RESCATE DE AMOR
El ojal y su botónsalieron a caminarpor la playa, por el marmuy juntitos a la par.De pronto un bío ladrónse arrebató al botón yel ojal quedó llorandola pérdida de su amor.“Qué haré yo sin ti botón”preguntó sollozando;lo buscó meses, díastal vez un par de años.Perdió memoria del tiempohasta que al fin lo encontrócalladito en una percha;alguien allí lo dejótriste, olvidado, sedientolleno de polvo el botón.Malévolo aquel ladrón¿Qué te ha hecho mi señor?Entusiasmado el ojalmuy pronto lo rescatóy volvieron a pasear.A su casa lo llevó,ducha y vapor los cubrió,con su calor lo envolviópara no perderlo másy en su cálido aposento
disfrutaron el amor.Imagen de la redCOMODÍN
Quisiera hacer cantar al sol,
cubrirme de piedras preciosas
esconderme en un buque de arena
dormir hasta que nazcan las rosas
Desembarcar en el fondo de una nube
pasear por los agujeros de las sombras
mientras la lluvia chaparronea
y pule los estomas.
Que en vez de labios tenga pico
en vez de piel, escamas rosas
en vez de manos, plumas
y disfrutar en una llosa.
Porque…
Cuando las mentiras son verdades
y las verdades, mentiras,
giran en cuadrados no perfectos
en misteriosas figuras amanecidas
no tienen crédito, ni verdades ni mentiras.
Cuando lo que das no alcanza
y lo que recibes no es nada.
Cuando la lluvia no es agua
y el amor se vuelve acuoso.
Cuando la sonrisa es una mueca
y la felicidad se vuelve piedra.
Cuando todo llega a destiempo
todo oscurece y desaparece,
detrás de las paredes de hojas …..
hasta la luz del sol fenece.
Entonces está ella:
Comodín válido para la inversa.
Imagen: C. J. V.
AUREOLA
Por el bulevar rojizo,van las notas románticas,se filtra un compás de tristecaminante en melodías.Ella hacía el viaje de idaél emprendía el regreso.El fango enturbió la nocheadormeció la alegría,el vergel calló el bulliciode la lluvia sabatina.Los nubarrones despiertostildan mágica armonía,controvertidas aureolasse entretienen con violetas.El sol revirtió su brillopor el ir de contramanoen vértices de farolesinclinados hacia abajo,por si los vientos no fueranhacia el norte ni al nordeste.Raro el sigilo éste en vaivénsi del frío saliera el soly del verano la nieve,como si en cálido díanecesitaran abrigosy las mallas y bikinisen trunco tiempo de escarcha.A pesar de todo estonubes negras se evaporan,las mariposas cantandose perfilan, se decoran,ganan brisa y viento a favordisfrutan fresas jugosas,aromatizando al vuelotan alegre, vaporosas.Imagen de la red.DEBER Y RECUERDO
Me desperté de una siesta prolongada, propia de los domingos cuando quedo en casa, y vi que todavía había tiempo. Dispuse mis pertenencias, solo lo necesario, en una pequeña cartera, tomé mi paraguas y salí a la calle. No era lejos, unas seis cuadras, siempre que sean recorridas correctamente. Sin prestar mucha atención y sorteando charcos y aceras inundadas, tomé una calle equivocada. Caminé unos minutos y tarde me di cuenta que me había alejado el doble. Es un barrio de muchas diagonales y cortadas, por lo que en vez de llegar en diez minutos lo hice en veinte. En el lugar había una fila de unas quince personas. Yo rogaba que el trámite fuera ágil para poder ingresar y no quedar como infractora. A un minuto del cierre de la puerta principal de la oficina policial, por suerte un uniformado dio paso a todos los que estábamos en espera, que a esa hora, eran las dieciocho, ya había aumentado a más del doble. El trámite duró otros diez minutos. El hecho de vivir a más de mil kilómetros de distancia del domicilio que figura en el documento de identidad, exime de la obligación de emitir sufragio pero sí, hay que informar a las autoridades correspondientes.Logrado el cometido, guardé prolijamente el papel dentro de mi cartera, salí del lugar y caminé bajo la lluvia, chapoteando a cada paso. No tenía apuro por volver, así que tomé el sentido contrario del que me había traído. Quería disfrutar del deber cumplido, y recordando que había dicho que no saldría de mi casa hoy, recorrí la misma vereda que aquel día me llevó a encontrarte por primera vez. Continué mi marcha hasta la esquina donde hemos disfrutado de tantos tragos, tú de café y yo de agua fresca, transparente como tu mirada. Me detuve un segundo para ver si por casualidad te encontraba. Una que otra persona desconocida giró su cabeza observando mi presencia, y proseguí mi travesía. Me crucé a la vereda de enfrente y disfruté del aroma de los árboles del parque, mojados, contentos y erguidos como nunca. Hacía mucho que no llovía en la zona. Sus hojas disfrutaban del baño casi primaveral, y despedían sonrisas en su brillo.Así, con las botamangas de los jeans mojados hasta la media pierna, las zapatillas blancas como canoa en naufragio y el paraguas hecho sopa, volví a casa con mi pecho ensanchado por haber cumplido con mi deber, con el aroma de tus besos mejilleros en aquella esquina y con el calor de tu mano estrechando las mías. Bello recuerdo.Imagen de la red.UN BESO EN SILENCIO
La noche anterior se había llorado todo como en concierto, con gruesas gotas, relámpagos, truenos y los gritos desesperados del loro de Carolina, secuestrado en una jaula bailarina al compás del vendaval.
A Estela le gusta salir a caminar antes de que salga el sol.
Ese día viernes las calles, algunas sin asfalto, adoquines ni cemento, estaban mojadas y serpenteadas por charcos en la tierra roja. Un perro pequeño que dormía bajo un canelo la siguió acompañándola hasta una casa sin verjas, aparentemente abandonada y allí se quedó al resguardo de un alero. Los ladridos de otros perros tras rejas y muros daban aviso del paso de la mujer por aceras y calles. A ninguno se le ocurrió ser cómplice del silencio que ella hubiera querido conseguir durante su paseo de paso apresurado.
Estela caminó hasta el final del camino donde termina el barrio en el que vive desde no hace mucho tiempo, por las calles desiertas, inundadas por el aroma de hojas húmedas de cientos de árboles que ofrecen su sombra cuando el sol arde a mediodía y siesta. Las flores silvestres matizan el aire fresco y puro de otro amanecer sin humos ni gases tóxicos. Una flor amarilla solitaria se balancea como saludando a su paso, la contempla, la fotografía y continúa el camino hacia su casa. Una hora basta para la caminata del día.
Por suerte el loro de Carolina está bien, fuera de su jaula, que quedó cubierta por una gran hoja de palmera, desprendida del árbol a causa del viento. Feliz, le da un beso de pico en señal de amor y agradecimiento.Imagen: N. C. G.
EL TREN
Tus poemas contienen
entre sus versos,
el viento cálido
de una mañana de enero
y el sol brillante
del mediodía,
cuando te acompañaba
mientras te ibas.La taza de café,
esa en la que bebías
con dos de azúcar,
conserva tu mirada color miel
sobre tus grises ojeras,
señal de insomnios continuos.Tomabas el tren
con la esperanza de descansar,
con la visión de cosas diferentes,
recordando hermosos momentos,
y te alejabas, respirando
la atmósfera de nuestros tiempos.Imagen: C. J. V.
KALINA, LA LOCA
Doña Irena tuvo tres hijas mujeres y ningún varón. La mayor fue empleada administrativa, la del medio, profesora de tecnología y la menor de todas, no trabajaba porque su discapacidad mental no le permitía. Parecía una niña de menos de 10 años de edad y requería cuidados especiales. Doña Irena era muy selectiva respecto a los novios de sus hijas, y por ese motivo la mayor prefirió quedar soltera. La segunda, llamada Kalina, tuvo varios novios pero ninguno fue aceptado por su madre.
Pasaron los años, doña Irena enfermó y no pudo recuperarse. Kalina quedó a cargo de su hermana discapacitada, pero a los pocos meses de haber fallecido la madre, también se fue su hermana. La mayor no daba muchas señales de vida. De tanto en tanto visitaba a su hermana y el lugar donde descansaban los restos de su familia. El padre de las tres mujeres había fallecido cuando éstas eran pequeñas.
Kalina se sentía tan sola, que decidió mirar exageradamente hacia los costados por donde iba, salía a caminar todos los días, se metía en todas las redes sociales, la página de Solos y Solas, hasta que así conoció a Mariano, un poco mayor que ella. La relación entre ambos era fantástica, pero cada uno vivía en su casa, ya que antes no era como actualmente es, que los novios viven bajo el mismo techo ni bien se conocen. (Aunque cabe aclarar, no todos son iguales). Él la visitaba los sábados y domingos por la tarde, hacían planes en común y pasado un tiempo decidieron unirse en matrimonio. Pero antes debían juntar dinero para comprar algunas cosas que les hacía falta. Todo corría como sobre rieles.
La semana previa al casamiento cuya fecha habían fijado para el 20 de noviembre, y lo harían en un hermoso lugar al aire libre junto a una playa cercana, Kalina fue a visitar a su modista para ajustar detalles del vestido de bodas. Mientras se lo estaba probando, sonó el teléfono de la casa. La modista atendió y tras breves palabras, palideció, no sabía cómo decir a Kalina la noticia. Mariano había sido llevado de urgencia al hospital por causa de una caída desde lo alto de un edificio, cuando el andamio en el que trabajaba se desplomó. Pese a los cuidados médicos, Mariano no se salvó.
Desde ese día Kalina todos los días 20 de cada mes, y sobre todo el día 20 de noviembre, viste su vestido de novia y vaga por la playa desde el amanecer hasta entrada la noche. En el pueblo la llaman, La Loca Kalina.MARCAS EN EL TIEMPO
Alguien como tú,o como yo,ha trazado huellas en este lugary quizás ha estigmatizadoalgún corazón enamorado.Una sillaque aún esperaal patriarca y lector,al letrado asesoro tal vez a una damafatigada por el calor.Un patio de juegos,que guarda en los rinconesdel laberinto de la selva vecinala risa de niños,el canto del gallo al amanecer,el ladrido de los guardianesy quien sabe cuántossecretos habladosy ademanes.La alfombra recortadade hojas secasrevela el paso del tiempo,ese que no retrocedeuna vez que se ha ido.Quizá nuevas vidaslogren revivir maravillascomo en aquellos tiempos.No seremosni tú ni yoo quizá sí, seremoso serán otroso no será nadie.Imagen: M. J. T.
AL POETA CON AMOR
¿Acaso se puede transmitir al lector
un placer que no se ha sentido,
o una vivencia que no ha tenido?
Quizás en su inventiva
y un poco de locura imaginativa,
puede sacar de la galera palomas verdes
o colibríes estampados con flores,
de esas que chupan para alimentarse.
El poeta transmite lo que siente,
lo que ve, lo que vive o ha vivido.
Lleva las cinco letras (p-o-e-t-a) en su sangre, y puede
hacer todo eso y mucho más
cuando la inspiración lo envuelve.
Sus versos viajan como notas musicales,
en una marea calma con buen tiempo.
O como aguijones tortuosos en marea alta
en días de mal tiempo.
A veces seduce a la vida con su alegría,
con recuerdos de existencia sustraídos al tiempo.
Otras veces con contemplación fugitiva,
se escapan de su vista
hasta la más mínima hormiga,
y desaparecen con el sol
los más mínimos fragmentos furtivos.Imagen: M.J.T.
LEYENDA DE LA YERBA MATE
Cuenta la leyenda que, desde hace mucho tiempo, la Luna Yací, como la llamaban los guaraníes, alumbra de noche el cielo misionero. Yací no conocía la tierra, veía el mundo desde arriba porque no se animaba a bajar a descubrirla, aunque era muy curiosa y ansiaba ver por sí misma las maravillas de las que le hablaba su amiga Araí, la nube.
Un día, venció su temor y bajó a la tierra acompañada de la nube, y convertidas en niñas de blanca piel y cabellera, se pusieron a recorrer y descubrir las maravillas de la selva. Era mediodía y los colores, los olores y los ruidos de la gran selva no dejaron que escucharan los pasos sigilosos de un yaguareté que se acercaba agazapado para atacarlas. En ese mismo instante, antes de que pudiera lastimar a Yací y Araí, una flecha disparada por un viejo cazador guaraní que venía siguiendo al tigre se clavó en el costado del animal y salvó a las dos niñas que estaban arrinconadas, muy asustadas. Ellas no pudieron agradecer al anciano ya que volvieron lo más rápido posible al cielo, temblando de miedo por lo que había sucedido.
Esa noche, acostado en su hamaca, sin saber que había salvado a la tierra de quedarse sin Luna que alumbrara en la oscuridad, el viejo tuvo una extraordinaria visión: la Luna, en todo su esplendor, desde el cielo le decía:
– Yo soy Yací, la niña que hoy salvaste del yaguareté y quiero darte las gracias ya que fuiste muy valiente. Por eso quiero darte un regalo y un secreto. Mañana, cuando despiertes, vas a encontrar frente a tu casa una planta nueva llamada caá (yerbamate); con sus hojas tostadas y molidas se prepara una infusión que acerca los corazones y ahuyenta la soledad. Es mi regalo para vos, tus hijos y los hijos de tus hijos-.
Al día siguiente, el viejo descubrió frente a su casa, una planta de hojas brillantes y ovaladas que crecía de la tierra.
El cazador siguió las instrucciones de la Luna: no se olvidó de tostar las hojas y, una vez molidas, las colocó dentro de una calabacita hueca, vertió agua, probó de una caña fina y luego convidó a todos los miembros de su tribu.
¡Había nacido el mate!Imágenes de la red.