa.
    Se aproximó y le dijo:
    – ¿Te conozco? No, no sé quién eres, ¿por qué te acojo con miel y creces? ¿Dónde vives? Tal vez en la cima, quizás en un muelle o en una recova. ¿Dónde amaneces?
    – No sé quién eres, si tienes dueña. Igual te amo. ¿Es imprudente? ¿Es ambagioso?  No, es acucioso.
    Y mientras tanto construye una montaña de semas rellena de besos de dulce de leche, cubierta de caricias melosas, muy cremosas. Para que en el día tan esperado, pueda regalarle todo, toda, inclinado, parado, tumbado, ¿Qué importa la postura? Importa su ternura. 
    Imagen: Gentileza de R.E.Ch.
  • General

    ECO DE AMOR

     

    CONTRA EN INSOMNIO

    La noche me encontró muy cansada, pero aún así no podía conciliar el sueño. Quizás algún medicamento podría haberme ayudado, pero no, preferí recurrir a mis recuerdos, de aquellos conocimientos que alguna vez me los enseñara, no un médico, pero sí un email recibido oportunamente. En aquella oportunidad lo tomé como algo irrelevante, aunque cada vez que me poseía el insomnio, volvía a leerlo y releerlo. Así un día, otro y otro, despacio comencé a dar valor a tal aprendizaje y anoche, nuevamente necesité traerlo a mi memoria, y no solo a mi memoria sino a todo mi cuerpo. La imagen que acompaña el texto, no es mera casualidad, pues allí me remonté. Me acomodé en una de las rocas al borde de la cascada. Debo reconocer que sentí estar acompañada, aunque estuve sola. Juntos, tomados de la mano, en silencio profundo, donde solo nuestra respiración se confundía con el ruido del agua, hacía eco en la profundidad de la noche, iluminada por la luna. No había lugar para palabras, ni gestos, nada, nada más el aire, la calma y el canto en cascada. Y así logré dormir hasta las seis de la mañana, unida a su tibia piel, a su mano, fortaleza infinita jamás olvidada.

    Fotografía: Gentileza de R. E. Ch.

  • General

    EL ENVIÓN DE UNA BURBUJA

    Mi paso por la luna me permitió verte mejor
    pero sentí vértigo y regresé a la tierra.
    Le robé algunos rayos al sol para regalártelos
    con ellos podrías iluminar  tus días grises.
    Te aferraste a la nada del amor
    no divisaste la luna
    no percibiste los rayos de sol.
    La rutina ganó tus días
    y desplegó un corral de nubes
    todas de silencio y melancolía.
    La fiesta se colmó de lágrimas
    las sonrisas no fueron invitadas,
    durmieron en los bolsillos.
    Desapareció la música
    las palabras se congelaron
    las mesas de café ofrecieron agua salada
    y los árboles no maduraron sus frutos
    Escurridiza y asustada
    sentí el envión de una burbuja azucarada
    me sumergí en la pompa más confiable
    y viajé de norte a sur, de oeste a este
    simplemente
    en búsqueda de mi propio yo. 
  • General

    EN VUELO

    Ella le enviaba cartas de amor.
    Él, indiferente,
    frecuentaba el harén,
    su escudo fue el silencio
    su cobija, un mar de dudas
    navegante en ausencia de palabras
    no  daba margen al amor.
    Ella se volvió misterio
    y asociada al desencanto
    se convirtió en orfebre
    de lagunas estériles
    lo vio volar a través del horizonte
    una y otra vez.
    Pero un día  cansado y agitado
    se posó sobre su árbol
    ese que había tallado
    con ahínco y con fervor.
    Se encontraron sus miradas
    se estrecharon en abrazos
    titilaron sus dedos entrelazados,
    sus labios, sus entrañas
    se enardecieron, y sin vacilar
    se olvidaron del mundo entero.
    Cuando él reaccionó
    ella ya no estaba.
    Fija su mirada
    en la lejanía
    la vio revolotear
    como en cimbra parpadeante.
    ¡Ven! resonó en el aire
    y de un salto se elevó
    allá fue
    juntos, siempre juntos
    felices para siempre.