• Haikus

    OTRO ATARDECER

    Vuela un pájaro
    sobre las nubes grises.
    Encandila el sol.

    No hay azules
    Los colores se mezclan
    en mar abierto.

    Cae la tarde.
    Amarillo y naranja
    pintan el cielo.

    Malania

    Imagen: Gentileza Ricardo Gamero

  • Relatos

    DOMINGOS DIFERENTES

    Notablemente no recuerdo ningún pasaje en día domingo durante mi niñez.
    Sí de mi adolescencia y juventud.
    Mis mejores recuerdos de la tercera etapa de mi vida, los domingos en época de vacaciones de verano. Me levantaba muy temprano para ir a la Capilla San José Obrero, donde nos reuníamos a participar de la Santa Misa. Asistían muy pocos niños, solo los que acompañaban a sus padres y abuelos. Los demás iban a Misa más tarde, si mal no recuerdo, a las 9 hs.
    Volvía a casa, desayunaba y luego ayudaba a mi madre y hermana a preparar el almuerzo. Aunque mucho no me permitía hacer porque, según ella, los tradicionales perogui o también llamados varenekis, con relleno de ricota, si se cerraban mal, se abrían en el agua hirviendo y salía el relleno.
    Después del almuerzo mis amigas me pasaban a buscar para ir al campo, donde pasábamos toda la tarde disfrutando de una gran pileta natural de un colegio religioso.
    Los demás miembros de mi familia se quedaban a dormir siesta.
    Mientras ellos tomaban su mate al atardecer, nosotras lo hacíamos con un rico tereré y pan dulce.
    No teníamos que pensar en lo que haríamos al día siguiente, lo importante era vivir el día a full. Estábamos de vacaciones.

    Malania

    Imagen propia
     

  • Haikus

    ÁRBOLES AL ATARDECER

    Árboles negros
    Contraste de colores
    en tarde invernal.

    No dañó el frío.
    Resisten vigorosas
    Las hojas verdes.

    Sol en colores
    Naranja y amarillo
    Fondo grisáceo.

    Malania

    Imagen: gentileza de Ricardo Gamero

  • Cuentos

    COLIBRÍ TORNASOL

    En un atardecer tranquilo, el sol iba desapareciendo dejando prolongadas sombras sobre el patio y el jardín. El aroma de los jazmines se expandía por todo el cálido ambiente de primavera. En un rincón del patio, cercano adonde la joven estaba sentada, rompió la calma el suave ruido como si fuese de un diminuto ventilador. Era un pequeño colibrí que la visitaba.
    Tal vez cansado por la intensidad de su ajetreo, escogió ese lugar para descansar. Un cable y una rama le sirvieron de posada.
    Pero no le bastó posarse solamente sino que se le acercó para pedir mimos.
    Quizás estaba asustado, y la paz del lugar lo acogió en ese instante.
    Como si supiera que ella no le haría daño el colibrí permitió que lo tocara.
    Ella le acarició son suavidad el lomo y la pancita del pequeño y frágil pajarito. Su pecho brillaba como una joya mientras sus alas descansaban por un momento.  El colibrí en agradecimiento y con expresión tranquila y soñolienta, cerraba los ojitos al ser acariciado. Su pequeñez parecía ser un milagro de la naturaleza. El aire alrededor se llenó de una quietud especial.
    De pronto un leve estremecimiento recorrió sus alas pero no voló.
    En ese instante ella sintió una conexión profunda y especial como si el pequeño colibrí estuviera agradeciendo por ese momento de descanso.
    Un rayo de luz se filtró por entre las ramas del naranjo e iluminó su cuerpito, abrió los ojos, la miró con una expresión que contenía miles de historias.
    Luego, con un delicado batir de alas, se alejó, zumbando de nuevo por el jardín, como si nunca hubiera hecho una pausa.
    La joven mujer sintió una sensación de calma en el corazón. El patio y jardín volvían a su ritmo, pero el colibrí, aunque ya no estuviera, en su pequeño descanso había dejado una huella en el aire, un recordatorio de que, a veces, la belleza y la paz se encuentran en los momentos más simples y sencillos de la vida.

    Malania

    Imagen: Rosana M. B.

  • Haikus

    ATARDECER FLORIDO

    Haikus

    Celeste cielo.
    Atardecer florido
    de aromas sin fin.

    Una palmera
    saluda muy airosa.
    Sus sombras, muestra.

    Hay frío intenso.
    La ventana cerrada
    protege el viento.

    Malania

    Imagen: M. Julián T.