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    EL VENADITO

    En praderas soñolientas que descansan bajo el soleado atardecer, resistiéndose al eco de las voces inconclusas, el sol lentamente va despidiéndose del manto florecido.  El venadito espera el abrazo de la luna y juntos caminan bajo las sombras selváticas. Los frutos rojos son su perdición, brotes de palmeras, pitangas y cerellas colgantes va devorando a su paso, tiñendo su boca de carmín. Hunde sus pezuñas en la suave corriente del arroyo  y sorbo a sorbo su lengua refresca, mientras se mira en el espejo cristalino y da un brinco.
    -No temas, no estás solo –la luna lo vuelve a abrazar-. Yo te acompañaré por siempre.
     El venadito sonríe observando  sus patas limpias, retrocede y se acuesta en el colchón de hierbas bajo el frondoso lapacho de flores tardías. Abrazado a la luna reposa y sueña. Sueña que ella regresa, lo acaricia y lo besa. El calor de un rayo de sol que se filtra por las diminutas rendijas de la espesa selva, despierta al indefenso animal y él lo saluda con su boca risueña.
    -Es hora de retozar- lo invita una vocecilla tímida. Él la reconoce, el sueño se cumplió y es ella, ¡es ella! gritó cuando la vio. Ambos retozaron por el campo, y cuando volvió la luna, los pilló muy juntos reposando sobre la hierba fresca cubierta de rocío. La luna sonrió y se tapó con una nube para no entorpecer el grandioso acto de amor.  
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    ECO DE AMOR

     

    CONTRA EN INSOMNIO

    La noche me encontró muy cansada, pero aún así no podía conciliar el sueño. Quizás algún medicamento podría haberme ayudado, pero no, preferí recurrir a mis recuerdos, de aquellos conocimientos que alguna vez me los enseñara, no un médico, pero sí un email recibido oportunamente. En aquella oportunidad lo tomé como algo irrelevante, aunque cada vez que me poseía el insomnio, volvía a leerlo y releerlo. Así un día, otro y otro, despacio comencé a dar valor a tal aprendizaje y anoche, nuevamente necesité traerlo a mi memoria, y no solo a mi memoria sino a todo mi cuerpo. La imagen que acompaña el texto, no es mera casualidad, pues allí me remonté. Me acomodé en una de las rocas al borde de la cascada. Debo reconocer que sentí estar acompañada, aunque estuve sola. Juntos, tomados de la mano, en silencio profundo, donde solo nuestra respiración se confundía con el ruido del agua, hacía eco en la profundidad de la noche, iluminada por la luna. No había lugar para palabras, ni gestos, nada, nada más el aire, la calma y el canto en cascada. Y así logré dormir hasta las seis de la mañana, unida a su tibia piel, a su mano, fortaleza infinita jamás olvidada.

    Fotografía: Gentileza de R. E. Ch.

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    EL ENVIÓN DE UNA BURBUJA

    Mi paso por la luna me permitió verte mejor
    pero sentí vértigo y regresé a la tierra.
    Le robé algunos rayos al sol para regalártelos
    con ellos podrías iluminar  tus días grises.
    Te aferraste a la nada del amor
    no divisaste la luna
    no percibiste los rayos de sol.
    La rutina ganó tus días
    y desplegó un corral de nubes
    todas de silencio y melancolía.
    La fiesta se colmó de lágrimas
    las sonrisas no fueron invitadas,
    durmieron en los bolsillos.
    Desapareció la música
    las palabras se congelaron
    las mesas de café ofrecieron agua salada
    y los árboles no maduraron sus frutos
    Escurridiza y asustada
    sentí el envión de una burbuja azucarada
    me sumergí en la pompa más confiable
    y viajé de norte a sur, de oeste a este
    simplemente
    en búsqueda de mi propio yo. 
  • General

    PUENTES Y MUROS

    Has sido tú el que ha levantado muros
    y ha quemado puentes de comunicación
    tal vez por tu soberbia o tu inseguridad
    o quizás algún otro factor
    que me faltó conocer de tu carácter.
    No has podido recordar ni reconocer
    que nadie es perfecto, ni tú, ni yo.
    Te encargaste de sofocar
    todo sentimiento de amor
    pero aún así sé que puedes
    amar y ser amado
    querer y ser querido.
    Quizás estás en alguna sombra
    de una noche de luna llena.
    Pero cuando se retira la luna
    con ella también se van tus sombras.

    Imagen: Julián T.

  • Poemas

    DESPERTAR

    En la inmensidad de la noche,
    cubierto de soledad, el lecho,
    soñé que mis brazos aprisionaba
    tu pecho contra mi pecho.
    Besé tu piel un instante
    y al latir tu corazón
    llenó mi alma de gozo
    y de una inmensa pasión.
    Pero el sueño me adormeció,
    se derrumbó en la mañana,
    el sol atravesó mi ventana
    y su luz me despertó.
    Por ese día, odié al sol.
    (La fotografía no está volteada, fue tomada así como se ve: la luna al amanecer en cielo azul claro y las nubes a la derecha van a su alcance)
  • Poemas

    TEMPRANO AMANECER

    Quizá vive un ángel en un frondoso árbol
    o en la cúpula de algún bello campanario
    junto al canto de un grillo en amanecer temprano.
    Tal vez las armónicas cuerdas vocales
    quizá sean nubes de nuevas tempestades
    o vientos traviesos jugando al donaire
    flores y avecillas que copulan radiantes
    en vías de dudas y perlas descollantes.
    Son extremos que deambulan y perturban
    que hacen estremecer mi interior agitado
    pidiendo a voz viva en madrugada fresca
    que la brisa cambie y me devuelva fresas
    que a pesar del frío fueron primaverales
    donde tú y yo nos volvimos pasionales.
    Y una declaración de amor se hizo eco
    con el gorjear de gorriones y zorzales
    porque te amo así sin prisas desbordantes
    en un hoy que lo dice todo y no dice nada
    que llora por dentro porque me haces falta
    cuando todo es todo en luna de plata
    o cuando la nada trasmuta tus faltas.
    Y quizás la orquídea se vuelva en cantata
    y en danza perfecta la luna refleje
    mi todo, en mi amado de bella mirada
    y cantos de amor derritan la escarcha
    de ese corazón de poeta y amante.
  • Poemas

    ADÓNDE HA IDO SU SUEÑO

    ¿Quién se lo ha quitado?
    ¿Serán las luces del alba?
    ¿Será la mínima calma? …
    ¿Adónde se lo ha llevado?
    Tímida, la brisa
    penetra en su ventana
    filtran rayos de luz
    a las cinco en madrugada.
    Se acurruca en su lecho
    para descansar
    fue una noche muy larga
    lo buscó, pero no está.
    Lo siente su rey
    lo mima la luna
    es su haz de luz
    en la penumbra.
    Con el canto, la noche
    del ruiseñor,
    con las nubes blancas
    su sueño volador. 
    Busca un gran abrazo
    entre la escarcha y el calor.  

  • Poemas

    Ni Sonio ni Marimonia

     
    Un haz pesimista flechó sus entrañas  
    timoneó en sentido contrario la varita mágica  
    de ese amor que creía en naciente y así fue
    que ni el crudo viento golpeó su rostro.
    Los rayos del sol se petrificaron
    la luna se envolvió en penumbra
    ella sin dudar caminó
    hacia el puente gola sin parapetos.
    La tristeza se apoderó de su noche
    cuando el sopor la sumió en doloroso sueño
    Ni  Sonio ni Marimonia  la conmovieron.
  • Cuentos

    EL PARAGUAS

    Las seis y media de la mañana de un día cualquiera, mientras caminaba frente a una escuela muy grande, pensé en cuánto me enseñaron, cuánto pude aprender y cuánto no. Pero sí, lo necesario como para darme suficientes armas y poder desenvolverme en la vida: me enseñaron a leer y a escribir. Esa es la base fundamental para abrir caminos y trazarlos de la mejor manera. Con los recursos de la lectoescritura, quien no avanza en sus propósitos de mejorar su calidad de vida, es porque le falta algo muy importante: la voluntad -pensé.
    Seguí caminando y miré al cielo para comprobar el color de las nubes. Llevaba un pequeño paraguas por si le daba al tiempo mandarnos más agua. Había llovido toda la semana en horas de la tarde, lo que evitó el riego con agua de red, y eso significa ahorro tanto del elemento esencial como el del tiempo. Pero las nubes se mostraban grises, muy claras. Entre ellas estaba la luna perezosa que no se quería retirar, y pícara pensaba en ver al sol. También, una estrella adornando el horizonte. ¡Una estrella al amanecer!  Y se me ocurrió pensar bajo qué estrella había nacido. Eso, no lo investigué nunca. Tampoco en la escuela me enseñaron sus nombres.
    Volví a pensar, ¿bajo qué estrella nací? ¿Habrá sido SIRIO, la que me vio nacer? Es la estrella más brillante de la constelación Canis Major o Perro Mayor. ¿Por qué se llamará SIRIO si la estrella es femenina y le habían dado un nombre masculino? O bajo la estrella Canopus, de Carina (La quilla). O de Rigil Kentaurus de la constelación Centauro. O habrá sido Arturo de la constelación Bootes o El Boyero. Y otra vez la misma pregunta ¿Arturo? Es nombre masculino ¿por qué se llama así? Y siguen en la lista Vega, de Lyra, Capella de Auriga o El Cochero y tantas otras, miles de estrellas no conocidas por sus nombres. Para estudiar los de todas, seguramente me llevaría mucho tiempo, quizás una vida. Mis neuronas ya no dan para eso.  
    Continué caminando por la vereda de una calle, que semejaba una galería larga de una escuela pública, la que albergaba a casi mil niños en dos turnos, mañana y tarde. Bajo algunos árboles frutales podría haber juntado bolsas de frutas: mangos, guayabas, pindó y cocos. Pero el objetivo no era ese sino caminar, solamente caminar. Algunas frutas caían picoteadas por los pájaros. Eso me alegraba, al menos no morirían de hambre. Próximamente, en otoño, comerán paltas o aguacates y mburucuyá o maracuyá, mamones o papayas, (según la zona, un nombre u otro), naranjas y mandarinas. Y quizás muchas otras frutas que esta prodigiosa tierra produce.
    Mi caminata casi llegaba a su fin, cuando finas gotas de agua me obligaron a abrir hasta ese momento mi pasivo acompañante, el paraguas.

    Imagen de adamtepl en Pixabay 

  • General

    DISPARATADO



    ¡Amigos!
    Soy de litio
    dijo la espuma.
    Soy de cal
    agregó la bruma.
    Y yo de sal
    afirmó la luna.
    Soy ansiedad
    dijo la espera.
    Y yo el viento,
    la hoja que vuela.
    Soy la espuma
    pronunció la esponja.
    Y yo la bruma
    aseveró la lonja.
    Soy la luna
    aseguró la cuna.
    Cada cual a lo suyo
    se pronunció el yuyo.
    Y convocó al litio
    la espuma, la cal y la bruma
    a la sal y a la luna.
    Y con ansiedad
    esperó al viento
    que trajo a la esponja
    la lonja y a sus hermanos yuyos.
    Todos felices
    bailaron con perdices
    y al amanecer
    los abrazó el sol
    envueltos en la cuna
    de la luna.