ESCARCHA OTOÑAL
La escarchacubrió las heridasdel pastizal reseco.La lunabañó con sus claros,del mar se hizo eco.La duchatibia amanecida,se transformó en el tiempo.Quitó horas al díay en remolineo,cabizbajo y retraído,acabó perplejo,en el umbral rojizode una nube sin fin,que en soledad
bautizó desierto.DE SILENCIOS
Sigilosamente,tu silencio y el míose invitaron a pasear,bajo la luna mojaday la nube manantial.Caminaron muy callados,tomados de la mano,por senderos lejanos,de todo testigo, ajenos.Contemplaron el mar,se miraron a los ojos,no resistieron más,soltaron riendas a su antojo.Desapareció el silencio,la luna lo atestiguó,abundaron las palabras,como en dulce canción.Él se la comió a besosy ella los devoró,en destellos de sus ojosel amor se decoró.Y volviéndose en silencio,la vida toda cambió,se amaron eternamente,
y al rumor se pretirió.INFINITO
Cascabelea el sol,reflejándose en el río,mientras ella lo espera,llegar con el estío,desde un férreo horizonte,de días interminables,con la misma ilusión,de pájaros que incansables,cantan bajo la única estrella,que no se apaga ante ella.El paseo diario la llena,la colma de esperanza,a pesar que él no promete,su llegada en primavera,con aroma de hojas nuevas.Y mientras el viento peina,llevándose hojas en rueda,ella aún lo ama,ella aún lo espera.Imagen: Sergio D.V.ACUERDO
Parecía existir un singular acuerdo entre la lluvia y el sol, acuerdo tácito al que nunca hicieron alusión, vaya uno a saber cuál era la decisiva finalidad. No era frecuente el encuentro. Por entre el acero de los nubarrones aparecía de vez en cuando un resplandor pálido de laxos brazos. A ras de tierra el mezquino correr del viento del que aprovechaban, pretenciosos por secarse, los charcos rojizos. En las alturas los nubarrones crecían, se multiplicaban.
Al fin la luna irrumpió impetuosamente.
Él, que ansioso esperaba el cambio a buen tiempo, entornando sus ojos, apuntó una mirada lejana, bajo el sombreado de venturosos árboles que sacudían sus hojas, desparramando gotas que se prendían a su pelo, llenándose de una cercana dicha, regocijado por los frescos perfumes de un recuerdo reciente. Respiraba su presencia tan ligera como la suave brisa que indicaba un buen presagio.
Los nubarrones desaparecieron, el sol tímidamente se internó tras ellos y la luna llena reinó en la galaxia regalando sueños.Imagen: Sergio D. V.
PASEO DE DOMINGO
Ocho cuarenta de la mañana,muro espeso de araucarias enanas,o tal vez mutiladas por la poda otoñal,aroma de verde grisáceo,en navidad atemporal,despiden su pulcro perfume original.La nieve en serpentinadesparramó su colory en viaje a lo más que conocidotarareo una canción.Un círculo, luz del sol,
emana de las montañas,
y penetra entre los árboles,
que convergen en su cúspide,dejando abierta una boca,con la lengua recostada,como abatida por el cansancio,
o por el ardor de un día nada lúgubre.Al final, una mesa de luz,con la ausencia de lámpara,
tropiezo y me despierto.Qué sueño más tonto,
me hizo pasar la parada,
y tuve que descender,
a más de cinco cuadras.Imagen: R.E.Ch.AGUA DE RÍO
Quién sabe cuánta vida hayen las aguas turbulentas,si aumentan día a díalas especies tan variadas,o devora la hondonadaen el río pendenciero.Nadie se atreve a decir,que de un censo es imposiblededucir, cuál cantidadse entremezclan invisibles,a los ojos del naciente,ocultándose imponentes,del ocaso en el rastreo,de pescadores fortuitosdel hacer a su albedrío.Reflexionando un momentosobre estas criaturas,triste quedó el firmamentoy el sol se hundió en silencio,dándole paso a la luna,que enamorada del río,se extendió sobre su cuna.Imagen: Gentileza Javier T.ABRAZO GIRASOL
Caminaba girasol por los campos resecos, días enteros y en noches de luna llena, cuando escuchó a una rana y se le acercó.
Siguió su camino lentamente, sus fuerzas flaqueaban. Quería saciar su sed y recuperar su vitalidad.
Caminó detrás del pequeño cuerpo verde que daba saltos y más saltos sin mirar atrás.
Laguna y manantial, esperaban la llegada de sus sedientos visitantes.
Girasol inclinó su cabeza, cerró sus ojos y medio adormecido, sorbo a sorbo humedeció pétalo por pétalo toda su cara marchita.
Cuando reaccionó vio una cara lozana en la laguna, muy parecida a la suya. Quiso sacarla del agua pero la respuesta fue un abrazo. Cuando girasol se ponía en pie, la otra cara se alejaba, así una y otra vez, se acercaba, se fundían en abrazo, se alejaba, se separaba.
Y así en la vida, ella y él. Se acerca, lo abraza, se marcha y ella se aleja.
Es el efecto espejo.
¿Qué habrá sucedido con girasol?
Se quedó a vivir junto a la laguna para poder abrazar a su otra cara en noches de luna llena.
La rana construyó su casita, fueron vecinos y muy buenos amigos.SALVA VIDAS
El niño pequeñoremaba solitocon sus pies descalzosjunto a su perrito.La luna mirabaa través de su flequilloy a pesar del hambreestaba tranquilo.Sus manos callosastemblaban de fríosoltaron los remosquedando dormido.De pronto un milagroya no había ríoen la orilla estabangracias al perrito.A lo lejos divisaronuna hoguera y un castillohacia allí se dirigierona través de un laberinto.y por el camino hallarondátiles, plátanos e higos.Imagen de TheOtherKev en PixabayEL VENADITO
En praderas soñolientas que descansan bajo el soleado atardecer, resistiéndose al eco de las voces inconclusas, el sol lentamente va despidiéndose del manto florecido. El venadito espera el abrazo de la luna y juntos caminan bajo las sombras selváticas. Los frutos rojos son su perdición, brotes de palmeras, pitangas y cerellas colgantes va devorando a su paso, tiñendo su boca de carmín. Hunde sus pezuñas en la suave corriente del arroyo y sorbo a sorbo su lengua refresca, mientras se mira en el espejo cristalino y da un brinco.-No temas, no estás solo –la luna lo vuelve a abrazar-. Yo te acompañaré por siempre.El venadito sonríe observando sus patas limpias, retrocede y se acuesta en el colchón de hierbas bajo el frondoso lapacho de flores tardías. Abrazado a la luna reposa y sueña. Sueña que ella regresa, lo acaricia y lo besa. El calor de un rayo de sol que se filtra por las diminutas rendijas de la espesa selva, despierta al indefenso animal y él lo saluda con su boca risueña.-Es hora de retozar- lo invita una vocecilla tímida. Él la reconoce, el sueño se cumplió y es ella, ¡es ella! gritó cuando la vio. Ambos retozaron por el campo, y cuando volvió la luna, los pilló muy juntos reposando sobre la hierba fresca cubierta de rocío. La luna sonrió y se tapó con una nube para no entorpecer el grandioso acto de amor.FRAGANCIA DE OTOÑO
COMO SERPENTINASLos silicios se escudan tímidamente en el brisar vulcanioy en alas carmesí cimbran en la madrugada.Despertar de evaporitas que ansían un poco de dulzuracubren manantiales y selvas despejadas.Fosforitas desnudas bregan por fragancia de rosasentre rocas y alamedas silenciosas.Capas sobre capas luchan por sobrevivirdeformaciones tectónicas limitan su potencia.El otoño carga sobre sus espaldas el hierrode amaneceres solitarios y silenciosos.Las esmeraldas se opacan por la humedadencubierta por el frío fantasmal.La frialdad del ambiente invita a la radiaciónaccede gustosa acompañada por la convección.Los magmas pugnan por un suave senderohacia las cálidas caricias del rey sol.El metamorfismo triunfador , airoso, bañacon serpentinas de granates y andalucitas.Y el movimiento continúa sin darnos cuentaconvirtiéndonos en misteriosos seres.Imagen: Gentileza de R.E.Ch.