PINCELADAS
Nadie sabe cuándo,solamente ocurre,se aborta una ilusión,una espera con ansias,un encuentro de amor.Nadie sabe cuándo,tampoco el por qué,aparecen migrañas,contracturas y neuralgia,acompañadas de nostalgia.Nadie sabe cuándo,tampoco el por qué,aparece el deseode pincelar el corazón,con marfil y acero.¿Será por el impactoque produce una ausencia?¿O por el paso del tiempo
y su áspera inclemencia?NOCHE Y DÍA
En reflexiones, vuelos y sueños,invaden ondas horizontales al caer la noche.Cunde la admiración cuando nace la libertad,la misma que derriba barreras y genera un encuentro,la que columbra un augusto y excitante navegar,por el interior de cálidos ríos, entre el monte serenola admiración por la cultura, que se manifiesta en cada gesto,respetuoso y delicado del varonil visitante,esa que nace en la mirada y corre hasta las yemas,en halagos que seducen.Los sentidos lo reclamanal momento en que se aleja,cuando la constancia hacia su trabajo,provoca ausencias prolongadas,incertidumbres que son espectros,esos que alucinan y generan tristeza o locura,cuando en el escenario no tiene lugar el amor,
ingrediente que hace tan feliz al ser humano.Imagen: Javier A. T.PASEO DE DOMINGO
Ocho cuarenta de la mañana,muro espeso de araucarias enanas,o tal vez mutiladas por la poda otoñal,aroma de verde grisáceo,en navidad atemporal,despiden su pulcro perfume original.La nieve en serpentinadesparramó su colory en viaje a lo más que conocidotarareo una canción.Un círculo, luz del sol,
emana de las montañas,
y penetra entre los árboles,
que convergen en su cúspide,dejando abierta una boca,con la lengua recostada,como abatida por el cansancio,
o por el ardor de un día nada lúgubre.Al final, una mesa de luz,con la ausencia de lámpara,
tropiezo y me despierto.Qué sueño más tonto,
me hizo pasar la parada,
y tuve que descender,
a más de cinco cuadras.Imagen: R.E.Ch.ARRECIAR
TORMENTA PINCELADALa lluvia tararea una canción.Tamborilean los cristales.Tembladeral, hojas ávidas,se confunden en la oscuridad.Silencio y quietud visten al alba.Remanso de tierra profunda,cálida y húmedaElla espera ansiosa,las horas trepan el aire,el puntal se desploma,la esperanza desvanece.Sus ojos color bronce,humedecen parpadeos.Noche galardonada de añil,vestido de gris el díay ella plagada de negroEl sol se sumió en silencio.Ausencia de caricias y besos.EN VUELO
Ella le enviaba cartas de amor.Él, indiferente,frecuentaba el harén,su escudo fue el silenciosu cobija, un mar de dudasnavegante en ausencia de palabrasno daba margen al amor.Ella se volvió misterioy asociada al desencantose convirtió en orfebrede lagunas estérileslo vio volar a través del horizonteuna y otra vez.Pero un día cansado y agitadose posó sobre su árbolese que había talladocon ahínco y con fervor.Se encontraron sus miradasse estrecharon en abrazostitilaron sus dedos entrelazados,sus labios, sus entrañasse enardecieron, y sin vacilarse olvidaron del mundo entero.Cuando él reaccionóella ya no estaba.Fija su miradaen la lejaníala vio revolotearcomo en cimbra parpadeante.¡Ven! resonó en el airey de un salto se elevóallá fuejuntos, siempre juntos
felices para siempre.RELOJ MUSICAL
Pienso en tíTu voz me sabe a músicatu recado a clave de soltu presencia a perfumeen alas de mil colorestu ausencia al tic tac del relojen sus horas detenidas.Y un violín en brisaclamando tu canciónhace que añore tus cariciasy tus besos de amor.BAJO EL SOL DE LA TARDE
Un tenue olor a lluvia flotaba
sobre el rústico asfalto
requemado por el sol
mientras ella por la playa caminaba.
Con el rumor de las olas
a modo de música
sobre la tibia arena
escribió estas notas:
-No dejes que el vacío albergue ausencias.
Sonríe. Siembra cariño
y cosecharás amor con calor íntimo.
-No dejes que la flor languidezca y sucumba
cuídala a la sombra de un árbol o bajo la luna.
-No dejes que tu jardín pierda su encanto
siembra violetas, fresias y penachos.
-No dejes que los tallos y las hojas palidezcan
Acarícialas, dales suavidad y calor
y brillarán con gran esplendor.
CON PÉTALOS DE ROSAS
Vagabundo enamorado
Un marginado vagabundo, entibia su cuerpo con el resto de un abandonado café, en una mesa solitaria con huellas de lágrimas de ausencia. El único local rodeado por árboles frutales, no hay otro que abra sus puertas antes de que salga el sol y cierra pasada la media noche. Errante camina por calles de tierra juntando pétalos de rosas deshojadas por el viento y escorias de un fingido jardín sin dueño. Prepara su cama con cartones y restos de algún lienzo deshilachado. Apoya su cabeza sobre una bolsa de un raso viejo, atada en un extremo con una suerte de bretel, que bien pudo haber sido un camisolín de una dama olvidada (o no). Desde adentro crujen hojas secas y más pétalos de rosas rojas que hacen las veces de una improvisada e incómoda almohada, donde el rojo se volvió amarronado por las huellas del sucio terreno donde es apoyada. Flemático al despertar acomoda su cabeza y besa su “almohada” como si a alguien recordara. Recoge los cartones acomodando uno a uno bajo una cimbra enmohecida, a la que el pasar del tiempo borró todo rastro de pintura. Arranca unas hojas de hierba que para él son depurativas y vuelve a las calles terradas y otras empedradas, con la compañía de algún perro abandonado y bajo el brazo, su almohada. La claridad del día le indica el camino hacia el único café que abre sus puertas antes de salir el sol.
Malania Nashki