• Poemas

    CELOS DEL CIELO

     
     
    El sol le adorna la espalda
    y sus aristas tus besos,
    bajo  el cielo azul dorado
    su brillo mece en silencio,
    quizá siente  celos del sol,
    sin querer despierta al eco,
    y la llama de tus dedos
    al olvido no dan tregua,
    suaves recorren su pecho,
    se detienen sin palabras,
    explorando el laberinto,
    incandescente  su cuerpo,
    resurgen mágicas alas,
    entregándose completa,
    sumiéndose en el perfume
    de tu selva aún inquieta,
    descubriendo tu madero
    recurrente y muy erecto,
    ofreciéndole la savia
    con aromas imperfectos,
    para llenarlos de dicha
    y darle celos al cielo.

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    INSPIRACIÓN DUAL EN PORTAL FLORIDO

    Bajo las galaxias y estrellas,
    que contempla desde un rincón,
    sueña volar por las noches hasta ellas.
    Se viste de blanco cuando sale el sol.
    Abre el ventanal,
    dejando penetrar el aroma
    de más de una flor.
    Le tira besos ancestrales,
    y el color de su mirada
    cambia de color.
    Corre hasta la orilla del arroyo
    y moja sus labios y sus ojos,
    con el agua cristalina
    para sentir frescor.
    Un árbol ofrece a mediodía,
    siestas en la refrescante sombra,
    sobre verde grama mirando al cielo.
    Le invita a caminar descalza,
    por la orilla del estrecho cauce,
    sintiendo el viento,
    con el perfume de jardines
    cubiertos de azahares.
    Perfuman suspiros
    al tropezar con leños
    que le cantan versos
    de encantados bosques,
    y mariposas en primavera.
    Escucha el cabalgar
    de duendes y elfos
    sobre unicornios transparentes.
    A la lumbre de un farol,
    revolotean ilusiones
    dentro de su corazón.

    Imagen: R. E. Ch.

  • General

    FUEGO SOBRE HIELO

    Tomé una barra de hielo para triturarla, pero en  jugosa liana, me abrazó adhiriéndose a mi piel.  No pude realizar mi cometido,  el frío me quemaba las manos. Odié ese momento mientras las bañaba bajo un diminuto hilo que chorreaba de una canilla que apenas había logrado abrir. El hielo seguía firme hasta arrancarme lágrimas. Pero, como ningún mal dura cien años, apareció él. Delicadamente tomó mis manos entre las suyas y una energía muy tibia lentamente se ramificó por los poros de mi piel, de mi carne, de mi todo,  y en continuo avance logró calmar mi congelamiento. El hipnotismo de su tierna y dulce  mirada se apoderó de mí. Cuando desperté sus fornidos brazos me envolvían en un logro de transformación de frío a cálido, muy cálido. Agradecida, lo abracé fuertemente, apoyé mis labios en los suyos y me estremecí. El sol se filtraba  por la ventana. Lamento que haya sido solo un hermoso sueño. 
  • General

    La carta no enviada

    Lo encontré en un sobre, tenía destinatario, pero por discreción y reserva, ese dato no publicaré.

    Me desperté con los últimos suspiros de la noche. Ni un minuto más quise quedar en la cama. Preparé la ducha como de costumbre, ordené mi habitación, dispuse lo necesario para el desayuno, elegí cuidadosamente la ropa que vestiría, sobre todo, interiormente quería lucir de fiesta. Todo indicaba que ese día sería especial y que lo pasaríamos muy bien. Proseguí mi ritmo habitual previendo que todo esté lo mejor posible para una visita galana.
    Justo a la hora esperada sonó el timbre. No tenía en mi mente más que una figura esbelta, sonriente dispuesta al gran abrazo del reencuentro. Abrí la puerta sin vacilar. Mi rostro se transformó al ver lo que traía el visitante que no era el esperado. Una diminuta figura vestida con uniforme beige, me acababa de recordar que era el último viernes del mes y correspondía fumigar la vivienda.
    -Hoy es imposible -dije con voz enérgica- y me disculpé. Lo esperaré el próximo mes. Sonrió como si no pasara nada. Saludé al servidor y cerré la puerta.
    Respiré profundo aliviada por deshacerme del intruso. No permitiría que ningún otro aroma más que el de su perfume permaneciera en el ambiente.
    Los minutos caminaban y mis ojos se desorbitaban de tanto en tanto ante ese tic tac que no se detenía. “Algo le habrá pasado”, murmuré en soledad. “¿Será por el trabajo? ¿Estará enfermo?” –y mi mente se cubría de remolinos en conflicto. “Si tiene mi número de teléfono ¿por qué no me llama?
    Los minutos y las horas se sucedieron. La oscuridad hacía menos visible mi habitación, no quería luces. Sólo un velador de pie, con una pantalla floreada  de cono truncado era mi guía. Me había  transformado en una zombi hasta quedar del todo adormecida sobre la fría cama. Me desperté a la madrugada, busqué mi piyama, me cambié de ropa y volví a cerrar los ojos para quedarme profundamente dormida.
    Al despertar seguía con la ilusión de verlo llegar. Mi casa parecía más vacía que nunca, al igual que mi estómago, pero no sentía hambre. Encendí mi computador en busca de noticias, aunque no conseguí más que deambular por páginas y páginas, sin interés más que aquella visita truncada por el destino, o vaya uno a saber por qué.
    Cuando me enteré del motivo del desencuentro, fue tarde ese día para lograr una reacción positiva. Ya no tuve ganas más que las de permanecer en la nebulosa gris. De a poco volví a reconciliarme conmigo misma y escribí este relato a modo de desahogo. ¿O es que no sabes que la escritura es un escape y sirve de terapia a los sentimientos?
    Por suerte, los nubarrones fueron desapareciendo paulatinamente y mi vida recobró la normalidad, haciendo posible que el amor vuelva a posarse sobre mi corazón, con el amor de ese hombre que aquel día no me hizo sentir feliz.

  • Poemas

    AL DESPUNTAR EL DÍA

    Estás presente en las mañanas.
    Las nubes de tu ausencia me hablan,
    y el sol palidece en la distancia. 
    La atmósfera se carga de humo, 
    los motores de los yates se encienden
    para partir quién sabe adónde,
    y en concordancia, rompen el silencio. 
    Los peces bailotean
    bajo el agua cristalina y calma,
    tan así como tu  mirada al amanecer, 
    y los olores que despiden
    las hierbas tiernas y los camalotes
    me recuerdan a Venus, Júpiter
    o quizás
    a nuestro planeta, 
    al que todavía 
    no le hemos encontrado un nombre.

    Imagen: Amanecer en Mahón.

  • Poemas

    HOJAS DE ÁLAMO

    Con voz de galante,
    sumido en las sombras
    de la flor de la vida,
    con la mirada fija
    en las hojas caídas
    del álamo blanco,
    que se volvió colorido
    en amarillo y vino,
    apuntó con el dedo
    el sendero oscuro
    y en un soliloquio
    muy provocativo,
    se dirigió inquietante,
    al bulto que huía
    con fosforescente atavío.
    ¿Quién habrá sido?
    ¿Una luciérnaga gigante?
    ¿O algún fantasma andante?

    Imagen: R.E.Ch.

  • General

    ¿PARA QUÉ?


    Arco escribió en su diario: 
    Si a Iris le da igual, 
    pintar con verde o con gris;
    vestir de blanco o de negro;
    estar sola o en compañía;
    mostrarse pálida o rosa;
    sentirse triste o feliz;
    cantar, llorar o reír;
    dibujar plumas o pieles;
    comer garbanzos o 
    tomar sopa y jerez;
    cantar tango o zamba; 
    recitar o escribir poesía; 
    dormir en una cama 
    o en una silla;
    hablar con franqueza 
    o admitir una pastrana;
    caminar descalza 
    o en borcegos; 
    ver a Arco o bailar mambo.
    Si todo le da lo mismo…
    mejor me arrojo por la ventana,
    y llevo conmigo a la Rosa Blanca. 

  • Poemas

    EL CALAFATE

    En un territorio distinto
    nada nuevo sorprende,
    nada es discutible.
    La luna ensaya una sonrisa
    sin mucha prisa.
    El sol muy elegante
    no quiere ser un faltante.
    Con sus refinados rayos
    a una nube azulada acaricia,
    y con un virtuoso estilo
    de permanecer entretenido,
    con fenómenos irracionales,
    el sol derrite a la nieve
    con múltiples y cálidos abrazos.
    Mientras tanto,
    las montañas se sonrojan
    y se descubren en rosas.

    Imagen: Gentileza de N. V. S.

  • Poemas

    SOL Y LLUVIA

    En el tren de medianoche,
    las sombras se opacan y se aligeran azuladas.
    Algunos instantes se vuelven ventosos y grises.
    Al amanecer, aparecen gotas gruesas y frías
    humedeciendo las mañanas.
    A mediodía, el sol ofrece con escasos trazos
    una cruda iluminación.
    Las tardes se vuelven poesía
    con toda su dimensión,
    y a través de mi ventana
    contemplo, con nostálgica alegría,
    las capotas, invertidas
    con felpillas de color,
    sin conocer su origen ni su sabor,
    si son plantas o algas marinas
    persiguiendo algún extraviado camaleón.

    Imagen: R.E.Ch.

  • Poemas

    UN DÍA MÁS

    Es el murmullo infinito
    del agua de río
    y al viento los hilos
    dorados por el sol,
    se percatan de tu presencia
    mientras el estío
    llama a los caracoles.
    Ellos se nutren de la savia
    que hay en las espigas,
    el aroma del trigal 
    los envuelve
    y los adormece,
    mientras las mariposas
    sueñan con llegar
    a la línea del horizonte,
    dormirse en el poniente
    y descansar del vuelo,
    para retomar activas
    el camino habitual
    mañana, al despertar,
    para encontrar tus pasos
    y acompañar tu vuelo
    peregrino, pacífico
    y enaltecido, por contar
    con un día más.