• General

    COMODÍN

    Quisiera hacer cantar al sol,

    cubrirme de piedras preciosas

    esconderme en un buque de arena

    dormir hasta que nazcan las rosas

    Desembarcar en el fondo de una nube

    pasear por los agujeros de las sombras

    mientras la lluvia chaparronea

    y pule los estomas.

    Que en vez de labios tenga pico

    en vez de piel, escamas rosas

    en vez de manos, plumas

    y disfrutar  en una llosa.

    Porque…

    Cuando las mentiras son verdades

    y las verdades, mentiras,

    giran en cuadrados no perfectos

    en misteriosas figuras amanecidas

    no tienen crédito, ni verdades ni mentiras.

    Cuando lo que das no alcanza

    y lo que recibes no es nada.

    Cuando la lluvia no es agua

    y el amor se vuelve acuoso.

    Cuando la sonrisa es una mueca

    y la felicidad se vuelve piedra.

    Cuando todo llega a destiempo

    todo oscurece y desaparece,

    detrás de las paredes de hojas …..

    hasta la luz del sol fenece.

    Entonces está ella:

    Comodín válido para la inversa.

    Imagen: C. J. V.

     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
  • Poemas

    ESTÁS

     
    Aquí o acá,
    en este preciso lugar
    Hoy o ahora,
    en este momento.
    Estás
    ¿Qué importa
    el dónde o el cuándo?
    Sí estás.
    Entonces
    no existe angustia,
    miedo ni urgencia.
    La lluvia
    rueda por una rendija.
    Un torbellino
    canta su canción preferida.
    El sol abrasa
    cortando el vendaval
    y el aura calma,
    envuelve
    los corazones afligidos.
    Lejos de la civilización,
    nuestras manos
    hablan por sí solas.
    Estás.
     
     
    Imagen de la red. 

  • Poemas

    AUREOLA

     
    Por el bulevar rojizo,
    van las notas románticas, 
    se filtra un compás de triste 
    caminante en melodías. 
    Ella hacía el viaje de ida 
    él emprendía el regreso.
    El fango enturbió la noche 
    adormeció  la alegría, 
    el vergel calló el bullicio 
    de la lluvia sabatina. 
    Los nubarrones despiertos 
    tildan mágica armonía, 
    controvertidas aureolas 
    se entretienen con violetas.
    El sol revirtió su brillo 
    por el ir de contramano 
    en vértices de faroles 
    inclinados hacia abajo, 
    por si los vientos no fueran 
    hacia el norte ni al nordeste. 
    Raro el sigilo éste en vaivén 
    si del frío saliera el sol 
    y del  verano la nieve, 
    como si en cálido día   
    necesitaran abrigos 
    y las mallas y bikinis 
    en trunco tiempo de escarcha.  
    A pesar de todo esto   
    nubes negras se evaporan,  
    las mariposas cantando  
    se perfilan, se decoran,  
    ganan  brisa y viento a favor
    disfrutan  fresas jugosas,
    aromatizando al vuelo
    tan alegre, vaporosas.
     
    Imagen de la red.

  • General

    DEBER Y RECUERDO

    Me desperté de una siesta prolongada, propia de los domingos cuando quedo en casa, y vi que todavía había tiempo. Dispuse mis pertenencias, solo lo necesario, en una pequeña cartera, tomé mi paraguas  y salí a la calle. No era lejos, unas seis cuadras, siempre que sean recorridas correctamente. Sin prestar mucha atención y sorteando charcos y aceras inundadas, tomé una calle equivocada. Caminé unos minutos y tarde me di cuenta que me había alejado el doble. Es un barrio de muchas diagonales y cortadas, por lo que en vez de llegar en diez minutos lo hice en veinte. En el lugar había una fila de unas quince personas. Yo rogaba que el trámite fuera ágil para poder ingresar y no quedar como infractora. A un minuto del cierre de la puerta principal de la oficina policial, por suerte un uniformado dio paso a todos los que estábamos en espera, que a esa hora, eran las dieciocho,  ya había aumentado a más del doble. El trámite duró otros diez minutos. El hecho de vivir a más de mil kilómetros de distancia del domicilio que figura en el documento de identidad, exime de la obligación de emitir sufragio pero sí, hay que informar a las autoridades correspondientes.
    Logrado el cometido, guardé prolijamente el papel dentro de mi cartera, salí del lugar y caminé bajo la lluvia, chapoteando a cada paso. No tenía apuro por volver, así que tomé el sentido contrario del que me había traído. Quería disfrutar del deber cumplido, y recordando que había dicho que no saldría de mi casa hoy, recorrí la misma vereda que aquel día me llevó a encontrarte por primera vez. Continué mi marcha hasta la esquina donde hemos disfrutado de tantos tragos, tú de café  y yo de agua fresca, transparente como tu mirada. Me detuve un segundo para ver si por casualidad te encontraba. Una que otra persona desconocida giró su cabeza observando mi presencia, y proseguí mi travesía. Me crucé a la vereda de enfrente y disfruté del aroma de los árboles del parque, mojados, contentos y erguidos como nunca. Hacía mucho que no llovía en la zona. Sus hojas disfrutaban del baño casi primaveral, y despedían sonrisas en su brillo.
    Así, con las botamangas de los jeans mojados hasta la media pierna, las zapatillas blancas como canoa en naufragio y el paraguas hecho sopa,  volví a casa con mi pecho ensanchado por haber cumplido con mi deber, con el aroma de  tus besos mejilleros en aquella esquina y con el calor de tu mano estrechando las mías. Bello recuerdo.
    Imagen de la red.

  • Poemas

    SOL Y LUNA

     
     

    Peina la Luna llena
    su cabellera de plata,
    mirándose en gran espejo
    celeste mar de hojalata

    El Sol la encuentra muy bella
    en la mañana de fresas
    la saluda con un rayo
    a través de fresca estela

    Cástor le dice a su Luna
    ¡vámonos, que se hace tarde!
    y bajando muy despacio
    con nostalgia que lo invade

    Pólux, mirando al Sol
    no lo deja ni un instante
    porque siente un gran amor
    por su Gran Señor Brillante.

    Cástor no deja a la Luna
    Pólux no abandona al Sol
    Cástor y Pólux se aman
    ¿Adónde irá su afán de Amor?

    imagen propia.

  • Poemas

    POR ELLA

    Lo llamé por su nombre
    junto a la ventana,
    la puerta no estaba cerrada.
    Penetré despacito
    acomodé su almohada
    le tomé la mano
    acaricié su frente
    apoyé mi cabeza
    sobre su pecho acicalado.
    No se percató
    que allí yo estaba
    solo soñaba
    o estaba ausente
    mientras balbuceaba
    que ella se había ido
    pero aún llenaba su mente.
    No veía, no escuchaba
    simplemente soñaba.
    Entonces apronté
    mis trapos y mis harapos
    mi corazón, mis manos, mi todo
    y regresé resignada.
    Nada lo haría cambiar
    solo ella, la del vestido azul
    si regresara.
    Volví a mi lugar justo
    de donde partí apurada
    aunque sabía
    que nadie me esperaba
    solo el silencio
    y mi suave almohada
    en la fría madrugada. 
    Imagen propia.
  • Poemas

    LA MIRADA

    Esa mirada, tu mirada,
    la de aquella primera vez
    junto al ventanal del bar,
    la de todos los días que te puedo mirar,
    la que refleja la luna
    con el sol del día o en penumbras,
    me transmite paz.

    Tu mirada,
    la que se presenta a diario
    cuando cierro los ojos,
    la que aún callado
    insinúa un te quiero,
    la que calla secretos,
    la que domina nuestros impulsos.

    Tu mirada
    la que dice mucho y pronuncia nada
    la que me enamora y me llena el alma.

    Tu mirada,
    la que extraño al amanecer,
    la que  me hace soñar,
    la que me hace confiar
    en lo que no logro leer,
    la que se instala en mi mente
    y me permite un nuevo encuentro imaginar.

    Tu mirada,
    se arraiga en mi memoria
    me permite volar hacia donde estás.
    Esa mirada,  es tu mirada
    la que me mantiene enamorada.

    Imagen de la red.

     
  • Poemas

    GLICINAS AL VIENTO

    
    

    Al regreso de mi viaje,
    miré hacia el cielo.
    En vez de nubes furtivas
    me sorprenden
    las glicinas florecidas.

    El viento las mece
    como acunando un sueño
    se acomodan, se sonríen
    buen aroma despiden.

    Me fascina su color
    me enternece su hermosura
    contrastan con el naranja
    de las flores de la dura.

    El sol le pone su brillo
    el viento su candor
    – No las despojes, tormenta
    ¡sus pétalos son un primor!

    Imagen propia

    
    
  • General

    AIRE BOSCOSO

    El niño descifró su nombre desde la ventana de su cuarto.
    Corrió la cortina azul y gritó: -¡Un escarabajo!
    Como si fuera una bolita verde tornasolada, brillaba bajo el sol desplazándose con sus patitas.
    El piso caliente lo obligaba a buscar un lugar más fresco.
    Recorrió un camino largo.  Y atraído por el fresco olor de aire boscoso, logró encontrar un refugio espectacular: una alfombra de hojas otoñales. Muy cansado, se durmió junto a un tronco grueso que formaba parte de la gran arboleda.

    Imagen arboleda: R. E. Ch.

    Imagen escarabajo: propia.

  • General

    UN BESO EN SILENCIO

     
    La noche anterior se había llorado todo como en concierto, con gruesas gotas, relámpagos, truenos y los gritos desesperados del loro de Carolina, secuestrado en una jaula bailarina al compás del vendaval.                     
     A Estela le gusta salir a caminar antes de que salga el sol.
    Ese día viernes las calles, algunas sin asfalto, adoquines ni cemento, estaban mojadas y serpenteadas por charcos en la tierra roja. Un perro pequeño que dormía bajo un canelo la siguió acompañándola hasta una casa sin verjas, aparentemente abandonada y allí se quedó al resguardo de un alero. Los ladridos de otros perros tras rejas y muros daban aviso del paso de la mujer por aceras y calles. A ninguno se le ocurrió ser cómplice del silencio que ella hubiera querido conseguir durante su paseo de paso apresurado.             
    Estela caminó hasta el final del camino donde termina el barrio en el que vive desde no hace mucho tiempo, por las calles desiertas, inundadas por el aroma de hojas húmedas de cientos de árboles que ofrecen su sombra cuando el sol arde a mediodía y siesta. Las flores silvestres matizan el aire fresco y puro de otro amanecer sin humos ni gases tóxicos. Una flor amarilla solitaria se balancea como saludando a su paso, la contempla, la fotografía y continúa el camino hacia su casa. Una hora basta para la caminata del día.
    Por suerte el loro de Carolina está bien, fuera de su jaula, que quedó cubierta por una gran hoja de palmera, desprendida del árbol a causa del viento.  Feliz, le da un beso de pico en señal de amor y agradecimiento. 

                                                                                                                                                    

    Imagen: N. C. G.