• General

    SALTAMONTE

    En campos de tonalidad verde,
    Saltamonte salta y canta,
    pero también se presenta
    camuflado en las viviendas
    en verde o marrón
    en sinfonía con la naturaleza.

    Saltamonte, ese pequeño habitante de la naturaleza, es un insecto saltador conocido por su agilidad y gracia en el movimiento. Sus cuerpos están diseñados para el salto, con patas traseras musculosas que los lanzan con precisión y rapidez. Con un cuerpo generalmente de tonos verdes o marrones que se camuflan entre la vegetación, los saltamontes pueden parecer invisibles hasta que dan su característico salto. Su presencia es una melodía en el entorno natural, un recordatorio constante de la vitalidad y la belleza de la vida silvestre.

    Malania

    Imagen: M.J.T.

  • Poesía

    CAMPO, SOL Y NUBES

    Bajo el campo abierto, el sol danza libre,
    tejiendo sombras en un lienzo de hierba.
    Nubes juguetonas, en el cielo se exhiben,
    pintando el paisaje con su luz dispersa.

    El viento susurra secretos al oído,
    mientras el sol acaricia la tierra con su calor.
    El campo, un poema en verde tejido,
    donde la naturaleza canta su propio clamor.

    Entre los rizos de hierba y las flores,
    se esconde la esencia de la vida misma.
    Un eco eterno en estos campos se alza,
    invitando al alma a una danza infinita.

    En este rincón de paz y serenidad,
    el sol y las nubes danzan en armonía,
    y en cada rayo de luz y sombra proyectada,
    se encuentra la esencia de la poesía.

    Malania

    Imagen propia

  • General

    MI TIERRA NATAL

    En las profundidades del valle, donde el sol besa la tierra y las montañas parecen tocar el cielo, se encuentra mi tierra natal, -comentó el joven a un grupo de amigos- un lugar impregnado de magia y misterio, entre arbustos y palmeras. Desde mi más tierna infancia, he sido testigo del encanto que emana de cada rincón de este lugar.
    Las mañanas comienzan con el canto de los pájaros que dan la bienvenida al nuevo día, mientras el aroma a tierra mojada se mezcla con el dulce perfume de las flores silvestres. El río serpentea entre los campos verdes, como una vena vital que alimenta la tierra y el alma de quienes la habitan.
    En los días cálidos de verano, el sol brilla con intensidad, pintando de dorado los limonares y los campos de trigo y maíz que se mecen suavemente con la brisa. Las tardes se vuelven cómplices de secretos compartidos entre amigos, bajo la sombra de los viejos árboles que guardan historias de generaciones pasadas.
    Pero es en el otoño cuando la tierra se viste de colores vibrantes, como si fuera un lienzo que el mismísimo pintor celestial ha decidido adornar. Los tonos rojizos, dorados y ocres pintan un paisaje digno de admiración, mientras el aroma a tierra húmeda y hojas secas llena el aire.
    El invierno llega con su manto blanco, cubriendo todo a su paso con una capa de nieve que transforma la tierra en un paisaje de ensueño. Las noches se vuelven más largas y frías, pero el calor de los hogares y el espíritu solidario de la comunidad mantienen viva la llama de la esperanza y la alegría.
    Y así, en este lugar donde el tiempo parece detenerse para permitirnos saborear cada momento, se encuentra mi tierra natal. Un refugio para el alma, donde los recuerdos se entrelazan con los sueños y el amor, por esta tierra perdura más allá de las palabras.

    Malania

    Imagen propia y de la red.

  • Cuentos

    EN LA TIERRA ROJA

    Había una vez, en un lugar lejano y misterioso, un pequeño pueblo rodeado de campos de tierra fértil, donde los arroyos serpenteaban entre las sierras. En este lugar, la naturaleza parecía bailar al ritmo del viento, y cada amanecer pintaba el cielo con colores que parecían sacados de un lienzo.
    En este lugar nació una criatura especial, un niño que vino al mundo en medio de la magia que envolvía aquel paisaje. Desde su nacimiento, se notaba algo diferente en él. Sus ojos reflejaban la profundidad de los arroyos, y su risa resonaba como el murmullo del viento.
    Este niño creció entre la tierra roja y la frescura de los arroyos, aprendiendo los secretos de la naturaleza que lo rodeaba. Cada día, exploraba los senderos que serpentean entre los árboles del bosque, maravillándose con la diversidad de vida que habitaba aquel lugar.
    Con el paso del tiempo, el niño se convirtió en un joven lleno de sabiduría y curiosidad. Sus pensamientos volaban tan alto como las aves que surcaban el cielo, y su corazón estaba lleno de amor por el lugar que lo vio crecer.
    Un día, mientras caminaba por los senderos que conocía tan bien, encontró una antigua cueva escondida entre las sierras. Con valentía, decidió adentrarse en ella, sin saber qué encontraría en su interior.
    Para su sorpresa, dentro de la cueva descubrió un antiguo libro, cubierto de polvo y lleno de misteriosas inscripciones. Con manos temblorosas, comenzó a hojear sus páginas, dejándose llevar por las historias que relataba.
    El libro hablaba de antiguos guardianes de la tierra, seres mágicos que protegían el equilibrio de la naturaleza. Y en cada página, el joven encontraba la clave para despertar su propia conexión con esa historia y convertirse en uno de esos guardianes.
    Decidido a seguir su destino, el joven se sumergió en el estudio de las enseñanzas del libro, aprendiendo los secretos de la magia que fluía a través de la tierra roja y los arroyos. Con cada día que pasaba, su conexión con la naturaleza se hacía más fuerte, hasta que finalmente se convirtió en un verdadero guardián de la tierra.
    Desde entonces, el joven recorría los campos y los arroyos, protegiendo a los seres que habitaban aquel lugar y velando por el equilibrio de la naturaleza. Su amor por la tierra roja y las sierras nunca menguaba, y su espíritu seguía siendo tan libre como el viento que acariciaba aquel paisaje.
    Y así, la historia de aquel joven se convirtió en una leyenda que perduraría para siempre, recordando a todos la importancia de cuidar y respetar los maravillosos regalos de la naturaleza.

    Malania

    Imagen: Propia

  • Poemas

    INFANCIA

    La tierra, testigo de nuestros juegos,
    las calles, cómplices de nuestras travesuras,
    en cada rincón, un pedazo de cielo,
    en cada instante, una aventura segura.

    Así transcurren las horas de la niñez,
    entre los arroyos y los campos,
    bajo los puentes de la fantasía,
    donde el sueño y la realidad
    se entrelazan con maestría.

    Bendecida infancia, tiempo fugaz,
    que en el mundo deja su huella profunda,
    en el frío baúl de los recuerdos,
    entre la oscuridad y la luz, siempre fecunda.

    Malania

    Imagen: de la red

  • General

    EN EL UNIVERSO

    En campos dorados bajo el sol amarillo,
    donde el trigo ondula en su danza serena,
    el viento susurra entre espigas en fila,
    pintando de oro la tierra serena.

    Las casas blancas, en la campiña, esmaltadas,
    reflejan la luz de la luna plateada,
    mientras el cielo celeste, lleno de estrellas,
    baña de magia las noches más bellas.

    En las plantaciones, el trabajo es constante,
    donde la tierra fértil da frutos radiantes,
    y el esfuerzo del hombre es su gran sustento.

    Pero en la ciudad, el ritmo es frenético,
    donde el bullicio y el brillo son auténticos,
    y entre luces y sombras late el pensamiento.

    Malania

    Imagen: M. J. T.

  • Poemas

    MISERIA

    Hablaba de prisa.
    Hablaba sin oír ni ver ni hablar.
    Hablaba como el que huye,
    emboscado de pronto entre falsos follajes
    de simpatía e irrealidad.

    Hablaba sin puntuación y sin silencios,
    intercalando en cada pausa gestos de ensayada
    alegría para evitar acaso la furtiva pregunta,
    la solidaridad con su pasado,
    su desnuda verdad.

    Hablaba como queriendo borrar su vida
    ante un testigo incómodo,
    para lo cual se rodeaba de secundarios seres
    que de sus desprecios alimentaban
    una grosera vanidad.

    Compraba así el silencio a duro precio,
    la posición estable a duro precio,
    el derecho a la vida a duro precio,
    a duro precio el pan.

    Metal noble tal vez que el martillo batiera
    para causa más pura.
    Poeta en tiempo de miseria, en tiempo de mentira
    y de infidelidad.

    Poema de José Ángel Valente (1929-2000)

    Imágenes: de la red

    Pintura por Cristían Zañartu Campos

  • General

    ELLA y ÉL

    En el Día del Amor y la Amistad

     
    Ella
    danza en su cama entre sábanas revueltas
    apoya la cabeza sobre su fornido hombro.
    Él
    con su brazo la envuelve cálidamente
    proyectándose en  caricias con sus suaves yemas
    examinando la longitud de cada vértebra.
    Luego en la almohada azul apoya su cara
    adhiriendo el delicioso y atractivo perfume
    ese que durará por días hasta una nueva vez.
    Ella
    descubriendo los vértices de sus protuberancias
    lo acaricia, dibujando sendas y laberintos  en su espalda
    besos en miniatura distribuye  por todo el campo de su piel
    hasta los recovecos que ni siquiera el sol conoce
    con suaves mordiscos se deleita preparando el manjar
    ese que fluye reservado esperando el momento justo
    Luego lo invita a mirar el cielo, único testigo,
    mientras ella  sonríe entre acalorada y dulce
    burlando a  ese testigo envidioso que nada puede hacer
    Y sin mediar el tiempo, vibra
    y hace vibrar con picaresca armonía
    excelso acto de amor que al final
    se manifiesta entre Ella y Él
    con  sublimes y atesorados latidos.
     
    Malania
    Imagen de la red. 
  • Haikus

    AMANECER EN RUTA

    Sol de amanecer
    desparrama colores
    en abanico.

    Testigo, un árbol,
    el cielo azul y blanco
    y una palmera.

    de lecho un campo
    oscuro como noche
    aún no despierta.

    Malania

    Imagen: propia

  • General

    ARTES DIFERENTES

    El hombre observaba y contemplaba un atardecer diferente,
    el arte de la Creación en su perfección.
    Mientras en otro lugar una mascota,
    quizás para llamar la atención de su amo,
    afilaba sus uñas en la madera del poste, pilar del garaje,
    tallando huellas, dibujando canales.
    La Creación es obra perfecta,
    donde los pájaros colaboran en el sembrado de especies vegetales.
    El viento también colabora para esparcir semillas.
    Así crecen los arbustos y algunos se vuelven árboles.
    Nacen flores por el campo, al costado de los caminos, nadie las planta, pero ellas embellecen el universo.
    El hombre disfruta del atardecer diferente percibiendo el aroma de la vegetación humedecida por el rocío del ocaso.
    Mientras la gata está sumida en un sueño profundo con sus perfiladas uñas.

    Malania

    Imagen: N. C. G. y M. J. T.