• Poemas

    PINCELADAS

    Nadie sabe cuándo,
    solamente ocurre,
    se aborta una ilusión,
    una espera con ansias,
    un encuentro de amor.
    Nadie sabe cuándo,
    tampoco el por qué,
    aparecen migrañas,
    contracturas y neuralgia,
    acompañadas de nostalgia.
    Nadie sabe cuándo,
    tampoco el por qué,
    aparece el deseo
    de pincelar el corazón,
    con marfil y acero.
    ¿Será por el impacto
    que produce una ausencia?
    ¿O  por el paso del tiempo
    y su  áspera  inclemencia?
  • General

    NOCHE Y DÍA

     
    En reflexiones, vuelos y sueños,
    invaden ondas horizontales al caer la noche.
    Cunde la admiración cuando nace la libertad,
    la misma que derriba barreras y genera un encuentro,
    la que columbra un augusto y excitante navegar,
    por el interior de cálidos ríos, entre el monte sereno
    la admiración por  la cultura,  que se manifiesta en cada gesto,
    respetuoso  y delicado del varonil visitante,
    esa que nace en la mirada y corre hasta las yemas,
    en halagos que seducen.
    Los sentidos lo reclaman
    al momento en que se aleja,
    cuando la constancia hacia  su trabajo,
    provoca  ausencias prolongadas,
    incertidumbres que son espectros,
    esos que alucinan y generan  tristeza o  locura,
    cuando  en el escenario no tiene lugar el amor,
    ingrediente que hace tan feliz al ser humano. 
    Imagen: Javier A. T.
  • General

    PASEO DE DOMINGO

     
    Ocho cuarenta de la mañana,  
     muro espeso de araucarias enanas, 
    o tal vez mutiladas por la poda otoñal, 
    aroma de verde grisáceo,  
    en navidad atemporal, 
    despiden su pulcro  perfume original.   
    La nieve en serpentina 
    desparramó su color 
    y en viaje a lo más que conocido 
    tarareo una canción.
    Un círculo, luz del sol,
    emana de las montañas,
    y penetra entre los árboles,
    que convergen en su cúspide,
      
    dejando abierta una boca,
    con la lengua recostada, 
     como abatida por el cansancio,
    o por el ardor de un día nada lúgubre. 
    Al final, una mesa de luz, 
    con la ausencia de  lámpara,
    tropiezo y me despierto.
     
    Qué sueño más tonto,
    me hizo pasar la parada,
    y tuve que descender,
    a más de cinco cuadras
    .
    Imagen: R.E.Ch.
  • General

    HASTÍO

    Anochece.
    Palidece el día.
    Tu ausencia, mi agonía.
    Indiferente.
    Duele el silencio,
    presente en mis venas.
    El hastío,
    Viernes Santo.
    Vuelve el tedio.

  • General

    ARRECIAR

    TORMENTA PINCELADA
    La lluvia tararea una canción.
    Tamborilean los cristales.
    Tembladeral, hojas ávidas,
    se confunden  en la oscuridad.
    Silencio y quietud visten al alba.
    Remanso de tierra profunda,
    cálida y húmeda
    Ella espera ansiosa,
    las horas trepan el aire,
    el puntal se desploma,
    la esperanza desvanece.
    Sus ojos color bronce,
    humedecen parpadeos.
    Noche galardonada de añil,
    vestido de gris el día
    y ella plagada de negro
    El sol se sumió en silencio.
    Ausencia de caricias y besos.
  • General

    EN VUELO

    Ella le enviaba cartas de amor.
    Él, indiferente,
    frecuentaba el harén,
    su escudo fue el silencio
    su cobija, un mar de dudas
    navegante en ausencia de palabras
    no  daba margen al amor.
    Ella se volvió misterio
    y asociada al desencanto
    se convirtió en orfebre
    de lagunas estériles
    lo vio volar a través del horizonte
    una y otra vez.
    Pero un día  cansado y agitado
    se posó sobre su árbol
    ese que había tallado
    con ahínco y con fervor.
    Se encontraron sus miradas
    se estrecharon en abrazos
    titilaron sus dedos entrelazados,
    sus labios, sus entrañas
    se enardecieron, y sin vacilar
    se olvidaron del mundo entero.
    Cuando él reaccionó
    ella ya no estaba.
    Fija su mirada
    en la lejanía
    la vio revolotear
    como en cimbra parpadeante.
    ¡Ven! resonó en el aire
    y de un salto se elevó
    allá fue
    juntos, siempre juntos
    felices para siempre. 
  • Poemas

    RELOJ MUSICAL

     
    Pienso en tí
     
    Tu voz me sabe a música
    tu recado a clave de sol
    tu presencia a perfume
    en alas de mil colores
    tu ausencia al tic tac del reloj
    en sus horas detenidas.
     
    Y un violín en brisa
     clamando tu canción
     hace que añore tus caricias
    y tus besos de amor.

  • Poemas

    BAJO EL SOL DE LA TARDE

    Un tenue olor a lluvia flotaba

    sobre el rústico asfalto

    requemado por el sol

    mientras ella por la playa caminaba.

    Con el rumor de las olas

    a modo de música

    sobre la tibia arena

    escribió estas notas:

    -No dejes que el vacío albergue ausencias.

    Sonríe. Siembra cariño

    y cosecharás amor con calor íntimo.

    -No dejes que la flor languidezca y sucumba

    cuídala a la sombra de un árbol o bajo la luna.

    -No dejes que tu jardín pierda su encanto

    siembra violetas, fresias y penachos.

    -No dejes que los tallos y las hojas palidezcan

    Acarícialas, dales suavidad y calor

    y brillarán con gran esplendor.

  • Cuentos

    CON PÉTALOS DE ROSAS

    Vagabundo enamorado

    Un marginado vagabundo, entibia su cuerpo con el resto de un abandonado café, en una mesa solitaria con huellas de lágrimas de ausencia. El único local rodeado por árboles frutales, no hay otro que abra sus puertas antes de que salga el sol y cierra pasada la media noche.                                  Errante camina por calles de tierra juntando pétalos de rosas deshojadas por el viento y escorias de un fingido jardín sin dueño. Prepara su cama con cartones y restos de algún lienzo deshilachado. Apoya su cabeza sobre una bolsa de un raso viejo, atada en un extremo con una suerte de bretel, que bien pudo haber sido un camisolín de una dama olvidada (o no).  Desde adentro crujen hojas secas y más pétalos de rosas rojas que hacen las veces de una improvisada e incómoda almohada, donde el rojo se volvió amarronado por las huellas del sucio terreno donde es apoyada.      Flemático al despertar acomoda su cabeza y besa su “almohada” como si a alguien recordara. Recoge los cartones acomodando uno a uno bajo una cimbra enmohecida, a la que el pasar del tiempo borró todo rastro de pintura. Arranca unas hojas de hierba que para él son depurativas y vuelve a las calles terradas y otras empedradas, con la compañía de algún perro abandonado y bajo el brazo, su almohada. La claridad del día le indica el camino hacia el único café que abre sus puertas antes de salir el sol.

    Malania Nashki