• Poemas

    OLAS DE SILENCIO

    Sentada en cualquier lugar

    navegan mis pensamientos

    te buscan, por camino incierto

    me cuentan, lo que le cuentas.

    Dormida sobre mi lecho

    mi corazón resuena, no duerme

    mi mente también navega

    como si fuera un duende.

    Si tus palabras me faltan

    dejando vacía mi alma

    vibra sonoro en mi sueño

    el deseo de tu beso en llama.

    Entre todas, una nube azul

    que deja escapar los rayos

    de un tímido sol madrugador

    me hace recordar tu encanto.

    Escucho… olas de silencio

    el canto que va contra el viento

    rocas que apilan suspiros

    y que erosionan al tiempo.

    Si el invierno y el verano

    eclosionaran un momento

    las estaciones del año

    serían nuestro sustento.

    Sustento de amor eterno

    de pasión y de ternura

    en la selva o en el mar

    con besos en curvaturas.

    Las que recorren tu cuerpo

    las que gobiernan tu albura

    las que me hacen estremecer

    sin dar paso a la cordura.

    Fotografía: Roxana Sotelo

  • Poemas

    NOCHE

    Noche
    Que cubres
    aldeas y estepas.
    Que vistes
    elegancia y rudeza.
    Que desnudas 
    filosofía de vida
    y las dudas de la muerte.
    Que te  prestas
    para mirar las estrellas
    o la estilizada de cuarto menguante.
    Que inspiras
    a escritores poetas.
    Que cobijas
    a peregrinos
    e inocentes criaturas.
    Que quitas
    el sueño a  triunfadores
    y angustiados pensadores.
    Que ocultas
    a fantasmas y rufianes.
    Que callas
    a mariposas y aves.
    Que duermes
    tímidos murmullos
    y ecos florecientes.
    Que te amigas
    con blancas flores
    que se abren para verte
    junto a hojas de otoño
    y musgos verdes.
    Que enlazas
    sueños lejanos.
    Que unes
    en abrazos tiernos
    a enamorados viajeros
    y amanecidos forasteros..
    Noche, noche,
    lecho de sueños.
  • Cuentos

    TAN NATURAL

    Lucía tan natural como el fluir del aire, los días que no tenía obligaciones laborales.
    El cielo estaba vagamente nublado, resultaba imposible distinguir la distancia que separaba el aire de las nubes.
    Ese viernes lloviznó desde la primera hora de la mañana y cayó una fría lluvia hasta empaparlo.  Lo esperaba.
    Cerró la ventana y a través de ella igual se sentía el olor a lluvia recién caída. Pero las gotas eran tan finas que no se distinguían, salvo en el brillo de las hojas del árbol de canela. Parecía que la noche se había precipitado desplazando al día, o que el día se arrepintió y se volvió sobre sí mismo, dando lugar a la oscura noche, pero no, ni siquiera eran las diez de la mañana.
    Los faroles de la avenida empezaron a brillar ¿Quién las encendió? Preguntó distraída, quitándole la campera de cuero cubierta de gotitas.
    El hombre cabellos de plata, se dejó caer pesadamente sobre la silla, envolvió sus manos con las de ella buscando calor de hogar.
    – El café está listo –dijo la mujer- aún sin querer soltarle las manos. Él movió la cabeza como aceptando.
    – Te hará bien tomarlo caliente –agregó la anfitriona-.
    Su mano temblaba aprisionando la suya y así caminaron juntos hasta el desayunador que separaba la cocina del living.
    Sorbo a sorbos muy pequeños, se sucedieron despacio entre el vapor que salía de aquella taza parisina.
    Los minutos se transcurrieron y cuando dieron las doce campanadas de la iglesia cercana, se apuró en anunciar que su cliente de la tarde lo esperaba en el bar frente al Hospital Durand.
    Tomó su campera y juntos de la mano buscaron el ascensor.
    Desde la acera el cielo pintaba multicolores indicando el cese de la lluvia.
    Él apresuró el paso, ella lo vio encender un cigarrillo y lo perdió de vista entre los pilares y paredes del edificio vecino.

  • Poemas

    ARCO IRIS

    Las mariposas descalzas
    en la noche desnuda
    visitan a las rosas
    bañadas por la lluvia.
    Los caracoles diluyen
    una muda historia
    y dejan grabados
    entre rosas y amapolas
    el hermoso colorido
    de un arco iris bordado.
    En el lecho azul
    de un humedal (o bañado)
    refleja el poeta
    aquel amor aún recordado.

  • Poemas

    RUIDO Y SILENCIO

    Al parecer vive en una Josa.
    Al campesino rudo
    no le agradan las visitas
    es feliz con lo que ha construido:
    una productiva llosa.
    Osó por cavar una fosa
    a la espera de la lluvia
    y el preciado líquido
    nunca le hace falta
    entre otras cosas.
    Los primeros claros
    lo encuentran despierto
    con el mate en la mano
    recorriendo el huerto.
    Dice que las hormigas
    no duermen de noche
    él debe perseguirlas
    o se comerán los tronchos.
    Una eterna batalla
    entre hombre y hormiga.
    Además de plantas aromáticas
    romero, menta y albahaca
    (entre otras)
    lucen distintas especies
    calas, geranios y rosas
    muchas de estas sin espinas
    y una gran pasionaria liosa.
    Siempre a la siesta gloriosa
    se suman las mariposas
    azules, blancas y amarillas
    sobre su mano retozan
    despertando en visita misteriosa.
    No quiere helicópteros volando
    ni zumbidos de avionetas
    que no se molesten los pájaros
    cuando se orquestan en canto.
    Prefiere una humilde choza
    lejos de potentes ruidos
    atentando con crueldad a sus oídos.
    Prefiere proteger sus cultivos 
    de hormigas y malvivientes furtivos
    que en vez de un trabajo digno
    prefieren hurgar
    en el campo o en la ciudad
    y convivir con el ruido.
  • General

    ÁRBOL DE VIDAS

    Foto:  J. Benito (Prohibida su reproducción)

    Al ver esta preciosa fotografía, 
    pensé en el amor 
    amor al arte, a la vegetación
    a los frutos, a la flor
    amor al trabajo y al amor por ti.
    También pensé en la creación
    la forma de cada fruto, el color
    el tamaño, el sabor,
    dulce o salado
    y pensé en vos. 
    Eres diferente y único en especie 
    no hay otro igual. 
    Tampoco son iguales la sandía,
    la manzana y el morrón
    a pesar de ser rojos.
    La banana, el limón
    la pera y la papaya
    amarillos son
    y la lista es infinita,
    frutos tropicales,
    silvestres o cultivados.
    Cada uno es diferente
    y no todos gustamos de todo
    éste es más rico que el otro
    y la química es particular
    de acuerdo al paladar
    la atracción por un  sabor
    es individual.
    El final  es  privado,
    es único, tuyo y mío.  
  • General

    RUTINA

    Escaneo las plantas
    los colores y sus flores
    por si algún día
    me quedo sin ellas.
    Rocío cada tallo
    cada pimpollo de rosa
    con agua jabonosa
    por los atacantes ácaros
    y alguna que otra babosa.
    De a poco se recuperan
    de los enmohecidos grises.
    Trenzando la enredadera
     vuelve el verde alegre
    junto al amarillo y naranja
    de un otoño de pradera.
    Me siento feliz al menos
    sentirte en cada pétalo
    del rojo aterciopelado
    o rosa y nácar matizado.
  • Poemas

    MARIPOSAS

    
    
    
    
    

    Llegaron las doce mariposas
    una que otra más hermosa
    ninguna quedó por el camino
    todas viajeras ansiosas.
    Varias se posaron temerosas
    algunas cosquillearon mis manos
    otras más tímidas
    aleteaban festejando
    la llegada y el encuentro.
    Yo, agradecida
    les ofrecí agua y comida.
    No quisieron comer
    porque ya venían saboreando
    frutos y flores al paso
    solo aceptaron el agua fresca
    servida en sendos vasos.
    Durmieron toda la noche
    hasta que el sol iluminó
    y me pidieron quedarse
    en algún lugar acogedor.
    Por supuesto, les ofrecí
    el jardín de mi casa
    con rosas y otras plantas.
    Los gorriones felices
    revoloteaban festejando
    con gorjeos y cortos vuelos
    invitándolas a sus danzas.

  • General

    TORTUGA Y COLIBRÍ

    Muchas veces, sin proponértelo, llegas a una página no poco interesante y descubres cosas que quizás son conocidas por algunos y no por otros.

    Cada persona tiene su animal de poder, o espíritu guardián, como decía Don Juan Matus (Carlos Castañeda): “Siempre llevarás contigo un espíritu, tu otro yo”, el que ha adoptado distintos nombres en las distintas culturas, siendo el de Animal de Poder el que considero más adecuado, ya que incluye las capacidades del animal específico.
      Queda para seguir investigando si realmente son así como los vemos o sólo son energías representativas, que nuestra mente aún primitiva necesita representar simbólicamente.

    Una frase de San Francisco de Asís:

    “No herir a nuestros humildes hermanos (los animales) es nuestro primer deber hacia ellos, pero detenerse aquí no es suficiente. Nosotros tenemos una misión más elevada -serles de servicio a ellos siempre que lo requieran. Si un hombre excluye a cualquiera de las criaturas de Dios del resguardo de la compasión, ese hombre actuará igualmente con sus compañeros humanos.”

    EL COLIBRÍ

    Se dice que Colibrí nos trae mensajes especiales. Nos trae amor como ninguna otra medicina puede hacerlo, y su presencia trae alegría al observador.

    Busca la dulzura de la vida.

    Su larga lengua le permite pasar por alto la capa exterior, a menudo dura y amarga, y encontrar los tesoros escondidos debajo.

    El que tiene medicina de Colibrí:

    No pierde tiempo mirando atrás y deseando “lo que fue”, pues le interesa aprovechar “lo que es”. Nunca podría volverse adicto a algún estimulante artificial, pues encuentra alegría en su propio corazón.  Le da mucho placer esparcir alegría, amor y belleza a todos los que lo rodean, y tiene el don de llevar esa alegría interna hacia espacios nuevos y diferentes. Tiene el talento de encontrar lo bueno en la gente, y no se detiene ante un exterior áspero o abrupto, pues sabe que, si pudiera llegar más allá de esa dura capa externa, encontraría bondad y belleza dentro.

    LA TORTUGA

    Cuando siente peligro o se siente incómoda e insegura, se mete en su caparazón y se protege.

    La medicina de Tortuga incluye una conexión con el centro, la destreza de navegar, la paciencia, los límites propios, asociación con lo femenino,  el respeto hacia los límites de los demás, el desarrollo de nuevas ideas, la protección psíquica de uno mismo, la confianza en sí mismo, la tenacidad, la defensa sin violencia.

    Tanto Colibrí como Tortuga, se sienten libres, esa es la coincidencia. Pero ambos pueden tener una atracción inmensa y espléndida, siempre que el Colibrí pueda traspasar la dura caparazón de la tortuga.

    Dijo la Tortuga llamada Geisha: Un Colibrí, llamado Emperador, me buscó y logró sacarme de la nube gris en la que yo vivía adormecida por el frío de mi corazón. Gracias a él pude volver a poner los pies en la tierra sin tantos miedos, sobre todo el miedo al amor. Y pude volver a sentir el perfume de las flores.

    Por eso es que amo tanto a Colibrí.

  • Cuentos

    ¿CUÁL ES SU NOMBRE?

     
     
    Era ella, estoy segura. Aquella dama de tez bronceada, esbelta y larga cabellera de color azabache en que todos los días nos encontrábamos camino al colegio. Siempre vestía con sencillez y pulcritud. Vivía con su esposo y sus pequeños hijos. A él lo veía  algunas horas por la noche, cuando regresaba de la fábrica de calzados, de lunes a viernes,  o de  su trabajo en la quinta los sábados. Los domingos lo pasaban en familia, con los tradicionales almuerzos parrilleros, sobre las brasas unos hierros con patas que él mismo había construido, y la carne con grasa chirriante despertaba hasta al tardío madrugador o al más vegetariano de la cuadra.   El pan caliente amasado por la mujer acompañaba el almuerzo. Fueron ocho los niños que nacieron, crecieron y  jugaron en esa casa de patio grande, frondosos árboles y bello jardín.                                                                   El tiempo comenzó a marcar  surcos en el rostro de ambos progenitores y un día ella recibió la peor noticia de su vida: para acortar  distancia, el hombre tomó otro camino y fue interceptado por maleantes que le quitaron el sueldo que había cobrado ese día dejándolo tendido al costado del camino.  La mujer hizo lo imposible para salvarlo, hasta gastar todos sus ahorros. Pero los golpes habían sido fatales y no logró sobrevivir. Ella continuó luchando para dar lo mejor a sus hijos, ya que algunos todavía concurrían al colegio.                                                                                                   El calendario marcaba el  paso y uno a uno fue tomando vida propia, algunos cerca, otros muy lejos, unos formaron su propia familia, otros se dedicaron exclusivamente a trabajar, unos la llamaban de vez en cuando, otros  la visitaban y se interiorizaban de sus necesidades y la ayudaban.         De a poco todo fue cambiando, las visitas se espaciaron cada vez más, los malestares de salud no tardaron en estar presente a diario, su lucidez iba perdiendo brillo. Y así fue que  un día domingo, el tan esperado para compartir con alguno de ellos, no salió el sol para ella. Ninguno de sus hijos fue a visitarla, y así fueron sucediéndose los días, y ella, corroída por el abandono, ya no tenía proyectos.    Era ella, pero esta vez vestía una pollera desteñida, una blusa amarillenta,  y un delantal de cocina, y a decir del vecindario, no se quitaba ni para ir a dormir. La observé caminando lentamente hacia el pequeño corral,  donde cacareaban hambrientas cinco  gallinas y un gallo. Ayudada por su bastón de madera rústica, conservado como recuerdo de su padre, alcanzó el bebedero y cambió el agua. Tiró un puñado de maíz hacia los cuatro vértices como marcando una cruz en señal de bendición hacia esos seres no pensantes que eran los que le servían de compañía además del perro, y vaya uno a saber, con su pensamiento a quién más bendecía.   Permaneció unos minutos observándolas una a una, recogió un huevo del nido, un cajón de madera con colchón de paja, y como midiendo los pasos se alejó para internarse nuevamente en su casa. Las paredes mustias y humedecidas eran testigo de sus pensamientos y sus quehaceres. De vez en cuando arrastraba su silla, la apoyaba sobre la pared del porche, y sentada sobre un almohadón desteñido por los años,  contaba los automóviles que cruzaban por la avenida. Su perro dormía a su lado con las orejas erguidas en señal de atención constante, por su dueña que nunca le hizo faltar agua ni comida.  Las paredes exteriores daban fe que se habían olvidado del olor a pintura, la tierra reseca de lo que un día fue jardín, desconocía el colorido de las flores, nada era como cuando estaban juntos en familia.                                                                                                         El día que Gitana ya no pudo más con la soledad, en ocasiones ni su nombre recordaba, mirando a su amigo y guardián dijo: me siento bien, pero hoy él me llamó ¿sabes?, me invitó a su morada eterna, me dijo que allá es muy lindo y tranquilo, que hay muchas flores perfumadas, que no se siente hambre ni frío, y me iré con él ¿sabes? No me extrañes, cuida la casa hasta que te vengan a buscar. Cuando Gitana desapareció de este mundo, todos los hijos concurrieron al lugar,  decidieron hacer restaurar la casa, la llenaron de flores, la hicieron tasar y la vendieron a un precio sobrevaluado como para que cada uno tuviese una buena paga por la herencia. El perro se alojó en casa de un viejo vecino. Todos los días, la gata Lila lo iba a buscar para dar un paseo por el muelle del puerto.  ¿Habrá olvidado Milo a su antigua dueña?
    Nunca se supo su verdadero nombre, simplemente la llamaban Gitana.